Quique, una dura infancia y un respiro de libertad
ENVIADO ESPECIALEnrique Ramos, Quique, pasa por ser una persona alegre, jovial, extrovertida y ansiosa de vida. A simple vista no se adivina en las arrugas de su frente una historia dif¨ªcil. En ch¨¢ndal y botas de tacos no parece que por ¨¦l haya pasado un tiempo pr¨®digo en desventuras. Tiene el andar presumido y cong¨¦nito de los jugadores de f¨²tbol que llegan alto, la conversaci¨®n temerosa por la presencia de un micr¨®fono y la sonrisa di¨¢fana de despu¨¦s, la que aparece cuando el cuestionario del periodista finaliza y comienzan la chanza y los comentarios a las propias preguntas y respuestas. Parece igual que todos, cortado por el patr¨®n de las figuras del f¨²tbol y adornado por los colores del equipo nacional. Pero no es igual que todos; al menos, no lo fue antes, hace unos a?os. En una esquina de su alma a¨²n viven los recuerdos de una infancia escasa de mimo, escasa de caprichos y pr¨®diga en desventuras. El tiempo borra casi todo y primero se barre a s¨ª mismo cuando no se gusta. A Quique le cuesta rememorar aquellas viejas ¨¦pocas. Seguro que hubiera preferido contar sus ¨¦xitos profesionales o sus ilusiones para el futuro. Por esta vez no pudo ser. El, entre los veintid¨®s hombres que conviven a las ¨®rdenes del f¨²tbol espa?ol, encarna la ni?ez y la adolescencia triste, quiz¨¢s la m¨¢s triste que se pueda dar, la que te priva del cari?o de la madre.
Historial
Nombre: Enrique Ramos.Edad: 26 a?os. Estatura: 1,70 metros. Peso: 69 kilos. Club: Atl¨¦tico de Madrid. Internacional: 8 veces ol¨ªmpico, dos veces sub23 y seis veces absoluto. Estado civil: casado, un hijo.
Quique lo cuenta con semblante serio. "Las circunstancias de la vida dejaron a mi madre viuda cuando a¨²n era muy joven. Entonces ya ten¨ªa tres hijos. Yo contaba dos a?os de edad, mi hermana mayor, tres, y el peque?o diecinueve meses. No recuerdo nada de aquella ¨¦poca, solo tengo grabadas im¨¢genes sin voz en mi cabeza, son grabaciones de figuras difuminadas".
"Mi madre, para sacamos adelante a los tres hijos, trabaj¨® duro. Ella siempre fue una mujer muy inquieta y siempre le gust¨® moverse mucho. Los anillos no se le ca¨ªan porque fregara en casas particulares. Fue una luchadora. Cuando me lleg¨® la hora de ir al colegio, a mi madre no le qued¨® m¨¢s remedio que internarme. Yo s¨¦ que ella no pod¨ªa pagarnos una educaci¨®n como al resto de los ni?os, no hab¨ªa dinero y no daba a basto a trabajar".
"En el colegio, interno, pas¨¦ unos a?os muy dif¨ªciles, fueron seis o siete a?os, no recuerdo bien. Aqu¨ª te abr¨ªan los ojos de una forma contundente. A veces pienso que ve¨ªas todo m¨¢s claro que si hubiera estado con mis padres. All¨ª me di cuenta de que la vida era en realidad muy dif¨ªcil. Separarme poco a poco de mi padre, de una serie de cosas, me hac¨ªa pensar que si hubiera tenido padre todo hubiera sido m¨¢s f¨¢cil".
"Alguna vez volv¨ª al colegio y lo encontr¨¦ todo igual. En esas ocasiones record¨¦ los momentos que hab¨ªa vivido all¨ª dentro. Conservo a muchos amigos de entonces y de vez en cuando me encuentro a algunos. Hay a quienes no conozco por el nombre, pero siempre se te queda la cara de las personas con las que has pasado pr¨¢cticamente media vida. En el colegio me pegaron palizas por no comer algunos platos que no me gustaban. Me acuerdo que un d¨ªa por un plato de acelgas me pegaron tal cantidad de palos que me dejaron baldao. Ahora odio las acelgas, hay cosas que se te quedan marcadas".
"Estuve interno hasta los catorce a?os y luego me puse a trabajar en una f¨¢brica de muebles en Parla. Trabaj¨¦ de botones en una oficina y luego me traslad¨¦ a Pinto, cuando me fich¨® el equipo local. En Pinto me dieron adem¨¢s un trabajo que compaginaba con el f¨²tbol. A partir de ese momento comenz¨® a cambiar todo en mi vida. Ahora estoy en una situaci¨®n m¨¢s o menos c¨®moda y me alegro de haber pasado estos a?os porque s¨¦ lo duro que es el trabajo, s¨¦ lo duro que es levantarse a las seis de la ma?ana, trabajar fuerte todo el d¨ªa, en fin...".
