El abogado Hermosilla insiste en la inexistencia de pruebas concluyentes sobre que Armada fuera el motor de la conspiraci¨®n
La sesi¨®n de ayer de la vista contra los 33 procesados por el intento de golpe de Estado del 23 de febrero se inici¨® con la lectura de las conclusiones del defensor del general Armada, Ram¨®n Hermosilla, quien, despu¨¦s de declararse dem¨®crata y manifestar su intenci¨®n de no hacer de su intervenci¨®n un mitin pol¨ªtico, trat¨® de desmontar los argumentos del fiscal, que considera implicado en la rebeli¨®n militar a su patrocinado desde el 10 de enero de 1981. Hermosilla, por contra, mantiene que su defendido aparece en el desarrollo de los hechos en la tarde-noche del 23-F, y pide pruebas que sean capaces de demostrar su culpabilidad.
Las primeras palabras del abogado fueron para expresar su convicci¨®n "como jurista y como dem¨®crata" de que los magistrados sabr¨¢n proceder a partir de lo dicho y o¨ªdo en la vista y aislarse de las informaciones, suposiciones y c¨¢balas hechas por personas ajenas a la justicia, as¨ª corno de las conclusiones provisionales del fiscal y la s¨ªntesis de los hechos del instructor, que se publicaron antes del juicio, en las que: su defendido sal¨ªa perjudicado."El nombre del general Armada", a?adi¨® Hermosilla a este respecto, "se utiliz¨® para procurar la adhesi¨®n a los sucesos del 23 de febrero de 1981 de militares que estuvieron dudosos a la hora de jugar ese papel. La presencia de Armada entre los procesados y la pretensi¨®n de que figure tambi¨¦n entre los condenados responde, a juicio de la defensa, a un deseo de justificar moralmente lo que sucedi¨®; de justificarlo por haber podido parecer que mi patrocinado era vicario de ¨®rdenes superiores".
Dijo tambi¨¦n Hermosilla que desde el 23-F se ha orquestado toda una campa?a contra su patrocinado, con el objetivo, primero, de implicarle en los hechos; luego, se?alarle como motor de la conspiraci¨®n, y por ¨²ltimo, sembrar la duda sobre su actuaci¨®n. Manifest¨® Hermosilla que la acusaci¨®n contra su defendido se ha montado en base a suposiciones, en torno a versiones de una simple charla de caf¨¦. "Por ello", dijo, "yo pido pruebas, se?ores del consejo, pruebas. Y quiero dejar constancia, aunque procesalmente sea in¨²til, de mi protesta moral por el procesamiento del general Armada sin que hubiera los testimonios suficientes para apreciar en su conducta indicios delictivos. A partir de ello, esta defensa quiere recordar que si para procesar son suficientes los indicios delictivos, para condenar es preciso probar la actividad antijur¨ªdica del procesado".
El abogado Hermosilla se?al¨® que en la actitud de su defendido con respecto a los hechos hay dos fases: la que comprende hasta las once de la noche del 23 de febrero, y la que va desde esa hora hasta su arresto, y que ni en tina ni otra fase fue delictiva. "En la primera", precis¨®, "era ajeno a todo lo que pasaba, y en la segunda se limit¨® a buscar una salida a la situaci¨®n. Por ello, esta defensa, desde ahora, debe pedir una sentencia absolutoria".
A partir de la conclusi¨®n del fiscal de que Armada aparece involucrado en los hechos a partir del 10 de enero de 1981, cuando ya meses antes Milans y Tejero ten¨ªan configurada la operaci¨®n, el abogado Hermosilla afirm¨® que de ello se desprend¨ªa que a su defendido no puede consider¨¢rsele como inductor de la misma. Rechaz¨® la apreciaci¨®n del fiscal, seg¨²n la cual a partir de la fecha citada, en que se entrevist¨® en Valencia con Milans, el general Armada se habr¨ªa comprometido en la operaci¨®n y tomar¨ªa su mando en Madrid. A este respecto, record¨® al tribunal que Armada era gobernador militar de L¨¦rida y que no fue destinado a Madrid hasta d¨ªas antes de los hechos, por lo que dif¨ªcilmente podr¨ªa dirigirla desde la capital de Espa?a.
En esta l¨ªnea de argumentaci¨®n, se pregunt¨® c¨®mo era posible que si su defendido era el jefe de la operaci¨®n en Madrid, no hubiera asistido a la reuni¨®n de la calle del General Cabrera, que era fundamental para el posterior desarrollo de la misma. Se pregunta tambi¨¦n Hermosilla c¨®mo se entiende que si su defendido era el jefe en Madrid, Pardo Zancada, en vez de conocer por ¨¦l lo que iba a pasar y lo que se esperaba de la Divisi¨®n Acorazada Brunete, se dirigiera a Valencia para recibir esa informaci¨®n.
