El general Rios Montt disuelve la junta militar guatemalteca y se autoproclama presidente del pa¨ªs
Un autogolpe incruento convirti¨® ayer al general Efra¨ªn R¨ªos Montt en presidente de Guatemala, tras la disoluci¨®n de la junta militar que gobernaba el pa¨ªs desde el 23 de marzo y que encabezaba ¨¦l mismo. Aunque la proclama del Ej¨¦rcito, dada a conocer a las 10 de la ma?ana, justific¨® este cambio en la jefatura del Estado por la necesidad de unificar el mando pol¨ªtico, detr¨¢s de esta decisi¨®n se menciona de nuevo al grupo de "oficiales j¨®venes".Una evidencia de que el relevo no ha sido aceptado de buen grado por los otros dos triunviros, el general Maldonado Schaaf y el coronel Gordillo, es que ambos han sido forzados a dimitir tambi¨¦n de sus respectivas carteras de Gobernaci¨®n y Comunicaci¨®n.
En todo caso el pa¨ªs parece mantenerse al margen de estas luchas por el poder pol¨ªtico que se desarrollan en el interior de los cuarteles.
El colectivo de "oficiales j¨®venes" y que agrupa practicamente a todos los mandos intermedios del Ej¨¦rcito, hizo su primera aparici¨®n en la escena pol¨ªtica guaternalteca el pasado 23 de marzo, como instigador del golpe militar que derroc¨® al presidente, general Romeo Lucas.
Los integrantes de este grupo fueron al parecer quienes llevaron a la presidencia de la Junta a R¨ªos Montt, en tanto que los otros dos integrantes habr¨ªan sido impuestos por el mando militar que entonces se uni¨® a la sublevaci¨®n de los j¨®venes.
El golpe de marzo se present¨® a la opini¨®n p¨²blica como el ¨²ltimo recurso para limpiar el aparato administrativo de pol¨ªticos corrompidos y recuperar en el exterior una imagen deteriorada por los constantes fraudes electorales y la violaci¨®n de los derechos humanos.
En los dos meses y medios transcurridos desde entonces, el gobierno ha instrumentado una amnist¨ªa que ya ha sido rechazada por la guerrilla y ha hecho disminuir la violencia en la ciudad. Pero en las ¨²ltimas semanas se han conocido nuevas matanzas masivas de campesinos en el departamento del Quich¨¦. Aunque las autoridades han tratado de adjudicar la responsabilidad de estos hechos a la guerrilla, parece muy poco cre¨ªble que los grupos armados ataquen precisemente a las poblaciones que les prestan mayor colaboraci¨®n.
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