Dignidad en la rendici¨®n
Seiscientos paracaidistas brit¨¢nicos conquistaron el viernes la zona de Puerto Darwin y de Goose Green en el isla Soledad, la Malvina oriental. Unos 1.400 soldados argentinos fueron hechos prisioneros, afirm¨® ayer el coronel Chistopher Dunphie de la Central de Operaciones Combinadas, qui¨¦n describi¨® los pormenores de la operaci¨®n.Doce brit¨¢nicos murieron, entre ellos el teniente coronel Herbert Jones, 31 paracaidistas ingleses y 120 soldados argentinos resultaron heridos, y se teme que las muertes argentinas se cuenten por decenas.
"Fue una de las acciones b¨¦licas m¨¢s brillantes y valerosas desde la segunda guerra mundial", concluy¨® Dunphie al t¨¦rmino de su relato.
En la noche del 26 al 27 de mayo (hora local) la compa?¨ªa A del segundo batall¨®n de paracaidistas avanza unos veinte kil¨®metros desde la cabeza de puente de San Carlos hasta el caser¨ªo de Camilla Creek, para fijar una l¨ªnea de ataque. Aqu¨ª se produce el primer enfrentamiento con una patrulla argentina. Es reducida y se toman cuatro prisioneros. Durante el jueves 27 de mayo, el resto del batall¨®n comienza a avanzar desde San Carlos para congregarse en torno a este caser¨ªo, apoyado por un grupo de artiller¨ªa del 305 transportado por helic¨®pteros. Uno de estos, del tipo Scout, es derribado.
A las dos de la madrugada del viernes el teniente coronel Jones, al mando de este batall¨®n de diablos rojos, lanza el ataque, que pronto se transforma en una larga y encarnizada batalla. El poblado de Puerto Darwin, a siete kil¨®metros del caser¨ªo es el primero en caer, sin gran resistencia.
Pero a medida que las tropas brit¨¢nicas avanzan hacia Goose Green la defensa argentina se hace m¨¢s tenaz. Desde ambos bandos se disparan los morteros. Los argentinos comienzan a retirarse a fuertes posiciones defensivas que hab¨ªan preparado con anterioridad.
Los buques brit¨¢nicos apoyan la operaci¨®n con un intenso ca?oneo. Hace mal tiempo. Los aviones Harrier no pueden despegar, pero s¨ª los Bucara argentinos. Seis de ellos atacan a las fuerzas brit¨¢nicas. Cuatro son derribados por los misiles port¨¢tiles Blowpipe y otras armas ligeras.
Es el momento m¨¢s cr¨ªtico de la ofensiva brit¨¢nica, que se ve frenada por dos posiciones, desde las que los argentinos disparan sus ametralladoras. Jones sopesa los elementos en juego y decide encabezar un peque?o grupo para reducirlas. La operaci¨®n es un ¨¦xito, pero en ella muere el teniente coronel.
El comandante Chis Keeble no pierde el tiempo y toma el mando de las fuerzas para capitalizar la inercia de la ofensiva. En este delgado istmo, el concepto de flanco carece de valor. A ambos lados est¨¢ el mar. "La lucha se transforma en un dif¨ªcil combate de boxeo por la infanter¨ªa", explica Dumphie. El tiempo ha mejorado algo. Tres aviones Harrier despegan y comienzan a bombardear las posiciones argentinas.
Al anochecer, la compa?¨ªa A supera el poblado de Puerto Darwin. La compa?¨ªa B rodea Goose Green por debajo. Por encima, se han situado las compa?¨ªas C y D. Los argentinos quedan aislados en la peque?a aldea.
Durante la noche, con la ayuda de Allan Miller, responsable de San Carlos, y de Ray Goess, de Goose Green, ambas fuerzas entran en contacto a trav¨¦s de las emisoras de radio que sirven para enlazar en tiempos normales a los poblados de las islas. Acuerdan una reuni¨®n para las nueve de la ma?ana del s¨¢bado, bajo bandera blanca, en la pista de hierba de Goose Green. Los periodistas Robert Fox (BBC) y David Morris (Dady Mail) act¨²an como testigos civiles.
A las 10.50 horas del 29 de mayo , el capit¨¢n de escuadra de las fuerzas a¨¦reas argentinas, Wilson Dozer Pedroza, oficial de mayor rango, acuerda la rendici¨®n, celebrada en una "ceremonia digna y oficial". 1.400 argentinos se convierten en prisioneros de guerra. Los brit¨¢nicos capturan adem¨¢s tres ca?ones de campa?a, cuatro antia¨¦reos, dos aviones y munici¨®n.
El comandante argentino, en la ceremonia descrita por Robert Fox, hace desfilar a sus fuerzas. Pronuncia un discurso pol¨ªtico y entona el himno nacional. Al terminar, los argentinos arrojan al suelo sus cascos y sus armas. Un grupo de ellos gritan jubilosos por regresar a su hogares.
Los argentinos hab¨ªan accedido a liberar a los 112 habitantes de los poblados que hab¨ªan permanecido bajo guardia en la sala comunitaria de Goose Green.
Por la tarde, el cuerpo del teniente coronel Jones es tra¨ªdo desde una colina. Un soldado marcha delante. "La silueta de esta ceremonia silenciosa fue la imagen m¨¢s imperecedera dela jornada", concluy¨® Fox.
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