Ideolog¨ªa militar tridentina
Vaya de inicio el expresar respeto m¨¢ximo por todos a quienes debo respetar: personas, rangos e instituciones. Pero si este respeto dejase de ser pareda?o a la dignidad -que es la que me obliga a escribir hoy-, proclamar aqu¨¦l fuese tan s¨®lo logomaquia y charretera.Es este tiempo de reda?os, y all¨¢ cada cual con los suyos. Uno se niega simplemente a la coacci¨®n del golpe de Estado permanente, a vivir perennemente en la legalidad clandestina, o al menos se esfuerza por ello, conociendo que el miedo es un pez abisal que se muerde la cola.
No he querido escribir hasta ahora de lo que est¨¢ sub j¨²dice, pese a que tanto en plenario como en vista oral no hay secreto y que es un derecho (tal vez un deber) el m¨¢s amplio debate nacional sobre asunto que afecta tanto- a cada espa?ol de a pie (que tambi¨¦n tiene su honor). No lo he hecho por prudencia -esa virtud que nos malense?aron por delante de la justicia- y a la vez por ser poco amigo de eufemismos m¨®dicos como llamar timoratamente "sucesos" o "incidentes" a aquello del 23 de febrero, calificado por el juez y el fiscal de rebeli¨®n presunta. Puede que los huesos de los generales Romerales o Batet se estremezcan en sus tumbas de fusilados por rebeldes. Por no hablar de] m¨¢s reciente proceso -hace media docena de a?os- contra los miembros de la UMD.
Tambi¨¦n me disuadi¨® de escribir antes el sentido de compa?erismo y la consideraci¨®n hacia quienes se hallaban en tan ingrata situaci¨®n cual la de justiciable y, preso, aunque tentado anduve cuando le¨ª y o¨ª determinadas manifestaciones de otras -personas libres y boyantes -despu¨¦s de haber estado en el asunto hasta los ojos- que narraban a¨²n los cuentos de las mil y una noches. Pues uno llega a comprender el disimulo y el tratar de resguardarse para no ir tambi¨¦n al banquillo, pero para eso no hace falta darse a la f¨¢bula y el esperpento; como decir, 'verbigracia, que se tom¨® por la fuerza tal cosa para protegerla.
Curso de "ideolog¨ªa" militar
Pero hemos ya llegado a un punto que desborda. Una codefensa ha usado, su turno para ofrecer un curso o discurso completo de ideolog¨ªa militar, y de paso de pol¨ªtica general (si es correcta la informaci¨®n que alcanza uno, que bien hubiese querido ser tambi¨¦n "observador militar" oficial de este juicio, no s¨®lo oficioso y distante. Y usamos aquel t¨¦rmino -ideolog¨ªa-, entre otras razones, porque es el mismo que us¨® el codefensor para titular su libro La ideolog¨ªa militar, hoy, Ed¨ªtora Nacional (1972), pr¨®logo del teniente general Gonz¨¢lez-Camino (quien fue jefe de la Divisi¨®n, Maestrazgo n¨²mero 3, la de Valencia, y del Estado Mayor Central del Ej¨¦rcito). Era el ¨¢utor y hoy codefensor, al publicar el libro, profesor principal de la Escuela Superior del Ej¨¦rcito, y aqu¨¦l fue fruto de su honda preocupaci¨®n por "la crisis de vocaciones militares que se registra desde pocos a?os despu¨¦s de la guerra de Liberaci¨®n".
No cumple repetir aqu¨ª en detalle los ap¨®strofes e invectivas de la codefensa al Gobierno de la naci¨®n y a la Prensa bastarda y canallesca (dir¨ªaseque ¨¦sta hubiese sacado las linotipias y rotativas, con estruendo, a la calle la noche de autos), sus recuerdos al drogadicto general Salan y a la disciplina de Francisco Franco (que no le impidi¨® por fin sublevarse, despu¨¦s de dudarlo varias veces m¨¢s), lo de que las Fuerzas Armadas tienen derecho a alzarse contra el Estado, el oligopolio del honor, la justificaci¨®n delcuartelazo porque "los militares ten¨ªan que reacciona?".
