Alberto Oliart: "Hay que atraer los Ej¨¦rcitos hacia la democracia"
Pregunta. Dos grandes fiestas de las Fuerzas Armadas, la Pascua Militar del 6 de enero y el D¨ªa de las Fuerzas Armadas, fijado en el ¨²ltimo domingo de mayo. La Pascua Militar tiene un car¨¢cter m¨¢s ¨ªntimo, alrededor del Rey, jefe supremo constitucional de los ej¨¦rcitos. El D¨ªa de las Fuerzas Armadas es una jornada dedicada al pueblo. ?Cu¨¢les son, para usted, los objetivos a cumplir en el marco de las relaciones Fuerzas Armadas-sociedad?Respuesta. Queremos que los ej¨¦rcitos est¨¦n muy enraizados en el pueblo espa?ol, muy comprendidos, muy arropados, lo que es esencial en una naci¨®n sana y moderna. El objetivo de todos los actos alrededor de la fiesta del d¨ªa 30 es incrementar la uni¨®n de las Fuerzas Armadas con el pueblo y con la sociedad, poner de manifiesto su servicio al pueblo y a la sociedad, a las leyes y a los ideales que ese pueblo y esa sociedad tienen.
Tambi¨¦n pretendemos lograr una mejor comprensi¨®n por parte de las gentes; comunes de lo que las Fuerzas Armadas son, de lo que se proponen, de su esp¨ªritu, de la forma en que conciben su misi¨®n. Me parece que lo m¨¢s importante en este momento es romper la posible costra de incomprensi¨®n que puede haberse dado entre ciertos medios de comunicaci¨®n social y las Fuerzas Armadas, surgida en parte por el trauma que supone el 23 de febrero en el cuerpo social y pol¨ªtico y por los efectos inducidos sobre la actitud ante las Fuerzas Armadas.
P. ?La experiencia del encuentro Prensa-Fuerzas Armadas, que se celebr¨® en diciembre pasado en Madrid, va a tener alg¨²n tipo de continuidad.
R. Aquello fue un tratamiento de choque para reaccionar ante la situaci¨®n producida a consecuencia del manifiesto de los cien. Entonces exist¨ªa un sentimiento difundido en gran parte de las Fuerzas Armadas que se pretend¨ªa capitalizar diciendo que la Prensa insultaba o no comprend¨ªa y denostaba a los ej¨¦rcitos gen¨¦ricamente. Hab¨ªa que demostrar que eso no era as¨ª.
Creo que el encuentro sirvi¨® para atajar los efectos de aquella situaci¨®n, al menos en el ¨¢mbito de la Prensa de Madrid. Ahora lo que est¨¢ ya en marcha es un curso integral y sistem¨¢tico, que tendr¨¢ una duraci¨®n de a?o y medio, para aquellos periodistas que quieran especializarse en temas militares. Esos conocimientos servir¨¢n para mejor comprender y valorar lo que los ej¨¦rcitos significan.
P. Sim¨¦tricamente, ?no se va a explicar en los centros acad¨¦micos militares cu¨¢les son las consecuencias de la libertad de Prensa, expresi¨®n e informaci¨®n para llegar a entrenar mentalmente a quienes no estaban acostumbrados a que se debatieran en p¨²blico sus problemas?
R. Para m¨ª, lo m¨¢s importante es que estas ideas han sido muy positivamente recogidas y valoradas por los miembros de la Junta de Jefes de Estado Mayor y los componentes del CESEDEN. Del estudio y la convivencia practicada en esos seminarios y del conocimiento directo que permita obtener la visita a las unidades nacer¨¢ una actitud rec¨ªproca. Por una parte, las Fuerzas Armadas llegar¨¢n a admitir mayores proporciones de libertad corno algo positivo, mientras que los medios de comunicaci¨®n comprender¨¢n mejor a las Fuerzas Armadas y tender¨¢n a tratarlas informativamente con mayor responsabilidad.
P. Desde el ¨¢mbito civil se percibe un a cierta resistencia en las filas militares a proclamar abiertamente la aceptaci¨®n de la Constituci¨®n. Los cuadros de mando de las Fuerzas Armadas se sienten, a su vez, observados con sospecha, como si se les estuviera examinando sobre esa cuesti¨®n cada vez que son promocionados o asumen un nuevo destino. ?Cu¨¢l es su punto de vista sobre el grado de desconfianza que abriga el p¨²blico acerca de la actitud constitucional de los ej¨¦rcitos?
