Cuentas de altos vuelos
IBERIA PERDIO 2.600 millones de pesetas en 1979, 6.683 en 1980 y una cantidad, en 1981, no determinada por el presidente de la compa?¨ªa, don Felipe Pons, en unas recientes declaraciones; pero esta cifra no habr¨¢ sido inferior a los 10.000 millones de pesetas, si se tiene en cuenta el aumento de tarifas ahora necesario para restablecer los n¨²meros negros en los resultados de la compa?¨ªa.Sin embargo, hace un a?o tambi¨¦n el presidente de la compa?¨ªa esperaba equilibrar los resultados mediante una operaci¨®n combinada de reducci¨®n de asientos y aumento de la demanda, de tal forma que se mejorase el llamado factor de ocupaci¨®n, desde el 59% al 62%. Esto parece que se ha cumplido, y el transporte a¨¦reo, a consecuencia del buen a?o tur¨ªstico, ha registrado un aumento importante. Sin embargo, las p¨¦rdidas han crecido en un 50%.
?Por qu¨¦ pierde Iberia tanto dinero y necesita volver a subir lastarifias? Ning¨²n pasajero creer¨¢ que las p¨¦rdidas se deben a la calidad de sus servicios en vuelo o en tierra. No hay ning¨²n aeropuerto internacional en el mundo que supere al de Madrid-Barajas en tiempo de entrega de las maletas, incluidos los africanos del Tercer Mundo. Tampoco se explican estos desfavorables restiltados de Iberia como consecuencia de los aumentos de precio del carburante.
Aunque no se dice, las causas de las p¨¦rdidas de Iberia est¨¢n en tres frentes. Dos de ellos mal cubiertos por la compa?¨ªa. En primer lugar, la carga financiera adicional que ha supuesto la elevaci¨®n de los tipos de inter¨¦s y la apreciaci¨®n y fortaleza de la divisa americana frente a la peseta, ya que en el d¨®lar est¨¢ el grueso del endeudamiento por la compra de los aviones. Es de esperar que los airbus no se adquieran tambi¨¦n en divisa americana y, en este sentido, los responsables financieros de nuestra primera compa?¨ªa a¨¦rea deber¨ªan contar, no s¨®lo con las c¨®modas facilidades que les proporciona el Eximbank y, por el contrario, diversificar sus riesgos de cambio en divisas con unas paridades no tan fluctuantes.
Sin duda, en la fijaci¨®n de tarifas a¨¦reas pol¨ªticas, que pueden ser hasta tarifas de coste cero, se encuentra un factor importante de las p¨¦rdidas al que la propia compa?¨ªa es ajena y cuya soluci¨®n corresponde encontraral Gobierno. Las tarifas a las islas, si se consideran subvencionables, deben contemplar un l¨ªmite con cargo a recursos p¨²blicos y con su correspondiente compensaci¨®n a la compa?¨ªa por parte del Estado. Este criterio deber¨ªa aplicarse tambi¨¦n a los parlamentarios y funcionarios para que no tengan m¨¢s viajes de los que su cargo p¨²blico exige. Tambi¨¦n en este cap¨ªtulo habr¨ªa que incluir los viajes de los propios empleados de Iberia y de sus familiares que deben pagar una parte de lo que nos cuesta a todos su excepcional vocaci¨®n viajera. Las tarifas reducidas para promover ocupaci¨®n son siempre m¨¢s rentables que los viajes gratuitos.
En 1982, seg¨²n el presidente de Iberia, se enjugar¨¢ el saldo negativo de su cuenta de P¨¦rdidas y Ganancias. Para ello, s¨®lo es necesario un aumento del 12% en las tarifas, m¨¢s otro 4% del crecimiento de la demanda de asientos (suponemos que ser¨¢n de los que pasan por caja). ?Ser¨¢ verdad o se tratar¨¢ de un empuj¨®n m¨¢s a la inflaci¨®n para que todo siga igual? Porque invitamos al lector a que nos lea dentro de un a?o para comprobar que, a pesar de todo, Iberia perdi¨® dinero otra vez en este a?o de 1982 y que los se?ores pilotos consiguieron su ajuste salarial particular, envidiable.
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