El toro "Litr¨®geno" pide venganza
El cuarto toro se llamaba Litr¨®geno y era de Camaligera. Cuando un toro se llama Litr¨®geno, es que ha nacido para figura. Un hombre, tambi¨¦n. Habr¨ªa que esculpirlos en bronce. Litr¨®geno, cuya lidia no hab¨ªa sido anunciada, pues era simplemente un sobrero, sali¨® dispuesto a vengar a sus cong¨¦neres.De dejarse torear, nada; menudo era. Los toreros le merodeaban a prudente distancia, no les fuera a tirar un cuerno. Lo mismo el caballo de picar, que exclamaba:"?Cielos, Litr¨®geno en la candente, pong¨¢monos a buen recaudo!". Y le entraba una risita hist¨¦rica. Como el caballo, venga. reir, daba vueltas ,como jil¨ª y se: negaba a hacer la suerte, la lidia estaba Parada. Litr¨®gneo esper¨® un rato, sin que nadie osara' invitarle a embestir, hasta se le agot¨® la paciencia, y peg¨® tal arrancada que dej¨® el ruedo limpio de toreros en 20 metros a la redonda.
Plaza de Las Ventas
16 de mayo. Tecera corrida de feria.Cuatro toros de Pablo Romero, con trap¨ªo, mansos. Tecero de Algarra, bien presentado, sin casta. Cuarto, sobrero de Camaligera, serio y con sentido. Luis Francisco Espl¨¢: Pinchazo a toro arrancado y estocada corta (algunos pitos). Pinchazo, y media estocada ca¨ªda (protestas y palmas). Morenito de Maracay. Estocada corta atravesada y tres descabellos (aplausos y saludos) Media atravesada (aplausos). V¨ªctor Mendes, que confirm¨® la alternativa: Estocada atravesada que asoma, rueda de peones y tres descabellos (silencio) Media muy baja (aplausos). Se guard¨® un minuto de silencio en recuerdo de Joselito. Lleno hasta la bandera
Espl¨¢ ni siquiera lo quiso banderillear, y con la muleta le hizo el ali?o que requer¨ªan las circunstancias., Un macheteo r¨¢pido y a cazarlo. Muri¨® Litr¨®geno como hab¨ªa nacido: pidiendo venganza. Su, nombre no lo perpetuar¨¢n en bronce los humanos, pero correr¨¢ por las dehesas, de hocico en hocico, enalteciendo la leyenda de su empuje y de su esp¨ªritu vengador.
Desde el ¨¢ngulo visual e intelectual del tendido, era un toro a la antigua y devolvi¨® a la afici¨®n de Madrid, por unos minutos, el aguafuerte de la lidia cl¨¢sica. M¨¢s aspectos rom¨¢nticos y decimon¨®nicos trajo la tarde. Por ejemplo, Espl¨¢, con su colocaci¨®n y su apostura, con su manejo del capote a una mano, incluso ech¨¢ndoselo al hombro para correr al toro, reviv¨ªa las entra?ables estampas de Daniel Perea.
Los Pablo Romero, c¨¢rdenos, corpulentos y armados, tambi¨¦n daban esa imagen. Si los diestros no hubieran tenido la fijac¨ªon de los derechazos, habr¨ªa sido casi completo este sorprendente retorno a la brega que era hab¨ªtual en la Plaza de la calle de Alcal¨¢, cuando lo que sal¨ªa por los chiqueros daba guerra.
De cualquier forma, el toro marcaba la pauta. Los Pablo Romero no admit¨ªan el derechazo, como tampoco el sustituto de Algarra, aunque ¨¦ste por descastado. Un repertorio de castigo les iba mejor, con atenta observancia de las reglas precisas, las cuales var¨ªan seg¨²n las querencias, el sentido, el poder y los pies de la res. Demasiado, hay que re conocerlo (y por tanto disculparlo), para unos espadas que son hijos de su tiempo y que, si a algo est¨¢n avezados, es, precisamente, a pegar derechazos. Espl¨¢, Morenito de Maracay y V¨ªctor Mendes, voluntariosos con muleta y capote, intervinieron con frecuencia en quites. Los tres pusieron banderillas, con m¨¢s expectacularidad que y pureza. Destacaron sendos cuarteos de Mendes y Morenito. Pero lo m¨¢s aplaudido fueron los quiebros del venezolano, que los planteaba en terrenos comprometidos. No obstante prend¨ªa los palos a toro pasado.
El citarto Pablo Romero volvi¨® al corral por cojo, para alegr¨ªa de los cabestros. Como son unos madrazas, suspiraban al verlo. "?Qu¨¦ buen mozo!", mug¨ªa uno. "?Qu¨¦ pechazo!" otro. Y se lo disputaban: "?Para m¨ª!. ?No, para m¨ª, que la antig¨¹edad es un grado!". Y, arrop¨¢ndole, se lo llev'ar'on para dentro, con jacarandoso vaiv¨¦n del cuarto trasero. Tambi¨¦n estaban cojos segundo y quinto., Decualquier forma, no hubo demasiadas ca¨ªdas, como sol¨ªa acontecer en la hist¨®rica ganader¨ªa, fu¨¦ parece recuperad4 en. este aspecto. No en cuanto a bravura, pues., sus toros de ayer resultaron mansos.
La corrida, muy larga -dur¨® dos horas y media-, se desarroll¨® sin brillantez, pero tuvo inter¨¦s constante y momentos de emoci¨®n. As¨ª sucede siempre cuando hay toro. Si, por a?adidura, aparece un Litr¨®geno vengador y chapado a la antigua, la fiesta retrocede. cien a?os. Lo cual seg¨²n se encuentra de bland¨¦gue y mon¨®tona, es como ganarlos.
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