R. La Constituci¨®n, en cuanto ley suprema a la que se refiere el resto de la legislaci¨®n, est¨¢ totalmente admitida. Incluso los militares o los civiles a quienes les gusta menos el sistema democr¨¢tico saben que tienen que respetarla. Respecto al desarrollo y aplicaci¨®n de la Constituci¨®n a los componentes de las Fuerzas Armadas ha podido parecerles que contradec¨ªa las ideas m¨¢s profundas que ellos tienen sobre la unidad y la permanencia de Espa?a. No cabe duda, por ejemplo, que las autonom¨ªas han sido un paso valiente, atrevido y en alg¨²n momento comprometido y arriesgado. Algunas fuerzas pol¨ªticas no han interpretado la autonom¨ªa con el debido respeto a la unidad superior del Estado, y ah¨ª se han producido tensiones que han alarmado profundamente a los componentes de las Fuerzas Armadas. Creo que las autonom¨ªas, en cuanto desde sus bases se pretenda llegar a un separatismo o independentismo, alarman a muchos espa?oles y, entre ellos, a la pr¨¢ctica totalidad de los militares, que ven ah¨ª una quiebra del principio de unidad nacional.
Adem¨¢s, la apertura a las libertades y las reformas legales han podido producir en ciertos momentos una impresi¨®n de desorden, que a su vez provocaba o ten¨ªa como secuela un crecimiento de la delincuencia: la quiebra del principio del orden p¨²blico. Todo ello hubo un momento que alarm¨® a una gran parte de la sociedad espa?ola, aunque ya se ha superado porque se demostr¨® que dentro de un r¨¦gimen de libertad se puede igualmente mantener el orden, respetar la ley y los principios del Estado de derecho.
La Constituci¨®n y el sistema democr¨¢tico han dado a Espa?a entrada en el lugar que le corresponde dentro del concierto de las naciones. Yo dec¨ªa el jueves pasado en Zaragoza a los militares que reparasen en el hecho de que Espa?a es hoy una naci¨®n importante en la franja de las doce o catorce primeras del mundo.
P. Eso se percibe de una manera espl¨¦ndida en un acto como el de la entrega del Premio Carlomagno al rey don Juan Carlos en Aquisgr¨¢n..
R. Evidente, pero adem¨¢s esa percepci¨®n aumentar¨¢ si la sociedad espa?ola deja de ser tan autocr¨ªtica y gana confianza en s¨ª misma y en su futuro. Las Fuerzas Armadas o algunos de sus representantes han podido albergar dudas en determinados momentos sobre la direcci¨®n emprendida. Creo que esos recelos est¨¢n en regresi¨®n muy r¨¢pidamente y ahora la inmensa mayor¨ªa piensa que m¨¢s all¨¢ de la Constituci¨®n empieza una aventura y un retroceso en las posibilidades abiertas a Espa?a como naci¨®n moderna occidental.
Hay que ocuparse de los problemas militares porque son muy importantes y afectan a la naci¨®n espa?ola entera. En cambio, a mi juicio, debemos ir arrumbando esa desconfianza hacia actitudes, constitucionalistas o no, de las Fuerzas Armadas y pensar que lo importante es su sentido de la obediencia, del cumplimiento del deber, de respeto incluso para hacer aquello que no le gusta y admitir aquellos fen¨®menos que no le agradan.
P. Frente a la concepci¨®n constitucional de los ej¨¦rcitos como ¨²ltima garant¨ªa para el ejercicio de la soberan¨ªa nacional hay toda una l¨ªnea de pensamiento, muy difundida en medios y centros acad¨¦micos militares, que considera a los profesionales de la milicia como los ¨²nicos int¨¦rpretes aut¨¦nticos de los valores patrios, por encima de la encarnaci¨®n demogr¨¢fica que la naci¨®n tenga en un momento hist¨®rico determinado. ?Considera usted que pueden tener los ej¨¦rcitos otros objetivos distintos de los que el pueblo espa?ol se ha dado libremente?
