Korkala: "El Gobierno de Washington me dej¨® salir libremente de EE UU"
La historia de George Korkala parece escrita para una pel¨ªcula de esp¨ªas. Traficante de armas, ligado estrechamente a la CIA y reclamado por la Justicia de Estados Unidos, Korkala fue detenido el pasado 25 de febrero en el recinto de la Feria del Campo de Madrid y s¨¦ encuentra pendiente de un proceso de extradici¨®n. Hasta ahora se hab¨ªa negado a realizar declaraciones p¨²blicas, pero finalmente accedi¨® a hablar para EL PAIS desde una celda de Carabanchel
"Sal¨ª de El L¨ªbano porque no estaba de acuerdo con la pol¨ªtica de Estados Unidos en Oriente Medio". Con estas palabras George Korkala, ligado estrechamente a la CIA (Agencia Central de Informaci¨®n) y a su vez intensamente buscado por la Justicia norteamericana por tr¨¢fico de armas a gran escala, se defend¨ªa de la petici¨®n de extradici¨®n que sobre ¨¦l ha cursado el Gobierno norteamericano. Seg¨²n Korkala, su paradero era conocido por el gobierno de Washington, quien le hab¨ªa dejado salir libremente de Estados Unidos a pesar de estar reclamado por la justicia.Korkala fue condenado en rebeld¨ªa por un tribunal de Nueva York a 53 a?os de prisi¨®n por intentar vender una importante partida de armas a unos guerrilleros latinoamericanos que, en realidad, era polic¨ªas camuflados. Esta operaci¨®n la intent¨® realizar en 1979 en compa?¨ªa de su amigo el ex agente de la CIA, Frank Terpil, uno de los hombres m¨¢s buscados por el Gobierno norteamericano por haber vendido, al Gobierno libio del coronel Muamar el Gadafi, sofisticado armamento as¨ª como informaci¨®n secreta a la que tuvo acceso cuando trabaj¨® para la CIA. En permanente contacto, ambos han trabajado estos dos ¨²ltimos a?os en Oriente Medio, hasta que Korkala fue detenido en Madrid el pasado 25 de febrero. Gary Korkala conoci¨® a su actual amigo Frank Terpil despu¨¦s de que ¨¦ste ¨²ltimo ya hubiera realizado la famosa operaci¨®n con Gadafi.
Con aire relajado y mostrando una gran frialdad, Korkala desmiente -lo que viene a ser una confirmaci¨®n- que haya trabajado para la CIA. "No quiero comentar por ahora nada sobre eso porque todav¨ªa soy norteamericano y no quiero decir nada que pueda perjudicar a mi pa¨ªs".
La historia comienza en 1979. George Korkala sale de Estado Unidos poco despu¨¦s de ser descubierta una operaci¨®n en la que junto a su amigo Terpil, intenta vender en Nueva York 10.000 fusiles ametralladores a unos presuntos guerrilleros latinoamericanos, que en realidad eran agentes federales camuflados, seg¨²n la informaci¨®n oficial norteamericana. "El Gobierno americano conoc¨ªa la operaci¨®n que est¨¢bamos realizando", dijo Korkala, "aunque no s¨¦ si sab¨ªan cu¨¢l era su destino; de todas formas yo no me escap¨¦ de Estados Unidos y la prueba es que el departamento de Justicia me proporcion¨® un pasaporte con mi nombre y cuando llegu¨¦ a Beirut me present¨¦ en la embajada norteamericana. Es decir que, en todo momento, conoc¨ªan mi paradero"
Parece cierto este extremo, puesto que Korkala hablaba con Estados Unidos frecuentemente y recib¨ªa correspondencia de Norteam¨¦rica a su nombre, lo que hace presuponer -¨¦l nunca lo desmiente- que desempe?¨® alguna misi¨®n para aquel Gobierno o para la CIA hasta que decidi¨® salirse de la organizaci¨®n.
?Quiere ello decir que el Gobierno norteamericano desconoc¨ªa algunas actividades de la CIA, o si las conoc¨ªa las permiti¨® durante alg¨²n tiempo y las colapso cuando crey¨® oportuno?. La explicaci¨®n es mucho m¨¢s profunda que todo eso" precisa. Y a?ade: "El departamento de Justicia norteamericano estuvo investigando durante largo tiempo las actividades de Frank Terpil en Chile y luego en Libia, mucho antes de que yo llegara a conocer a ¨¦ste, e iban detr¨¢s de ¨¦l por alguna raz¨®n".