En su intento por desmontar los argumentos del fiscal, el abogado Hermosilla indic¨® que el mismo afirma que su defendido se comprometi¨® en la operaci¨®n tras las dos charlas mantenidas antes y despu¨¦s del almuerzo que celebr¨® en Valencia el 10 de enero de 1981 con Milans y las respectivas esposas. Hermosilla objet¨® que Armada lleg¨® a capitan¨ªa a las dos de la tarde y march¨® dos horas despu¨¦s, y consider¨® que en ese corto espacio de tiempo, del que hay que detraer el empleado en el almuerzo con sus esposas, no pudieron, porl¨®gica, repasar la situaci¨®n pol¨ªtica, econ¨®mica y social, y preparar la operaci¨®n.
"En esas reuniones", dijo Hermosilla, "se habl¨® de la situaci¨®n pol¨ªtica, en efecto pero, el general Armada no conspir¨® con Milans, porque si nos atenemos a lo declarado por el propio Milans, en las reuniones se habl¨® del descontento de Su Majestad por la gesti¨®n de Su¨¢rez, de las inquietudes en el seno del Ej¨¦rcito, y de la existencia de grupos violentos. Y de ah¨ª a que mi patrocinado se incorporara a la conspiraci¨®n va un abismo". En este sentido, dijo que el fiscal no ha aportado ninguna prueba concluyente.
A las doce de la ma?ana el presidente del tribunal levant¨® la sesi¨®n por espacio de veinte minutos.
Reanudada la sesi¨®n, el abogado Hermosilla insisti¨® en la fragilidad de las pruebas que pretenden complicar a su defendido en la rebeli¨®n militar a partir de la entrevista que el 10 de enero mantuvo en Valencia con Milans. Dijo que, en base a las declaraciones del propio Milans, hay que concluir que ¨¦ste dijo a su patrocinado que podr¨ªa llevarse a cabo una acci¨®n violenta y, por tanto, no hab¨ªa nada concreto. A?adi¨® que Milans se refiri¨® a "posibles acciones violentas" en abstracto, "y, por cierto", precis¨®, "dijo que las llevar¨ªan a cabo otros". Es por ello por lo que Hermosilla consider¨® que nada permite asegurar que Milans propuso a Armada unirse a la operaci¨®n y que su patrocinado aceptara.
En cuanto a la reuni¨®n de la calle del General Cabrera, record¨® Hermosilla que Milans declar¨® que los grupos violentos que all¨ª se dieron cita aceptaron que el general Armada llevara a cabo su proyecto pol¨ªtico, para lo cual ellos tendr¨ªan que detener las acciones que ten¨ªan preparadas. "?C¨®mo es que esas personas aceptaron?", se pregunt¨® Hermosilla. "?Acaso conoc¨ªan tanto al general Armada? ?Acaso se hab¨ªan reunido con ¨¦l y ¨¦ste les hab¨ªa propuesto, comentado, insinuado o sugerido algo?. No."
No bastan suposiciones
Record¨® luego que Milans declar¨® que actu¨® porque entendi¨® que Armada era portador de ¨®rdenes superiores, y no confirm¨® este extremo porque su patrocinado le merec¨ªa total confianza, el abogado se pregunt¨® c¨®mo es posible que un capit¨¢n general saque las tropas a la calle porque le parece que un inferior es portador de ¨®rdenes superiores. Dijo Hermosilla que en la milicia no se act¨²a por suposiciones, sino por ¨®rdenes, y, en este sentido, el propio Milans hab¨ªa declarado que Armada no le dio instrucciones, ni las hubiera aceptado de un inferior.
Se pregunt¨® tambi¨¦n Hermosilla c¨®mo Milans, si efectivamente crey¨® que Armada era portador de instrucciones superiores, no confirm¨® con el Rey este extremo y, en este sentido, por qu¨¦ no pidi¨® audiencia en la Zarzuela en las dos ocasiones en que vino a Madrid. entre el 10 de enero y el 23 de febrero. Tampoco se explicaba ayer Hermosilla c¨®mo es posible que si, Armada era el jefe de la operaci¨®n, en Madrid, no se hubiera visto, ni, hubiera mostrado inter¨¦s en verse., con Milans en las dos ocasiones en que ¨¦ste estuvo en Madrid.
"Esta defensa deduce", matiz¨® el abogado, "que hab¨ªa un deseo de involucrar al general Armada en los hechos, por cuanto pudiera ser portador de la voluntad de alguien, al que nunca se consulta.
A las dos menos cuarto de la tarde, el presidente del tribunal, a petici¨®n del abogado Hermosilla, levant¨® la sesi¨®n hasta las cuatro.
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