Noche grande para Menese y un prodigioso ni?o 'bailaor' en la fiesta flamenca
La mayor ovaci¨®n de la noche, en el festival flamenco organizado por el Ayuntamiento de Madrid para las fiestas de San Isidro, fue para un ni?o de diez u once a?os, calculo, hijo de Angelita y el Biencasao, que baila como los ¨¢ngeles, con temple, sin desmelenarse como mandan los c¨¢nones que se debe bailar el flamenco. Con ¨¦l bailaron sus padres, los antes citados, de manera excelente, sobre todo el hombre; se ve que el chiquillo tiene bien de quien aprender; la mujer, en cambio, que es una buena bailaora, pienso que ganar¨ªa muchos enteros en el buen hacer flamenco si renunciara a esa tentaci¨®n, en que caen casi todas hoy, del pataleo desaforado y el levantarse la falda casi a la cintura.Recursos de gran impacto en el p¨²blico, sin duda, pero poco ortodoxos en un baile que sabemos se hace fundamentalmente de medio cuerpo para arriba. Con ellos, tambi¨¦n de la familia, un cantaor. sorprendentemente bueno, El Boquer¨®n creo que le llamaban, con voz muy dotada para lo jondo, llena de resonancias gitanas.
El Ayuntamiento de Madrid, dentro de los festejos isidriles, compuso para anteayer un cartel flamenco de lujo, y la noche discurri¨® en general por loa cauces de un buen festival del g¨¦nero. Es obvio que el arte flamenco no es el m¨¢s adecuado para ser escuchado en un recinto como el Palacio de Deportes, ante varios miles de espectadores; pero es obvio tambi¨¦n que un festejo de esta naturaleza no puede ser organizado de otra manera, porque el patrocinio municipal ha de ser dirigido hacia un p¨²blico mayoritario y no a una elite reducida de entendidos, si se quiere cumplir con la exigencia b¨¢sica de que el dinero del pueblo alcance al mayor contingente posible de pueblo. En este contexto se ha actuado con seriedad y responsabilidad, a las que respondi¨® el p¨²blico, muy receptivo, con un respeto sorprendente por lo inusual en estos casos, escuchando en silencio y aplaudiendo apasionadamente a cuantos actuaron.
La m¨¢xima tensi¨®n de la noche, tensi¨®n flamenca. quiero decir, la forj¨® ese gran cantaor que se llama Jos¨¦ Menese. Cant¨® con unas ganas tremendas, rebuscando los ecos m¨¢s misteriosos y estremecedores del cante en los entresijos de su alma, y si una voz estuvo enduendada esa noche, fue la suya. Y demostr¨® adem¨¢s que a un p¨²blico masivo se le puede conquistar con los estilos m¨¢s dif¨ªciles -la grana¨ªna, la sole¨¢, la seguiriya-, siempre que se canten por derecho. Es una equivocaci¨®n pensar que a un p¨²blico as¨ª hay que darle cosas f¨¢ciles, hacer concesiones; otros las hicieron y no obtuvieron el triunfo arrebatador que se le dio a Jos¨¦.
Cantaoras in¨¦ditas
No sabemos por qu¨¦, esas dos excelentes cantaoras que son las hermanas Fernanda y Bernarda de Utrera quedaron casi in¨¦ditas. Un cante cada una, cuando todos los dem¨¢s se prodigaron, a veces en exceso. Bernarda estuvo brillante en su cuerda favorita, por fiesta; Fernanda cant¨® por soleares de manera ejemplar, como ella suele hacer este cante, que quiz¨¢ el p¨²blico no capt¨® en toda su belleza porque una megafon¨ªa en tonos excesivamente agudos desvirtuaba la voz sombr¨ªa y ronca, maestra en el quiebro y el jip¨ªo de esta singular artista.
Enrique Morente no a?adi¨® nada nuevo a actuaciones recientes, y s¨®lo en la malague?a estuvo a la altura de su prestigio, precisamente cuando m¨¢s se aproxim¨® a la verdad del flamenco. Fosforito hizo gala una vez m¨¢s de su formidable facilidad para la ejecuci¨®n de cualquier g¨¦nero, y siempre encuentra eco en el p¨²blico. Turronero sali¨® con ganas de ganarse a todo el mundo, para lo que no parece contar con mucho m¨¢s que un torrente de voz y un gesto que trata de arrastrar a toda costa. La familia Fern¨¢ndez, que abri¨® y cerr¨® el espect¨¢culo, se qued¨® en el barullo y la algarab¨ªa, sin m¨¢s.
Hubo buenas guitarras, pero sobre todas destacaron, en una noble competencia como siempre, las de Juan Habichuela y Enrique de Melchor, verdaderamente portentosos.
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