R. El poder pol¨ªtico es el que dirige la naci¨®n, y los dem¨¢s poderes de organizaci¨®n, incluido el militar, tienen que estarle subordinados. En una naci¨®n que se est¨¢ dando una nueva forma de vida social y pol¨ªtica, el poder pol¨ªtico tiene que hacer un esfuerzo permanente por comprender y tener presente en cada una de sus decisiones el grado de evoluci¨®n de los colectivos m¨¢s importantes, entre ellos el colectivo militar, de forma que se logre que todos respeten la gran idea final de un proyecto pol¨ªtico democr¨¢tico.
P. El r¨¦gimen anterior cre¨® el espejismo de que Espa?a empezaba el 18 de julio de 1936. Desde una concepci¨®n hist¨®rica m¨¢s amplia y una asunci¨®n del pasado m¨¢s plena y acorde con el sentido reconciliador de la Constituci¨®n de 1978, ?no cree que es urgente emprender la empresa de construir un nuevo orgullo militar sobre unas bases distintas de la victoria de la guerra civil?
R. Para m¨ª, la democracia de nuestra generaci¨®n tiene que contar con la gente que, sinti¨¦ndose orgullosa de haber profesado los ideales del r¨¦gimen anterior, admite el nuevo sistema y con aquella otra gente que estuvo totalmente en contra del franquismo y respeta la nueva Monarqu¨ªa. Es decir, con todos aquellos que han hecho, una s¨ªntesis sin renegar de su pasado inmediato. Otra cosa no me parece posible.
P. Nadie les pide que renieguen.
R. Se cometer¨ªa un grav¨ªsimo error si intent¨¢ramos construir la democracia espa?ola con la cr¨ªtica contraria o, si usted prefiere, no respetuosa, del inmediato pasado, porque no veo que haga falta. Tenemos que tener mas confianza los dem¨®cratas espa?oles en reconocer que quienes fueron franquistas tambi¨¦n contribuyeron a la historia de Espa?a. Igualmente me parece rechazable la postura de los que afirman, comparando el presente con la situaci¨®n anterior, que se ha ca¨ªdo en el desastre, porque eso es mentira y es magnificar los defectos que haya podido tener la transici¨®n y convertirlos en categor¨ªa.
P. Las dificultades de adaptaci¨®n o de engarce con el nuevo sistema democr¨¢tico no se han producido en las gentes que sirvieron honorablemente al sistema anterior, sino, sobre todo, en aquellas otras que lo sirvieron de manera esp¨²rea. El teniente general Quintana Lacac¨ª estuvo m¨¢s de veinte a?os destinado en el regimiento de la guardia de Franco, y sin embargo no tuvo que contrariar sus sentimientos para prestar un servicio decisivo el 23-F, enfrent¨¢ndose a la intentona golpista en defensa de la Monarqu¨ªa democr¨¢tica.
R. Habr¨¢ quien lo haya servido de manera esp¨²rea o para sus propios intereses, pero incluso a los que, habi¨¦ndolo servido con lealtad y sigan m¨¢s fieles a los principios del r¨¦gimen anterior que a los del nuevo, una democracia fuerte tiene que entenderlos y procurar rescatarlos para el sistema. La democracia no puede castigar m¨¢s que actos ilegales y ha de tolerar la existencia de gente que se declare no partidaria del sistema.
P. En las filas de las Fuerzas Armadas se perciben de manera muy directa los efectos de la intoxicaci¨®n permanente que recibe de la Prensa ultra. ?Est¨¢ haciendo algo el ministerio de Defensa en el campo de la opini¨®n interior de los ej¨¦rcitos?.
R. S¨ª, la de atraer los ej¨¦rcitos hacia la democracia por el camino de darles la tranquilidad y respeto que merecen y ocupamos de sus problemas aut¨¦nticos. F¨ªjese que estamos siempre d¨¢ndole vueltas a las actitudes pol¨ªticas, sin entrar en los problemas de fondo important¨ªsimos que est¨¢n planteados.
