Andaluc¨ªa: hacia un nacionalismo de clase
La proximidad de las elecciones al Parlamento andaluz nos obliga a reflexionar sobre la situaci¨®n de Andaluc¨ªa desde la perspectiva de la clase jornalera. Esa clase que, en palabras del l¨ªder andalucista Blas Infante, constituye la esperanza de la liberaci¨®n de Andaluc¨ªa: "?Campesinos andaluces, vuestra historia es la historia de Andaluc¨ªa, la tierra de Andaluc¨ªa es vuestra tierra, no la abandon¨¦is, no emigr¨¦is, combatid!".Los jornaleros andaluces venimos sufriendo una doble explotaci¨®n, la inherente al hecho de formar parte de la clase trabajadora, esto es, la de vernos obligados a vender nuestra fuerza de trabajo, y la situaci¨®n propia de quienes vivimos en una zona deprimida, subdesarrollada, como es Andaluc¨ªa.
Los jornaleros andaluces comenzamos a vislumbrar que la causa fundamental de nuestra situaci¨®n consiste en residir en un pa¨ªs subdesarrollado, como es Andaluc¨ªa. Hoy sabemos que, en la divisi¨®n estatal de trabajo impuesta al nivel de Estado por el modo de producci¨®n capitalista, le ha tocado a Andaluc¨ªa hacer la funci¨®n de colonia interior, al servicio de otros territorios. Andaluc¨ªa est¨¢ condenada a proporcionar a esos territorios materias primas, capital y mano de obra. Nosotros mismos hemos vivido en nuestras carnes la tragedia de la emigraci¨®n, lo que nos da autoridad para poder hablar de estas cosas.
La soluci¨®n de nuestros problemas pasa, por tanto, por la recuperaci¨®n de Andaluc¨ªa. Este es el valor y la importancia que para nosotros tiene la autonom¨ªa: que, por primera vez en nuestra historia reciente, vamos a tener la posibilidad de gobernarnos a nosotros mismos, reorientando nuestros problemas en el sentido de buscar para los mismos las mejores soluciones. Los dem¨¢s pueblos del Estado tienen que habituarse a ver en Andaluc¨ªa un interlocutor que ha recuperado su dignidad y su fuerza, y no un esclavo dispuesto a darle todo a cambio de casi nada.
Las ofertas pol¨ªticas
En estos d¨ªas de campa?a electoral estamos cansados de palabrer¨ªas, programas, carteles y promesas, como estamos cansados de atender a los visitantes de fines de semana que vienen en busca de nuestro voto (qu¨¦ pena que no estemos siempre en elecciones). Nuestra clase es una clase l¨²cida a fuerza de padecer contrariedades. Y es esa lucidez la que hoy nos dice que el ¨²nico programa coherente y la ¨²nica oferta m¨ªnimamente aceptable para nosotros es la que centre el tema en acabar con el subdesarrollo de Andaluc¨ªa, con la dependencia econ¨®mica, pol¨ªtica y cultural que padecemos.
Como trabajadores, somos andaluces y de izquierda. Pero tenemos fuerza para advertir a todos los colectivos de izquierda que hace falta asumir estas tesis. La izquierda se tiene que renovar en Andaluc¨ªa si quiere tener futuro. Los esquemas cl¨¢sicos ya no nos sirven. Tenemos muy claro que junto a la lucha de clases hay que mantener otra lucha, la que pasa por la igualdad de los pueblos del Estado, por la igualdad pol¨ªtica (Estado de las autonom¨ªas o Estado federal) y por la igualdad econ¨®mica (interdependencia que acabe con las dependencias unilaterales). La izquierda tiene que sostener esta doble batalla. En Andaluc¨ªa, la lucha de clases coincide hoy con la lucha por la liberaci¨®n del subdesarrollo.
En este contexto nos resulta sorprendente que los colectivos de izquierda que han quitado poder a nuestro Estatuto quieran ahora encandilarnos con falsas promesas, porque no se puede cubrir a base de millones gastados en la campa?a electoral la falta de coraje en el momento decisivo de plantear las bases de nuestro Estatuto.
Estos planteamientos nos llevan a defender y propugnar para Andaluc¨ªa la consolidaci¨®n de.unnacionalismo, de clase. A diferencia de lo que ha ocurrido en otras nacionalidades, en las que las respectivas burgues¨ªas han jugado fuerte el tema nacionalista, la burgues¨ªa andaluza ha hecho funciones de correa de transmisi¨®n de los intereses del centralismo y de las burgues¨ªas vasca y catalana... Por eso Andaluc¨ªa necesita que nos organicemos en un gran movimiento nacionalista de clase que sea capaz de arrancar de los poderes centrales y de los poderes perif¨¦ricos la liberaci¨®n plena de nuestra tierra, aunque ello suponga poner patas arriba la econom¨ªa estatal.
El nacionalismo andaluz, como nacionalismo popular, tendr¨¢ que. exigir al futuro Parlamento andaluz, al futuro Gobierno de Andaluc¨ªa, que ponga en marcha todo este proceso. La clase jornalera entiende que la prueba de fuego de nuestra clase pol¨ªtica tendr¨¢ que consistir en el planteamiento claro y sin ambig¨¹edades de la reforma agraria andaluza. Sabemos que los partidos se han atado las manos en esta materia por las restricciones del Estatuto, por lo que el pr¨®ximo Parlamento y Gobierno andaluz, adem¨¢s de asumir las competencias del Estatuto, en materia agraria, deber¨¢n presionar y exigir del poder central cuantas medidas sean necesarias para llevar a cabo la tan deseada reforma agraria. Tambi¨¦n en el futuro deberemos empezar por la reforma del Estatuto para convertirlo en un instrumento v¨¢lido.
Debe estar claro que el fin principal para el campo andaluz es la realizaci¨®n de esa reforma agraria que reestructure la propiedad, enlazando con las reivindicaciones seculares del campesinado andaluz y del nacionalismo hist¨®rico.
Empec¨¦ citando a Blas Infante, y no quiero cerrar estas l¨ªneas sin recordar de nuevos sus palabras, que conservan toda su fuerza: "Todas las regiones van a ser aut¨®nomas. Cada uno de sus pueblos procurar¨¢, como ya ocurre hoy respecto a Catalu?a, beneficiar leg¨ªtimamente sus intereses particulares a costa del pueblo que vergonzosamente siga como colonia, uncido al yugo de un poder central que ya no podr¨¢ ser un poder central, sino un instrumento de los poderes que vengan a regir las regiones aut¨®nomas.
Estas palabras, pronunciadas en 1936, conservan desgraciadamente plena actualidad. De nosotros dependen que pierdan esa actualidad' en el umbral del siglo XXI. Ha llegado la hora.
Esta es la s¨ªntesis de mi pensamiento nacionalista, y que veo necesario exponer ante posibles manipulaciones hechas contra mi persona con la intenci¨®n de confundir.
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