El presidente norteamericano intentar¨¢ 'vender' a Europa su modelo econ¨®mico
En Versalles el tono no ser¨¢ muy diferente al de Montebello. Reagan, acompa?ado de sus principales consejeros en pol¨ªtica econ¨®mica, recordar¨¢ que el programa de su Administraci¨®n ha logrado indudables logros positivos en la batalla contra la inflaci¨®n, situ¨¢ndola en 7,5% de proyecci¨®n para 1982, una de las m¨¢s bajas, junto con Jap¨®n (4,5%) y la Republica Federal de Alemania (4,25%), entre los pa¨ªses participantes de la cumbre.
Donald Regan, el secretario del Tesoro norteamericano, repiti¨® antes de salir de Washington la "tradicional oposici¨®n" de la Administraci¨®n estadounidense a intervenir en los mercados monetarios, en aras del respeto a la doctrina del liberalismo econ¨®mico estadounidense.
Aunque, en un gesto de m¨¢s significado pol¨ªtico que impacto econ¨®mico, el presidente Reagan puede admitir en la cumbre de Versalles la creaci¨®n de grupos de trabajo que estudien los efectos de las pol¨ªticas monetarias en las econom¨ªas occidentales.
Partiendo de par¨¢metros diferentes, entre Estados Unidos, Canad¨¢, Francia, Republica Federal de Alemania (RFA), el Reino Unido, Italia y Jap¨®n, los siete l¨ªderes de la cumbre de Versalles, repetir¨¢n los t¨®picos cl¨¢sicos en ese tipo de encuentros, aunque quiz¨¢ les haga reflexionar el que, desde, la primera cumbre en Rambouillet, en 1975, a la actual, en Versalles, el n¨²mero de parados en los pa¨ªses participantes ha pasado de 15 millones a 25 millones de personas, de las cuales 10 millones son norteamericanas.
Pero Ronald Reagan se amparar¨¢ probablemente, una vez m¨¢s, en la libertad de acci¨®n del Fondo Federal de Reserva norteamericano, donde, sin intervenciones de la Casa Blanca, el responsable, Paul Volker, parece decidido a continuar con su pol¨ªtica monetaria superrestrictiva para controlar la inflaci¨®n. La intenci¨®n, por parte norteamericana, es que los dem¨¢s pa¨ªses occidentales industrializados deben adoptar pol¨ªticas similares a la noyteamericana, lucha contra la inflaci¨®n y salvaguardia del librecambismo, para superar la crisis econ¨®mica, aunque el alto precio el dinero penalice la inversi¨®n en Estados Unidos y en Europa occidental.
Problemas internos
El hecho de que Reagan llegue a la cumbre de Versalles sin haber logrado un compromiso en el presupuesto federal norteamericano para 1983 -cuyo d¨¦ficit, superior a los 100.000 millones de d¨®lares, espanta a los inversores de Wall Street- es otro claro elemento de los propios problemas internos de la pol¨ªtica econ¨®mica de Reagan.
Con m¨¢s ardor a¨²n que la pol¨ªtica de los altos tipos de inter¨¦s bancarios, Ronald Reagan defender¨¢ en Versalles la necesidad de preservar el liberalismo comercial internacional. Recordar¨¢ a los europeos los inconvenientes que crea a Norteam¨¦rica la pol¨ªtica de subvenciones de la Comunidad Econ¨®mica Europea (CEE) a la exportaci¨®n de productos agr¨ªcolas y al sector sider¨²rgico.
Sin salir de su contexto preferido de relaciones Este-Oeste, Reagan pedir¨¢ a los europeos que restrinjan dr¨¢sticamente su pol¨ªtica de cr¨¦ditos a la Uni¨®n Sovi¨¦tica y a los pa¨ªses del Este, sobre todo a los sectores destinados a la adquisici¨®n de productos de alta tecnolog¨ªa, que pueden ser utilizados por la URSS para fines militares.
Siempre en el mismo contexto Este-Oeste, Reagan no dejar¨¢ de repetir su oposici¨®n al gaseoducto siberiano, por el peligro que seg¨²n ¨¦l hace correr al incrementar la dependencia energ¨¦tica de Europa occidental.
Un programa nunca aceptado por parte de Washington -que mantiene un embargo para la venta de turbinas de origen norteamericano para el gaseoducto sovi¨¦tico-, y no s¨®lo por razones de influencia y dependencia estrat¨¦gicas. Las compras de gas siberiano suponen un peligro para las exportaciones de carb¨®n estadounidense hacia Europa occidental.
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