A ello responde la ley de modernizaci¨®n y dotaci¨®n de las Fuerzas Armadas. Si algo le preocupa a los cuadros de mando, es la rapidez con que va quedando obsoleto nuestro armamento, las deficiencias de organizaci¨®n y las retribuciones. Hoy, los oficiales y suboficiales de grado medio llegan dif¨ªcilmente a fin de mes.
P. Existe la impresi¨®n de que el Gobierno ha renunciado al ejercicio de las atribuciones que la Constituci¨®n le concede para dirigir la Administraci¨®n militar en favor de la Junta de Jefes de Estado Mayor. Este proceder afecta a una zona de decisiones, las relativas a la pol¨ªtica de personal y nombramientos, que despierta la intranquilidad de la opini¨®n p¨²blica.
R. Se trata de un ataque al Gobierno y a m¨ª, como ministro de Defensa, dirigido por determinadas personas o grupos que han sostenido esas afirmaciones. No s¨¦ muy bien por qu¨¦ lo dicen. No s¨¦ la diferencia que hay entre la Pol¨ªtica de nombramientos que yo he llevado a cabo y la precedente.
Yo, como ministro de Defensa, soy muy due?o de proponer al Gobierno el nombre del candidato que estimo m¨¢s apto y mejor.
P. El Gobierno ha presentado a veces esos nombramientos con una gran timidez, no como leg¨ªtimo resultado del ejercicio de sus facultades, sino camuflados en la mera mec¨¢nica del escalaf¨®n.
R. ?Hombre, no! Mire usted, no me fastidie. Timidez, no. Eso es lo ¨²nico que no le admito. D¨ªgame en qu¨¦ casos.
P. Por ejemplo, cuando se design¨® al general Arozarena para sustituir a Quintana en el mando de la I Regi¨®n Militar.
R. Madrid ten¨ªa una serie de problemas a la salida del general Quintana porque es una guarnici¨®n que est¨¢ metida dentro de la ciudad, mucho m¨¢s sujeta a presiones que cualquier otra.
Lo que ustedes propon¨ªan era un revulsivo tremendo, para ver luego qu¨¦ pasaba. ?Por qu¨¦ iba yo a tener que hacerlo? Porque se hab¨ªan empe?ado tres o cuatro periodistas, porque ustedes cre¨ªan que la democracia depend¨ªa del nombramiento de un general? Eso es equivocad¨ªsimo, porque entonces est¨¢bamos perdidos. Hab¨ªa que demostrar, en la ocasi¨®n que usted cita, que la democracia se puede colgar de cualquiera.
P. Existe la impresi¨®n de que los militares que han sido leales con el sistema democr¨¢tico se encuentran postergados porque se, les considera muy significados.
R. Los candidatos de ustedes son gente muy contestada y exc¨¦ntrica dentro del Ej¨¦rcito, y provocan recelos no por sus ideas democr¨¢ticas, sino por otras actitudes.
P. Al final resulta que los que no est¨¢n contestados son, por ejemplo, aquellos que estuvieron implicados en el 23-F, aunque no se sienten entre los procesados, y que han sido ascendidos con toda puntualidad.
R. Ustedes han tenido relaci¨®n solamente con algunos generales y desconocen a otros que son tan leales y tan respetuosos con la Constituci¨®n como aqu¨¦llos, pero tienen del fen¨®meno de las Fuerzas Armadas una idea distinta, mucho m¨¢s cercana al pensamiento mayoritario del espectro militar.
P. Se piensa que usted est¨¢ preocupado por escalar mayores cotas de popularidad en el seno de las Fuerzas Armadas. Que act¨²a m¨¢s como jefe de fila del colectivo militar y olvida los objetivos a cuyo servicio debe ponerlo. Es una cr¨ªtica que hac¨ªa ya el general Pav¨ªa a los ministros de la Guerra y de Marina, seg¨²n recoge Payne.
R. A m¨ª, lo que me preocupa es entender de verdad el fen¨®meno de las Fuerzas Armadas desde el punto de vista de un poder democr¨¢tico pol¨ªtico y evitar, a toda costa, que se eniquisten en relaci¨®n con los dem¨¢s colectivos sociales.
El objetivo que deb¨ªamos servir a la salida de un golpe frustrado como el del 23-F era superar ese trauma. No s¨¦ lo que dir¨¢n los libros de Payne, pero ¨¦l no ha vivido un golpe de Estado, y, yo s¨ª. Lo he vivido desde el banco azul la noche del 23-F y lo he vivido como ministro de Defensa desde el 26 de febrero.
