La mujer el¨¦ctrica
Villiers de L'Isle Adam escribi¨® sobre la Eva futura. Anne Hooper, rubia, madura y convencional, escribe sobre la mujer el¨¦ctrica (Jorge Herralde / / Anagrama), que quiz¨¢ sea la misma cosa.Cristina Alberdi tan lista, dice ayer mismo que la mujer no est¨¢ liberada por el solo hecho de ponerse a trabajar. Parece que Anne Hoop¨¦r busca la liberaci¨®n de la mujer a trav¨¦s de la cama, mejor que a trav¨¦s del tomo o la fresadora. A partir del viejo descubri miento de que no somos sino un proceso electroqu¨ªmico que ha salido medio bien (a principios de si glo los reaccionari¨®s refutaban a Darwin diciendo que la teor¨ªa de la evoluci¨®n era holgazana y c¨®moda para explicarlo todo), las feministas de las sociedades avanzadas han decidido resolver el¨¦ctricamente el problema de la frigidez o semifrigidez de las mujeres mediante vibradores y otras industrias.
Aparte el costumbrismo electr¨¢ nico, el mayor inter¨¦s sociol¨®gico de esto reside en que la mujer tiende a hacerse due?a de su cuerpo, a reconquistar ese continente perdido, esas Malvinas de belcor adentro que hace muchos a?os coloniz¨® el hombre. S¨®lo con una mujer realmente due?a de su cuerpo cambiar¨¢ un poco esta sociedad As¨ª, en Londres hay un taller preorg¨¢smico que va ense?ando a las mujeres de coraz¨®n fr¨ªo a ser felices. Tema muy importante, dentro de estas ense?anzas, es el ego¨ªsmo org¨¢smico, ya que la mujer, con una secular mentalidad de Sherezade, se ha preocupado m¨¢s de la felicidad corporal del hombre que de la suya propia.
Las mil y una noches son verdad. La mujer est¨¢ recobrando su cuerpo mediante una cultura de la autoimagen mucho m¨¢s efectiva que el viejo narcisismo femenino, que no escond¨ªa sino inseguridad, vac¨ªo y timidez. Los desnudos de las revistas son nocivos, no por lo que cree la ultranza, sino porque la crean a la mujer usual (siempre la deliciosa expresi¨®n de Laforgue) una idea de inferioridad personal y un modelo sexual de couch¨¦ que no tiene nada que ver con la vida. El autoexamen, mediante el esp¨¦culo y otras industrias, le perm¨ªte a la mujer, en todo momento, saber c¨®mo est¨¢ de salud sexual, c¨¢nocer a tiempo sus embarazos, emanciparse en lo posible de una ginecolog¨ªa despersonalizada y masculina, como lo es hoy casi toda la medicina en general. Claro que tambi¨¦n hay, en la muy moderna filosofia sexual que propugna el vibrador por encima de cualquier otra manera de satisfacci¨®n, un inter¨¦s secreto por vender vibradores.
Uno de los mitos sexuales que destruye la sexolog¨ªa moderna (y que era muy necesario destruir) es el del placer simult¨¢neo, en la pareja, cosa dificil y rara de obtener. Este mito sexual tiene un origen sin duda religioso, que confunde uni¨®n sexual con reproducci¨®n. Los hombres y las mujeres estamos muy desajustados (como tambi¨¦n otras especies), y toda la sexolog¨ªa moderna tiende a reajustamos. El ideal del orgasmo simult¨¢neo y sublimado ha estado arruinando muchos matrimonios durante a?os y a?os. La fantas¨ªa, sorprendente apartado en estos libros tan cient¨ªficos (e incluso el¨¦ctricos, como ya se ha dicho), no es sino el erotismo, el sexo pasado por la imaginaci¨®n.
Sabemos, seg¨²n la antropolog¨ªa, que los primeros rastros sexuales que deja el hombre en las cavernas no son pornogr¨¢ficos, naturalistas, sino ya imaginativos, er¨®ticos.
Los primitivos no eran nadaprimitivos y ten¨ªan su cultura er¨®tica (sexos pisciformes) mucho m¨¢s refinada que el ejecutivo medio de hoy, maleducado en la barbarie sexual de la prostituci¨®n.
Aparte ingenuidades y folklore tecnol¨®gico, la sexolog¨ªa moderna, principalmente la norteamericana, est¨¢ dando lugar a un hecho nuevo, revolucionario y fecundo: la mujer como due?a de su cuerpo. Adi¨®s a las armas, t¨ªos.
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