El PSOE no vende frustraciones
Es dif¨ªcil siempre, desde las propias ideas y en medio de la vor¨¢gine de una campa?a electoral, hacer un balance reflexivo de ella. No obstante, creo que no es ileg¨ªtimo dispensar a nadie un an¨¢lisis ponderado y constructivo de los acontecimientos pol¨ªticos, m¨¢s cuando tienen la magnitud de ¨¦ste, y en momentos en que Andaluc¨ªa y Espa?a necesitan de ilusi¨®n y de confianza.Ilusi¨®n y confianza que los socialistas andaluces est¨¢n haciendo un enorme esfuerzo por transmitir al pueblo andaluz. Ilusi¨®n que tenemos, porque ese pueblo no ha guardado en el pozo sus amarguras tan graves y tan antiguas, amarguras que se llaman paro, emigraci¨®n, subdesarrollo, la esperanza de un mejor porvenir. Y un pueblo esperanzado, un pueblo que cree en el futuro, es el mejor valedor de s¨ª mismo. Por eso, porque sabemos que trabajar con ¨¦l, a su lado, sufriendo y gozando, es garant¨ªa de una correcta pol¨ªtica, al PSOE de Andaluc¨ªa no le falta un enorme caudal de ilusi¨®n, tan necesaria para toda empresa humana. Pero, adem¨¢s, los socialistas andaluces transmiten confianza, porque la tienen en s¨ª mismos, y porque saben que Andaluc¨ªa se la ha otorgado. Y esta es la raz¨®n de que nuestra campa?a electoral est¨¦ montada, como, por otro lado, todas las campa?as socialistas, sobre la base de una oferta positiva.
No estamos en Andaluc¨ªa haciendo campa?a contra nadie, ofrecemos un programa de Gobierno que creemos es el m¨¢s adecuado, y que se llama, no por casualidad, " 151 razones para levantar Andaluc¨ªa". El 151, como s¨ªmbolo del compromiso del PSOE de Andaluc¨ªa con su pueblo, al que defendi¨® frente a los atropellos de unos y los entreguismos de otros el 28-F. Razones, porque la gente andaluza gusta de entenderse y dialogar. Y para levantar Andaluc¨ªa, que es tanto como caminar en la construcci¨®n solidaria del Estado de las autonom¨ªas. Piedra de toque esencial en esa construcci¨®n ser¨¢ la autonom¨ªa andaluza. De ah¨ª la extraordinaria importancia de estas elecciones, en s¨ª y por s¨ª, porque van a suponer el acceso de Andaluc¨ªa, por primera vez en toda su rica y secular historia, a las instituciones pol¨ªticas de autogobierno, y ello, repito, va a ser fundamental en la consolidaci¨®n del modelo territorial de la Constituci¨®n democr¨¢tica.
De UCD al PC
Digamos que esta es nuestra reflexi¨®n, y la que determina nuestra posici¨®n: tenemos vocaci¨®n de gobernar en la Andaluc¨ªa aut¨®noma, como ya lo hemos hecho en el per¨ªodo preauton¨®mico. Lo hemos efectuado con rigor: buscando la integraci¨®n cuando ello era posible, siendo beligerantes cuando era necesario, y as¨ª queremos seguir haci¨¦ndolo. En consecuencia, no necesitamos lanzar mensajes negativos, no necesitamos vender frustraciones, queremos un proyecto aut¨®nomo.
No necesitamos lanzar mensajes negativos. La UCD los ha convertido en el eje de su campa?a. Es obvio que cada fuerza pol¨ªtica administre su caudal con propios criterios, e igualmente obvio el derecho de las dem¨¢s a la cr¨ªtica. En t¨¦rminos razonables y sensatos, y en ejercicio del mismo, debe decir que dentro del abanico de los mensajes electorales merec¨ªan los andaluces un mejor trato por parte de UCD. El partido del Gobierno da la impresi¨®n de considerar a los lectores andaluces menores de edad, por su persistencia en la admonici¨®n de lo que no deben creer, de lo que no deben hacer, en su criterio. La persistencia hace pensar, creo que con justicia, en que el nivel de credibilidad de la UCD en Andaluc¨ªa es tan extraordinariamente bajo, que por ella misma se ha valorado como poco rentable el hacer promesas u ofrecimientos, como se?al b¨¢sica, tiene demasiado conciencia incumplidora la UCD.
