Las hipotecas de la OTAN
( ... ) Espa?a ingresa en la OTAN cuando el disenso entre el bloque atl¨¢ntico y los pa¨ªses suramericanos es un hecho cierto. A partir de ahora, el eternamente esgrimido papel hist¨®rico de Espa?a en Am¨¦rica estar¨¢ matizado, si no lo estaba ya, por los intereses norteamericanos y su brazo defensivo europeo, la Alianza Atl¨¢ntica, sin mayores posibilidades para templar gaitas en los momentos claves.Espa?a ingresa en la OTAN sin haberse aclarado todav¨ªa temas importantes que afecten al ejercicio de la soberan¨ªa nacional, as¨ª sea en Ceuta y Melilla o en el contencioso de Gibraltar. Ni se sabe qu¨¦ papel puede desempe?ar la Alianza Atl¨¢ntica en un eventual conflicto en las plazas de soberan¨ªa si se tiene noticia de que en el Reino Unido aliente ¨¢nimo descolonizador alguno con respecto a Gibraltar.
Hay que reconocer a P¨¦rez Llorca una cierta voluntad de s¨ªnteis entre querencias y obligaciones, pero debe a?adirse en seguida, que su defensa de las reivindicaciones argentinas sobre las Malvinas y su exigencia de que Espa?a ejerza mando militar ¨²nico sobre Gibraltar tiene m¨¢s de gesto que de iniciativa diplom¨¢tica s¨®lida.
La derecha espa?ola emprendi¨® una desenfrenada carrera hacia Bruselas tras el 23-F. De poca cosa sirvieron y sirven las recomendaciones de los contrarios al ingreso en la organizaci¨®n militar. Mientras el Gobierno encaja con parsimonia digna de mejor empef¨ªo el Canosa impuesto por la CEE a la econom¨ªa espa?ola, este mismo Gobierno ha ignorado las poderosas razones que aconsejaban andar con m¨¢s tiento a la hora de izar la bandera en Bruselas. Es inevitable que a partir de ahora nuestra diplomacia se instale definitivamente en la esquizofrenia.
Barcelona, 6 de junio.
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