Objetivo: 0,7%
Al igual que en otros pa¨ªses desarrollados (?es el nuestro un pa¨ªs desarrollado?), la campa?a, que actualmente realiza Justicia y Paz con el lema "Objetivo: 0,7%", pretende que se llegue a convencer a las fuerzas pol¨ªticas espa?olas para que propongan y aprueben un proyecto de ley con el fin de que a partir de 1982 se destine en los Presupuestos Generales del Estado un 0,7% del Producto Nacional Bruto espa?ol a ayudar a los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo (?o habr¨ªa que decir pa¨ªses en v¨ªas de subdesarrollo"?).
Tal prop¨®sito, conseguir ese 0,7% del PNB para ayudar al Tercer Mundo, es un requisito m¨ªnimo que solicitan las Naciones Unidas para intentar evitar la casi segura cat¨¢strofe que puede llegar a provocar el creciente abismo entre los pa¨ªses ricos y los pobres.
Se trata de una cuesti¨®n de justicia, pero tambi¨¦n de sentido com¨²n. Si hay millones de personas que se mueren de hambre en el mundo es porque algo no marcha, y ese algo es, sin duda, el sistema socioecon¨®mico actual. Y no marcha ni para unos ni para otros. Hace d¨¦cada y media se me podr¨ªa haber objetado que el sistema no funciona para el Sur, para los pa¨ªses que alguien ha denominado proletarios, pero que los pa¨ªses ricos lo son porque el sistema, su sistema, les conviene a ellos. Sin embargo, desde la gran crisis de 1973, con su origen en el complejo tinglado del petr¨®leo, nada se desenvuelve a satisfacci¨®n de nadie. Como ya dec¨ªa Kurt Waldheim en 1975, "el sistema internacional de relaciones econ¨®micas y comerciales concebido hace treinta a?os es hoy manifiestamente inadecuado para las necesidades de la comunidad mundial en su conjunto. En el pasado, la acusaci¨®n contra ese sistema era que funcionaba bien para los ricos y que iba dirigido contra los pobres. Hoy ni siquiera se puede decir que funcione bien para los ricos, lo que constituye un incentivo adicional para desarrollar un nuevo orden econ¨®mico".
Ego¨ªsmo y ceguera
Y sin embargo, y a pesar de la claridad de los argumentos y de los datos, el ego¨ªsmo y la ceguera se imponen hasta ahora a la inteligencia y al buen sentido. Resulta inconcebible que todav¨ªa varios Gobiernos occidentales e instituciones econ¨®mico-internacionales por ellos controladas no se percaten de que, aunque sea por ego¨ªsmo, pero por ego¨ªsmo inteligente, es necesario ceder una parte para no perder el todo. Porque, ?cu¨¢ntos a?os pueden pasar sin que explote un sistema en el que, por ejemplo, el consumo de energ¨ªa de un habitante de Estados Unidos es equivalente al de dos alemanes, tres suizos, seis yugoslavos, nueve mexicanos, diecinueve malayos, 53 indios, 109 ceilandeses, 438 malienses o 1.072 nepaleses?
El nuestro es un mundo que hasta ahora ha soportado y permitido tales desigualdades y lo que las mismas implican, al tiempo que ha dedicado (en 1979) 450.000 millones de d¨®lares a gastos de armamentos. Ese mismo mundo y ese mismo a?o dedic¨® s¨®lo 20.000 millones en ayuda oficial al desarrollo.
?Est¨¢n locos los Gobiernos occidentales, que no toman medida para eliminar tal desm¨¢n internacional? ?C¨®mo se explica la muy reciente pol¨ªtica del Banco Mundial a este respecto? El nuevo director del mismo, A. W. Clausen ha expuesto en Tokio hace un par de meses su visi¨®n del problema: la clasificaci¨®n del mundo en Norte-Sur, dice, es simplista. Estamos ante un mundo multipolar, con, al menos, "ocho palos de significativa importancia econ¨®mica". No se puede tratar a todos por igual, afirma. Lo que en principio es una apreciaci¨®n correcta se convierte sin embargo, en instrumento pol¨ªtico al servicio de los intereses del mundo superdesarrollado. Porque lo que persigue ahora el Banco Mundial es la fragmentaci¨®n (en, al menos, esos "ocho polos econ¨®micos") del mundo subdesarrollado. Es el divide y vencer¨¢s. Propone conversaciones bilaterales con cada uno de esos ocho polos con el fin de debilitar el frente sur. Pol¨ªtica rapaz y ciega que choca con la anterior mantenida por el propio Banco Mundial. No se olvide que fue precisamente su entonces presidente, Robert McNamara, quien en 1977 propuso la creaci¨®n de la Comisi¨®n Independiente sobre Problemas Internacionales del Desarrollo, tambi¨¦n conocida como Comisi¨®n Norte-Sur o Comisi¨®n Brandt, por Willy Brandt, su presidente.
Programa para sobrevivir
Comisi¨®n que en su informe, aparecido a finales de 1979 ("Un programa para la supervivencia"), propone justamente el fortalecimiento de la ONU para lograr entre todos el desarrollo de todos y no la explotaci¨®n de una gran mayor¨ªa a cargo de una minor¨ªa, explotaci¨®n que no se evitar¨¢ sin una masiva transferencia de recursos financieros del Norte al Sur, que, obviamente, no constituye una divisi¨®n simplista, sino una realidad sangrante. Transferencia de recursos (la Comisi¨®n Brand, propone el 0,7% del PNB hasta 1985 para elevarlo al 1% a finales de siglo) que, unida a otras medidas, servira -como dice J. P. Cot, ministro franc¨¦s para la Cooperaci¨®n y el Desarrollo- para que el Norte, al ayudar al Sur, se ayude a s¨ª mismo. Y para que alg¨²n d¨ªa los occidentales podamos coherente y dignamente hablar de una aut¨¦ntica y justa comunidad internacional, porque, en palabras de Mitterrand en su toma de posesi¨®n en el El¨ªseo, en mayo de 1981, no existir¨¢ una verdadera comunidad internacional mientras los dos tercios del planeta contin¨²en aportando sus hombres y sus bienes a cambio del hambre y el desprecio".
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