Tal vez por ello AP ha optado por otro tipo de mensaje. Pero tampoco es cre¨ªble. ?Por qu¨¦? Sencillamente, porque no se puede aterrizar en Andaluc¨ªa en una campa?a electoral, y decir que se tienen soluciones de verdad. Creo que el lector andaluz tiene la impresi¨®n de que AP es una opci¨®n, aunque te¨®ricamente existente antes, montada deprisa y corriendo, para comparecer en estas elecciones, y con la ¨²nica finalidad de obtener un resultado que fuerce la tan tra¨ªda y llevada mayor¨ªa natural.
Con respecto al PSA, pienso que sufre un tremendo problema de identidad. La sigla socialista es cuidadosamente evitada. Y al tiempo, intenta incorporar a personajes de la izquierda pol¨ªtica y sindical (PTA, SOC) y se ha mostrado incapaz, cuando de verdad hac¨ªa falta coraz¨®n y coraje, para ponerse en la primera l¨ªnea de las reivindicaciones andaluzas. El PSOE de Andaluc¨ªa, como partido, y los socialistas en la Junta de Andaluc¨ªa, recorrieron desde el 28-F un camino en el que tuvieron alg¨²n acompa?ante de conveniencia, mientras otros se dedicaban a la componenda (los pactos son otra cosa) con quienes atropellaron a los andaluces. Es decir, estuvieron pr¨¢cticamente solos. El ¨²nico que estuvo con ellos, el pueblo andaluz.
Creo que no se puede aspirar a un espacio pol¨ªtico permanente, con s¨®lo el latiguillo de la acusaci¨®n de centralistas a toda fuerza pol¨ªtica que no sea la propia, y la patrimonializaci¨®n permanente de lo andaluz como propiedad privada. Otro ofrecimiento est¨¢ por hacer.
Y en cuanto a los comunistas, s¨®lo reafirmar lo ya expresamente dicho, y no porque nosotros hagamos el juego a quienes tratan el PCE como un apestado, olvidando su inserci¨®n en el marco constitucional. Es pura y simplemente una cuesti¨®n de autonom¨ªa del proyecto socialista.
El sexto partido
Y queda, seg¨²n titular de este peri¨®dico, y confesi¨®n de parte, el "sexto. partido": la CEA. Los andaluces comprobaron estos d¨ªas la bajada al ruedo electoral de un sector reaccionario del empresariado andaluz, en u?a suerte de cruzada por la libre empresa, el modelo de sociedad, y contra el partido socialista. Habr¨ªa, serenamene, que, olvidando el ataque personal y la injuria empleados por la CEA, hacer muchas preguntas: muchas preguntas sobre la cantidad de veces que estos ap¨®stoles de la libre empresa han sobrevivido gracias al dinero p¨²blico; sobre su responsabilidad, que la tienen, en el medio mill¨®n de parados andaluces; sobre su real representatividad.
Estamos totalmente convencidos de que los empresarios andaluces, afiliados o no, que quieren vivir de verdad en un r¨¦gimen de libertades no est¨¢n de acuerdo con una campa?a fundada en la difamaci¨®n de un partido, como el socialista, que ha demostrado su responsabilidad y hasta su generosidad para sacar el pa¨ªs adelante. Por ello nosotros no romperemos el di¨¢logo con los empresarios andaluces, si llegamos a gobernar, porque tenemos confianza en ellos, pese a las maniobras de una c¨²pula empresarial que utiliza procedimientos impropios de un pa¨ªs moderno y democr¨¢tico.
Es objeto de toda campa?a electoral la clarificaci¨®n de los programas y de la pol¨ªtica de alianzas. Y hay mucha ambig¨¹edad en este ¨²ltimo punto; y los ¨²nicos claros, los socialistas andaluces. Los que dicen, como AP, que "UCD y socialismo es lo mismo", ?pactar¨¢n con la UCD? Los que pretenden ser el centro, y AP, en cambio, la derecha que no tiene nada que decir, ?pactar¨¢n con AP? Los que dicen que no votar¨¢n a un partido centrista, ?se dejar¨¢n votar por AP y UCD, y en tal caso, qu¨¦, ofrecer¨¢n a esas fuerzas de derecha y centralistas, en el propio sentir del PSA?
S¨®lo nosotros decimos: nuestro proyecto es un proyecto aut¨®nomo, el ¨²nico que creemos conveniente para Andaluc¨ªa "en la hora de la verdad".
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