S¨®lo voy a decir -porque quien calla otorga-. que niego deber nada a su defendido y que no me considero por ello un mal nacido.
El Se?or es un guerrero
Lo que s¨ª conviene informar al pueblo soberano es cu¨¢l era la ideolog¨ªa propugnada hace diez a?os por el general codefensor, ideolog¨ªa que, de conservar vigencia como se pretende, significar¨ªa que el Ej¨¦rcito espa?ol est¨¢ obligado a seguir siendo, por siglos de siglos, la hueste pr¨ªstina de un Franco vencedor en la m¨¢s feroz guerra civil y religiosa que hubo en hispanas tierras (salvo que uno haya entendido mal el libro citado), para as¨ª "mantener pujante este complejo sistema ideol¨®gico en que se ha ido cristalizando y depurando" la milicia a lo largo de la historia.
La introducci¨®n del libro ideol¨®gico del general Cabeza comienza con esta frase: "El Se?or es un guerrero, su nombre es el Se?or" (del Exodo). Pronto, al volver la p¨¢gina, expone su iron¨ªa y desprecio hacia quienes sienten "torpe o gratuita euforia ante cualquier cambio social", igual que hacia "los adoradores del hombre, hoy tan numerosos". Y es que "las ratas suben a cubierta cuando el barco se hunde". Por elld, "bueno ser¨¢ que alguien escriba sin avergonzarse de creer que todav¨ªa hay alas que mueven el coraz¨®n del hombre". Hermosas frases. Como tambi¨¦n es hermoso su rechazo de una antinomia entre las armas y las letras. Ah¨ª est¨¢n, se?ala, Cervantes y el marqu¨¦s de Santillana, Garcilaso, Ercilla, Lope...
No dudo ni me permito enjuiciar en absoluto la subjetiva honestidad del autor de este libro con porte de trisagio, tajamar o treno (dicho sin sarcasmo ni axiolog¨ªa, s¨®lo con aire notarial de lector del mismo ya hace a?os).
Estuve adem¨¢s bajo las ¨®rdenes del general Cabeza, le respetaba y admiraba, le respeto. Y si me he decidido a escribir es, entre otros motivos, porque en una misma p¨¢gina de este peri¨®dico salieron hace algunos meses un art¨ªculo suyo y otro m¨ªo sobre temas de milicia: ¨¦l reclamaba "autonom¨ªa" para las Fuerzas Armadas (?un Estado dentro del Estado?); servidor apoyaba al Gobierno en la ley de Reserva Activa y negaba las falacias al respecto de la Prensa ultra.
Un pueblo con futuro
Tambi¨¦n escribo porque no me considero el Cid, pues sostengo haber (en vez de, "si oviera...") un buen se?or. Y porque creo que este nuestro es un pueblo con futuro, si deja de mirarse al ombligo del miedo. Pues la inmensa mayor¨ªa de militares que se mantuvieron en la legalidad hace un a?o y dos meses ?eran acaso todos cobardes, o quiz¨¢ ignorantes, o invidentes? ?Y qu¨¦ honor ha de valer m¨¢s: el del capit¨¢n Dreyfus o el del general Mercier? De estas mismas diatribas y lucubraciones tauniat¨²rgicas, de estos arreboles que se suben al rostro, habr¨¢ de br¨®tar al final del t¨²nel la luz.
- Mientras tanto, dig¨¢mosle al pueblo espa?ol que entender la milicia de distintas modos y enfrentar ¨¦stos constituye p¨¦simo horizonte para un cuerpo de oficiales profesionales, pero ser¨ªa mucho peor creer todos, sin fisuras, en un trascendentalismo ideol¨®gico-pol¨ªtico arcaico, trasnochado, enfrentado a la legalidad y a la legitimidad. No se propugna aqu¨ª ninguna depuraci¨®n, s¨®lo poner a rendimiento los numerosos fermentos de modernidad hoy reprimidos, sofocados, cuando no perseguidos. Pero para eso hace falta voluntad pol¨ªtica.
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