Risas y l¨¢grimas
El director de esta pel¨ªcula, Leo McCarey, fue uno de los cincastas m¨¢s singulares del cine norteamericano. Se form¨® como ayudante de Tod Browning entre 1918 y 1923, y gan¨® r¨¢pidamente fama de excelente inventor de gags c¨®micos, por lo que fue contratado por el productor Hal Roach, especializado en filmes c¨®micos, con quien trabaj¨® estrechamente hasta 1929. En estos cinco a?os cre¨® al d¨²o Stan Laurel y Oliver Hardy.En 1930 se despidi¨® de Roach y comenz¨® a hacer largometrajes, no hace falta decir que c¨®micos, que condujeron, en 1933, a una de las maravillas de la nueva comicidad del sonoro: Sopa de ganso, la primera, y genial, incursi¨®n de los Marx en el cine.
Rodaba McCarey una nueva comedia, ambientada en el Oeste, Nobleza obliga, en la que actuaba, en el papel de un pulido chef ingl¨¦s al servicio de patanes, un actor brit¨¢nico reci¨¦n importado, llamado Charles Laughton. En el filme hay una escena en la que alguien hace menci¨®n al discurso de Lincoln sobre la batalla de Gettysburg. Pero nadie, entre tanto patriota yanki, recuerda las c¨¦lebres palabras... salvo el chef, un extranjero, que se las sabe de memoria. El fondo y la forma de la escena eran c¨®micos. Charles Laughton se engalla, toma aires shakespearianos, y recita el discurso. Poco a poco, la comicidad se va diluyendo y la risa deriva hacia la l¨¢grima. As¨ª descubri¨® McCarey su t¨¦cnica para hacer llorar por encima de la sonrisa, para crear, desde de la comic¨ªdad, una forma inimitable de patetismo. Era el a?o 1935.
Desde entonces el McCarey inventor de carcajadas fue desplazado por el McCarey sentimental de La p¨ªcara puritana, T¨² y yo, Siguiendo mi camino y Las campanas de Santa Mar¨ªa. Y no es justo este desplazamiento, porque entre uno y otro hay una continuidad de t¨¦cnica narrativa, que desvela, por ejemplo, el acertado paralelismo que Andrew Sarris establece entre los casos de McCarey y Frank Capra, ambos formados en la ¨¦poca del cine c¨®mico mudo, ambos consumados especialistas en concebir y ejecutar gags de hilaridad irresistible y, finalmente, ambos campeones de la sentimentalidad en el cine sonoro. Los sutiles lazos entre la risa y el llanto y los mecanismos narrativos que los despiertan, fueron desvelados por las intuiciones de estos dos cineastas, cuya contribuci¨®n al dominio por parte del c¨ªne de las emociones humanas es incalculable.
Las campanas de Santa Mar¨ªa, rodada en 1945, es un prototipo del cine sentimental de McCarey. Es continuaci¨®n de Siguiendo mi camino y narra las relaciones del padre cantar¨ªn O'Malley -otra vez interpretado por Bing Crosby- con una monja -Ingrid Bergman- de las de "por la alegr¨ªa hacia Dios". No es el mejor ejemplo de cine sentimental de McCarey, pero tiene instantes dignos de una antolog¨ªa de este director -por ejemplo, la clase de boxeo de Ingrid Bergman-, en los que hay habil¨ªsimas mezclas de humor y l¨¢grima. Bergman realiza una interpretaci¨®n impecable y Bing Crosby le da una r¨¦plica decorosa.
Las campanas de Santa Mar¨ªa se emitir¨¢ ma?ana a las 15.35 por la primera cadena.
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