Cuando yo escriba un libro despu¨¦s que pase el tiempo, a lo mejor resulta ser un cl¨¢sico de c¨®mo deben enfrentarse determinados fen¨®menos.
P. A partir de la guerra de las Malvinas, ?hay alg¨²n avance de conclusiones que afecte a los planes generales en curso para los tres Ej¨¦rcitos?
R. Lo que debe hacerse es esperar, porque ahora s¨®lo se dispone de informaciones fragmentarias. No creo que la batalla de las Malvinas haya revelado hasta el momento nada revolucionario en el plano militar ni que aporte datos innovadores sobre lo que ya sabemos.
P. ?Sobre qu¨¦ hip¨®tesis trabaja el Ministerio de Defensa en cuanto a la integraci¨®n de Espa?a en el comit¨¦ militar de la Alianza Atl¨¢ntica?
R. La idea m¨ªa, todav¨ªa no discutida con los Jefes de Estado Mayor, es que la parte espa?ola de la Pen¨ªnsula y, el eje Baleares-Estrecho-Canarias debe constituir una zona de mando independiente, responsable ante el comit¨¦ militar aliado. Su constituci¨®n habr¨¢ que negociarla con los otros pa¨ªses miembros de la OTAN.
P. ?Qu¨¦ reflejo. estima usted, que va a tener la entrada de Espa?a en el comit¨¦ militar sobre cada uno de nuestros ej¨¦rcitos?
R. La Armada trabaja con c¨®digos y directivas ot¨¢nicas desde hace m¨¢s de diez a?os. El ¨²nico problema es el de modernizar nuestra flota. Respecto al Ej¨¦rcito del Aire, podr¨ªa decirse lo mismo, aunque el efecto va a ser mayor si nos integramos en la red de detecci¨®n, a la cual ya hacemos algunas aportaciones que habr¨¢ que mejorar. Desde el punto de vista del despliegue y la utilizaci¨®n de la aviaci¨®n, la OTAN no tendr¨¢ efectos perceptibles. Con la adopci¨®n del programa FACA, nuestra fuerza a¨¦rea se situar¨¢ a un nivel homologable con el de cualquier pa¨ªs occidental.
En el Ej¨¦rcito de Tierra, la experiencia OTAN y el trabajo acorde con sus directivas producir¨¢ mayor impacto. Incidir¨¢ en la modernizaci¨®n, desde el despliegue hasta la composici¨®n de las unidades. Tambi¨¦n, aunque menos, en el armamento. Los nuevos sistemas de armas ya est¨¢n previstos en la ley enviada al Congreso.
P. ?Est¨¢ previsto el estacionamiento de alguna unidad espa?ola fuera de nuestras fronteras?
R. Depende del coste y de la negociaci¨®n. Pienso que, como los ej¨¦rcitos de los otros pa¨ªses aliados, tendremos unidades del tama?o del regimiento o batallones adscritas a la fuerza de intervenci¨®n inmediata, que se desplazar¨¢n con frecuencia para hacer maniobras conjuntas.
P. ?Qu¨¦ planes tiene el Ministerio de Defensa en el campo de la ense?anza y de las academias militares?.
R. El objetivo es preparar una disposici¨®n-marco sobre la ense?anza militar. En el caso del Ej¨¦rcito de Tierra hay que hacer una labor m¨¢s importante, por ejemplo con la Escuela de Estado Mayor que he visitado y donde creo que habr¨¢ que cambiar su estructura f¨ªsica y a?adirle medios de ense?anza y ordenadores de los que carece actualmente.
En los tres Ej¨¦rcitos estamos estudiando la unificaci¨®n de ense?anzas para determinados cuerpos y servicios -Intervenci¨®n, Intendencia, Farmacia o Sanidad-, que es un paso importante desde el punto de vista del Ministerio de Defensa. Los objetivos respecto a las Academias Generales se cifran en la puesta al d¨ªa de sus programas y abrirlas a las t¨¦cnicas modernas, sin olvidar los grandes valores morales y de entrega.
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