Cr¨®nica de una ruina anunciada
No hay duda. Cada ¨¦poca construye sus ruinas. Lo pens¨¦ por primera vez ante el espect¨¢culo de la estaci¨®n termal de Kalitea, constru¨ªda por los italianos en la costa de Rodas, a pocos kil¨®metros de la capital, a unos cuantos m¨¢s de la playa Lindos. Mussolini dej¨® en Rodas la impronta de una arquitectura oriental fascista que el tiempo ha ennoblecido, como ha ennoblecido los decorados del Eur, dir¨ªase que preconcebidos por obra y gracia de De Chirico. Un d¨ªa las aguas no salieron calientes en Kalitea, es decir, dej¨® de ser lo que era: una estaci¨®n termal y los decorados fueron insuficientes para disfrazar la frustraci¨®n metaf¨ªsica.Volv¨ª a pensar que cada ¨¦poca construye su ruina ante el espect¨¢culo de la almadraba gaditana de Sancti Petri, abandonada primero por los atunes y luego por los pescadores, poblado desolado junto a un mar est¨¦ril. Y en una semana se produce la absorci¨®n de Seix Barral por Planeta y la suspensi¨®n de pagos de Bruguera, toda una vida, toda mi vida cultural en ruina, desde Carpanta a Cr¨®nica de una muerte anunciada, desde Cor¨ªn Tellado a Azucena, a la mejor y m¨¢s literatura universal por metro cuadrado y por minuto, caracter¨ªstica de la ¨²ltima etapa de Bruguera.
Lara JR y Mario Muchnik aseguran que la programaci¨®n de Seix Barral volver¨¢ a tener aquel paso lento y seguro que nos trajo la literatura m¨¢s inteligente del universo contempor¨¢neo: Svevo, Gadda, Carson McCullers, Frisch, Wilson, Trilling, Vargas Llosa, Musil, para no hablar de la teor¨ªa o la cr¨ªtica del gusto, de nuestro gusto corregido y aumentado por los Friedrich, Curtius, Della Volpe. Nos acogemos a la sombra de esta promesa para no perder la esperanza de conservar una parte de nosotros mismos, pero enseguida nos caen encima los cascotes de Bruguera, como si se hubiera producido la explosi¨®n de una caldera nacida para producir Mortadelo y Filem¨®n y obligada de pronto a parir un mill¨®n de ejemplares de Garc¨ªa M¨¢rquez.Consumo para la infanciaSe llamaba El Gato Negro la editorial que el se?or Bruguera mont¨® antes de la guerra y se llam¨® Bruguera a secas, tanto para los clientes como para las amistades, cuando ya en la posguerra se dedic¨® a producir tebeos y literatura de consumo. T¨ªtulos y nombres inseparables de la ya no s¨¦ si buena o mala educaci¨®n sentimental de nuestra infancia. Azucena para que las ni?as pudieran llegar v¨ªrgenes al matrimonio y a la separaci¨®n por malos tratos. Pulgarcito para que los ni?os no advirtieran la verdadera estatura de la ferocidad de los adultos; adultos de papel como el padre de Zipi y Zape, miserables de papel como Carpanta, tetas de papel como las de Diana, la novia eterna del Inspector Dan; calenturas e histerias de papel como las de las. hermanas Gilda.
Para los adultos que le¨ªan como ni?os, editorial Bruguera les ofrec¨ªa el DDT, donde alg¨²n genio oculto infiltraba premoniciones de Ionesco a trav¨¦s de los Di¨¢logos para besugos o historietas ¨¦picas como las de El capit¨¢n Trueno o Las Haza?as B¨¦licas, por no citar una cola infinita de aventureros ejemplares al servicio de la emancipaci¨®n humana. Tambi¨¦n para los adolescentes o los adultos novelas de a duro, FBI, Secretos Servicios, Epica del Oeste a cargo del ex coronel republicano Marcial Lafuente Estefan¨ªa o lirismo rosa para consolaciones de pata de mesa o de techo de alcoba; Cor¨ªn Tellado se llamaba la escribidora consoladora por excelencia, un sex shop viviente a lo divino y casi sin pecado original.
SorpresasEsta era la editorial Bruguera de nuestra infancia y ya fue una sorpresa enterarnos, a?os despu¨¦s, que gracias a ella hab¨ªan sobrevivido intelectuales rojos, dibujantes y escritores que por las historietas y la subliteratura de Bruguera consiguieron pagar el alquiler, el seiscientos, una edici¨®n marxista literal del universo confiado en su condici¨®n de vencidos. Y tal vez de esta doble cultura, de esta esquizofrenia de exiliados interiores arranca el impulso que, de pronto, en la d¨¦cada de los 70 convierte a Bruguera en una editorial culta porque los que ¨¦ramos ni?os en los 40 (Umbral, Moix, Mars¨¦, Perich o un servidor) reivindic¨¢bamos el material del que estaba hecha nuestra conciencia y porque desde la propia Bruguera se empieza a editar libros de la cultura con may¨²scula, primero colecciones aisladas en el oce¨¢no de cultura de masas, novela negra con todas sus consecuencias despu¨¦s y cuando la oruga se sinti¨® con fuerzas se carg¨® de policrom¨ªa y se ech¨® a volar cargada de Onetti, Jorge Amado, Garc¨ªa M¨¢rquez, Juan Mars¨¦, Jorge Luis Borges. Y todo gracias al ¨¦xito de Carpanta, de las hermanas Gilda, de Mortadelo y Filem¨®n, de Cor¨ªn Tellado, de Marcial Lafuente Estefan¨ªa.
Estaba escrito en los libros donde todo est¨¢ escrito que una industria de la cultura crece produciendo y al producir crece. Bruguera empez¨® editando algo todos los d¨ªas y acab¨® sin tiempo en el reloj humano para editar todo lo que necesitaba editar para as¨ª pagar lo que ya hab¨ªa editado. Hu¨ªda hacia adelante se le llama en el argot de las derrotas aunque yo me inclinar¨ªa por llamarlo fatalidad de ruina, vocaci¨®n de ruina por parte de una empresa nacida para que Carpanta acabara leyendo a Garc¨ªa M¨¢rquez y luego explotara todo, como en el final de la ¨²ltima pel¨ªcula que en su d¨ªa har¨¢ Fellini. De alguna manera la obra de Bruguera estaba cumplida y esta obra tiene mi edad.
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