Barcelona es el 'Titanic'
Empec¨¦ a sospecharlo cuando me enter¨¦ de que distinguidos intelectuales y artistas catalanes, incluidos algunos arquitectos, hab¨ªan fletado un autob¨²s para acudir a la exposici¨®n de Xavier Valls en Madrid. No s¨®lo iban a Madrid, sino que encima iban a llegar en autob¨²s, como los hinchas del H¨¦rcules.Formaba parte del grupo un estupendo poeta balear que no ha perdido la iron¨ªa. Me jur¨® que no hab¨ªan cantado nada por el camino, que result¨® ciertamente inc¨®modo, pero que no se arrepent¨ªa. Y es que ya todo pasa en Madrid. No s¨®lo exponen cosas del Greco y Henry Moore, sino tambi¨¦n de los nuestros. Adem¨¢s tienen conciertos de verdad, ¨®pera, teatro, librer¨ªas como las de Par¨ªs, y una vida callejera que no ha podido aplastarla ni la junta central del fascio, que es otro espect¨¢culo de la capital.
Barcelona, en cambio, ya no es aquel escandaloso, matizaje de chavas y salta-taulells (imposible de traducir: "trepadores", "grimpas", "lameculos"...), cuya mejor expresi¨®n es la poes¨ªa de Jaime Gil de Biedma, las primeras novelas de los Goytisolo y de Mars¨¦, el sonido del D¨²o Din¨¢mico, la Cripta Embrujada y la ginebra Gir¨®. La raz¨®n es simple: la pol¨ªtica cultural catalana, en lugar de estar en manos de Jos¨¦ Mar¨ªa Castellet, que es el hombre sabio, est¨¢ en manos de unos fer¨®sticos embarretinados.
Ya que no tenemos exposiciones del Greco, ni de Xavier ValIs, tenemos exposici¨®n de Mondrian prestada por Madrid. Pero ni un cartel, ni un miserable suelto en los diarios, capaz de orientar a las masas ¨¢vidas de fr¨ªo. La entrada vale 150 pesetas y da derecho a visitar un mont¨®n de cosas; l¨¢stima que algunas no existan, como ese "tesoro del Per¨²" que se inaugurar¨¢ dentro de quince d¨ªas. El estudioso de Mondrian debe admirar por decreto las artes decorativas, la coleci¨®n Camb¨® y guardar hacendosamente la entrada para el futuro. Un modo liberal de culturizar a la fuerza.
El teatro da pena; pero es normal. La Generalidad es el ¨²nico organismo capaz de emular el pasado de Robles Piquer. El flamante director de Televisi¨®n Espa?ola estaba empe?ado en qlie Carlos Fuentes cambiara la palabra cotid¨®n en una de sus novelas. La Generalidad cambi¨® puta por dona que fuma. Admirable. Lo m¨¢s interesante, los Jutglars, mantienen unas relaciones con el poder que nos devuelven a los tiempos de Unamuno y Primo de Rivera.
Hay una elevada cantidad para promover la filmografla catalana. Pero todo se va en doblajes. El ¨²ltimo, Fara¨®. ?Por qu¨¦ Fara¨®? ?Y por qu¨¦ doblajes? Misterio. Ya lo advert¨ªa Eugeni d'Ors: "A los catalanes nos perder¨¢ la est¨¦tica. No nos importa el contenido, s¨®lo la forma. No nos importa lo que se diga, s¨®lo c¨®mo se diga".
La ¨®pera va levantando cabeza. Pero poca. El consejero se ha permitido rechazar cincuenta millones de pesetas que ofrec¨ªa Madrid para promocionar la ¨®pera en Barcelona. ?Qii¨¦ se han cre¨ªdo? Nos bastamos y sobranios. La prueba: tenemos en niayo juegos florales. Un mill¨®n de pesetas en poemitas. Ser¨¢ una grandiosa iron¨ªa, puede pensar alguien. Pero no s¨¦, no s¨¦ ... ; creo que van en serio. La poes¨ªa al servicio del Estado, como en la China imperial. ?Ser¨¢ una enfermedad democr¨¢tica? En cuanto se instala un Gobierno poco fascista en Madrid, los catalanes tienen que ir a la capital si no quieren resquebrajarse de tedio. A mayor autonom¨ªa, m¨¢s viajes.
Se me dir¨¢ que la pataleta de los amigos de la cultura compensa por las mejoras econ¨®micas logradas en ¨¢mbitos m¨¢s esenciales. No estoy demasiado calificado para juzgir la pol¨ªtica social de Convergencia, pero me temo que las carcajadas se pueden o¨ªr en Lima. Al fin y al cabo el presidente de Madrid es un bancario, pero el de Barcelona es un banquero.
?Resultar¨¢ que las autonom¨ªas s¨®lo sirven para aplicar medidas que ni UCD se atreveria a imponer? Que el alcalde de Bilbao queme un cuento puede ser una an¨¦cdota chocarrera, a menos de que sea un programa de gobierno el gesto, mal controlado que traiciona una voluntad de analfabetismo. Y que un empleado de la Generalidad censure una obra de teatro puede significar que se est¨¢ preparando para futuro jefe de la televisi¨®n catalana.
El caso es que Barcelona est¨¢ y¨¦ndose a pique. Que sus noches son cada vez m¨¢s breves, y una tristeza de perdedores de Liga se va amparando en las Ramblas. Que esa insoportable ?o?er¨ªa que los forasteros llaman seny, y que es un defecto de las capas m¨¢s prehist¨®ricas de la burgues¨ªa catalana, est¨¢ acabando con la iron¨ªa, que es la ¨²nica virtud del pueblo catal¨¢n que ha dado muestras de verdadero talento: la iron¨ªa es lo vivificante de Pla, de Foix, de Carner, de Brossa, de Ferrater, y corto por no ponerme pesado.
Dentro de poco esta ciudad parecer¨¢ un colegio de monjas, regentado por un seminarista con libreta de hule y cuadrat¨ªn de madera, a menos de que las capas m¨¢s vivas de la ciudad salgan de su estupefacci¨®n. Jaime Gil, en un c¨¦lebre poema, habla de "estos chavas nacidos en el Sur" despreciados por sus patronos. "Que la ciudad les pertenezca un d¨ªa", grita b¨ªblicamente, con un gesto de horror hacia la patronal que ¨¦l tan bien conoce. Pero la astucia de los poderosos nos est¨¢ devolviendo la misa de doce en Pompeya, el paseo por la Diagonal, el verano en S'Agar¨® y la esquiva mirada de un proletariado tiznado de holl¨ªn espiritual.
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