Quique comenz¨® a jugar al f¨²tbol en el colegio Virgen de la Paloma. Viv¨ªa en Parla y todos los domingos se acercaba al centro de Madrid para disputar el campeonato de escolares. Luego, el trabajo le oblig¨® a alinearse con el Parla y m¨¢s tarde con el Pinto. Fue amateur un a?o, otro lo pas¨¦ en la mili y de vuelta a casa se enrol¨® en el Atl¨¦tico Madrile?o. De all¨ª pas¨® al Atl¨¦tico de Madrid, equipo en el que act¨²a desde hace tres temporadas. El azar se vuelve tan caprichoso que hoy Quique es el ¨²nico jugador del equipo colchonero que est¨¢ en la selecci¨®n espa?ola. Es algo as¨ª como pasar de la nada al todo.
"La vida da muchas vueltas y creo que al fin me ha sonre¨ªdo la suerte. Para m¨ª es una fortuna poder tener lo que ahora tengo, haberlo recibido de una cosa que en realidad es lo que me gusta. Ahora estoy en la gloria, porque no pod¨ªa esperar lo que me ha venido. Dej¨¦ los estudios en primero de oficial¨ªa industrial y mi futuro hace a?os era gris, muy gris. Yo no vivo como un rey, pero la vida me ofrece la libertad de hacer lo que yo quiera, de comprar cosas que me encaprichaban cuando era ni?o y aunque sean cosas que no necesite, s¨®lo por el hecho de no haberlas tenido antes, las compro. Mis caprichos se redujeron siempre a los juguetes que ve¨ªa a los dem¨¢s ni?os y yo no pod¨ªa aspirar a tener. El Scalextric era uno de esos juegos".
Quique tiene unos rizos y una expresi¨®n p¨ªcara. Con un poco de imaginaci¨®n le podr¨ªamos situar en una de esas pandillas juveniles que pululan en las ciudades perif¨¦ricas de Madrid. Un rebelde sin causa. El asegura que nunca perteneci¨® a ninguna de esas bandas. "Eramos cinco o seis amigos que siempre ¨ªbamos juntos, pero no nos dedic¨¢bamos a robar coches ni dar sustos a la gente. Ibamos detr¨¢s de las chicas como lo suele hacer todo el mundo, pero nada m¨¢s". Su madre vive ahora desahogada y Quique enfrascado en su hija, viendo como crece palmo a palmo. "Me encantan los ni?os, desde que tuve a mi hija, hace diecinueve meses, pr¨¢cticamente no he salido ninguna noche. S¨®lo recuerdo una noche que sal¨ª en todo ese tiempo. Me encanta mi hija, me encantan los ni?os y estoy muy a gusto en casa con ella y con mi mujer".
P: ?Todav¨ªa sue?a?
R: So?¨¦ mucho de cr¨ªo y ahora depende del d¨ªa. A veces sue?o antes de un partido con lo que voy a hacer en el campo; otras veces sue?o cosas que no tienen explicaci¨®n.
A Quique no le gusta que le hablen del aborto. Le pone nervioso. Su respuesta es tajante. No, al aborto. "Despu¨¦s de haber tenido la experiencia de mi hija, pienso que nunca dar¨ªa un paso as¨ª.
P: ?T¨ªmido?
R.: S¨ª.
P.: ?Retra¨ªdo?
R.: No.
P.: ?D¨®nde se encuentra m¨¢s a gusto: en el campo de f¨²tbol o en la calle?
R.: Pasear con mi ni?a y con mi mujer me gusta much¨ªsimo, pero jugar al f¨²tbol es en realidad mi trabajo, el esfuerzo que debo realizar para luego estar tranquilo y poder pasear.
P.: ?La afici¨®n del f¨²tbol es inteligente?
R.: Hay unas aficiones que s¨ª, y otras no. En cualquier caso, la afici¨®n es la que paga, tienes que darlo todo por ella y, por supuesto, debes estar supeditado a lo que ella quiera.
P.: ?Ceder¨ªa su puesto si con ello se garantizara el triunfo de la selecci¨®n espa?ola?
R.: S¨ª, desde luego.
P.: ?Qui¨¦n ganar¨¢ el Mundial?
R.: Eso es muy dif¨ªcil de responder. Hay que jugar los partidos y nunca se saben los resultados. Siempre hay selecciones que tienen m¨¢s posibilidades que otras porque quiz¨¢s hayan ganado otros campeonatos.
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