El Senado y el Congreso norteamericano aprobaron la creaci¨®n de un grupo de inteligencia que investigara las actividades de la CIA, puesto que muchas de las operaciones escapaban a su direcci¨®n. "El departamento de Justicia, tal vez sin darse cuenta, hizo p¨²blica en aquellos momentos una informaci¨®n sobre las actividades de los agentes Terpil y Ed Wilson, cuando es ilegal dar los nombres de los agentes de la CIA", asegura Korkala, "y ah¨ª comenz¨® el conflicto, ya que hab¨ªa la sospecha creciente de que gente importante cercana a Wilson, afincada en los Estados Unidos y fuera de ellos, podr¨ªa molestarse por la actividad de ¨¦stos, que estaba saliendo a la luz p¨²blica".
La estrategia del Gobierno norteamericano, en estos casos, llega a ser a veces dif¨ªcil de explicar y en otras ocasiones parece que se contradice. "Bueno, el Gobierno ayuda en algunas ocasiones e intercepta la operaci¨®n sin raz¨®n aparente", dice Korkala, "y en algunos casos se originan contradicciones, ya que la mano izquierda no sabe lo que hace la mano derecha". Esta es la explicaci¨®n de que, en algunos casos, el Gobierno norteamericano bloquee sus propias operaciones como la de la venta de armas en Nueva York.
Venta de armas a Gadafi
Gary asegura que no tuvo nada que ver con la venta de armas e informaci¨®n al r¨¦gimen libio del coronel Muamar el Gadafi, "ya que en aquellos momentos yo todav¨ªa no conoc¨ªa a Terpil, pero creo que el Gobierno americano conoc¨ªa su operaci¨®n". La localizaci¨®n de las actividades ilegales de Frank Terpil y Ed Wilson fue denunciada en el oto?o de 1976 por Kevin Mulcahy, quien en aquellos momentos era socio de ambos pero comenz¨® a sospechar de sus actividades y se decidi¨® por exponer a la CIA y al FBI sus dudas sobre la legalidad y la ¨¦tica de los negocios con Libia.En octubre de 1980, Korkala llega a Beirut junto con su amigo Frank Terpil, quien posteriormente desaparece de El L¨ªbano y se dirige a alg¨²n pa¨ªs de Oriente Medio, donde actualmente se encuentra. En aquellos momentos, no se sabe si estos dos hombres huyen de la justicia norteamericana o si el asunto ha sido montado con el prop¨®sito de que no levanten sospechas y puedan operar con mayor facilidad en esa zona.
Al llegar a Beirut, Korkala es secuestrado e interrogado por los servicios libaneses. "Permanec¨ª dos meses secuestrado, desde el d¨ªa 7 de noviembre de 1980 hasta el 31 de diciembre, y me sometieron a un largo e intensivo interrogatorio para intentar saber cu¨¢les eran las intenciones de la CIA en ese pa¨ªs y cu¨¢l era mi misi¨®n". El resultado no se conoce, pero Korkala pudo quedarse con tranquilidad en Beirut sin volver a ser molestado por sus amigos.
Gary Korkala desv¨ªa el sentido de la conversaci¨®n cuando le preguntamos sobre cu¨¢l era su actividad en Beirut. "Eso es un gran problema", responde, "y eso ha sido una de las razones por las que decid¨ª venir a Espa?a, ya que no estaba de acuerdo con las razones pol¨ªticas de Estados Unidos para actuar en Oriente Medio y especialmente en El Libano".
Tambi¨¦n es reacio a responder sobre algunas cuestiones que han partido de ¨¦l mismo. Fuentes solventes han asegurado a este peri¨®dico que, por medio de un intermediario, Korkala ha informado a la embajada de Arabia Saud¨ª en Madrid que estaba siendo preparado un importante atentado en ese pa¨ªs. Los agregados militares de la embajada han recibido la informaci¨®n y la han trasmitido a las autoridades de su pa¨ªs, pero se niegan a dar detalles sobre al asunto.
Korkala sab¨ªa que al llegar a Espa?a iba a tener que enfrentarse con una petici¨®n de extradici¨®n, "pero no pensaba que tuviera que ser encarcelado". "Cuando decid¨ª salir de El L¨ªbano, trat¨¦ de conseguir la nacionalidad espa?ola y para ello me puse en contacto con el embajador espa?ol en Beirut, quien me aconsej¨® que viniera a Espa?a a realizar la petici¨®n". "Quer¨ªa terminar con este asunto" precisa Korkala, "y pensaba trabajar aqu¨ª, ya que la compa?¨ªa de seguridad que ahora dirige mi mujer ha estado colaborando con una empresa espa?ola vendiendo material que posteriormente ha sido comprado por la Guardia Civil". Mientras tanto, el Gobierno espa?ol contin¨²a sin responder a la petici¨®n de extradici¨®n.
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