Lucha, luego existe
Esta es, sin duda, la categ¨®rica respuesta que todos los paname?os -sea cual sea su personal ideolog¨ªa pol¨ªtica- pueden dar a la inimaginable pregunta -"?Existe Panam¨¢?"-, que recientemente fue divulgada desde la primera p¨¢gina de uno de nuestros m¨¢s notorios diarios nacionales.Veros¨ªmilmente, se publicar¨¢n pronto datos y argumentos muy s¨®lidos para fundamentar una contestaci¨®n de esa ¨ªndole, no s¨®lo en Espa?a, sino tambi¨¦n allende el Atl¨¢ntico, que no nos separa, sino que nos une m¨¢s a iberoamericanos y espa?oles, conscientes de un inescindible destino hist¨®rico.
En todo caso, es la respuesta que con sobriedad y sencillez, pero desde lo m¨¢s hondo de nosotros mismos, nos sentimos impulsados a difundir los firmantes de estas l¨ªneas, miembros de una Asociaci¨®n de Amistad Hispano-Paname?a, que hemos tenido el honor y la alegr¨ªa de conocer, en contacto personal y directo, las hermosas tierras y las nobles gentes de esa hospitalaria naci¨®n, entra?able hermana benjamina de Espa?a.
No importa que dicha infeliz pregunta fuera formulada por un brillante escritor, de ilustre apellido, y miembro adem¨¢s de la Real Academia de la Lengua: ni que podamos atribuirla a un instante de despiste o de sopor -?tambi¨¦n Homero dormitaba de vez en cuando!- y no a malquerencia. (La presunci¨®n de inocencia es un conocido principio general de Derecho, elevado ahora a rango constitucional, y del que no puede privarse a nadie, y menos a los periodistas, que por profesi¨®n escri ben casi siempre en agobiante carrera contra el reloj.
Pasa a la p¨¢gina 14
Viene de la p¨¢gina 13
A pesar de estas circunstancias atenuantes, nos resistimos a guardar silencio porque Panam¨¢ merece -y en estas horas con singular fundamento- que su imagen no sea erosionada por nadie y que todos los espa?oles sepamos mejor cu¨¢l es la ejemplar batalla que ese pueblo y sus representantes en los organismos internacionales est¨¢n librando desde hace decenios por afirmar su propia y plena independencia, no s¨®lo pol¨ªtica, al tiempo que contribuyen a la de los dem¨¢s pueblos de Iberoam¨¦rica.
Otras personas se ocupar¨¢n de corregir los datos err¨®neos y las interpretaciones ?nexactas o fragmentarias que se contienen en el art¨ªculo de referencia, en torno al dif¨ªcil proceso hist¨®rico que llev¨® a Panam¨¢ a separarse de la gran Colombia, y analizar¨¢n con el debido rigor la rica contextura ¨¦tnica y espiritual de esa naci¨®n, tan joven como madura, fruto de la convergencia, en lo geogr¨¢fico y en lo humano, de sangres y de eulturas distintas, pero con patente prevalencia del factor hisp¨¢nico, del que nunca reniega.
Lo que aqu¨ª ahora nos basta -y nos urge- es recalcar, por obvio que resulte, que Panam¨¢ existe con creciente plenitud, hacia dentro y hacia fuera.
Lucha, en efecto, por resolver en el interior de sus fronteras viejas desigualdades sociales y por avanzar en busca de nuevas estructuras realmente democr¨¢ticas, bajo el impulso de su joven presidente, Ar¨ªstides Royo, doctor en Derecho por la Universidad de Salamanca, decana de Espa?a, al mismo tiempo que estimula el di¨¢logo entre los diferentes partidos pol¨ªticos y asociaciones, sindicales con el fin de abrir esos caminos de solidaridad, de justicia y de paz.
Y en el plano exterior, que es el que en este momento m¨¢s nos concierne, Panam¨¢ combate tenaz y bravamente contra arcaicas dependencias de diversa ¨ªndole en servicio de un nuevo orden internacional, no s¨®lo econ¨®mico, sino tambi¨¦n jur¨ªdico y pol¨ªtico. Y en esa lucha est¨¢ empe?ado todo Panam¨¢, porque sus mujeres y sus hombres, discrepantes sobre unos u otros problemas de car¨¢cter interno (como es logico en cualquier Estado no totalitario), se sienten firmemente unidos en sus anhelos de aut¨¦ntica independencia y en sus leg¨ªtimos reivindicaciones nacionales.
Es una lucha sin armas de guerra y sin sangre, porque hay af¨¢n de concordia y de solidaridad humana en el alma de los paname?os; pero es lucha de temple heroico, porque hace falta mucho vigo ¨ªntimo y mucha fortaleza externa para seguir eliminando las ileg¨ªtimas servidumbres que dimanaron de la concesi¨®n del canal y las que a¨²n genera el imperialismo capitalista.
S¨®lo merced a este temple, Panam¨¢ puede ir cumpliendo en libertad real el papel b¨¢sico que le asignan, a la par, su situaci¨®n geogr¨¢fica y su visi¨®n de la vida y del mundo.
El insigne jurista paname?o R¨®mulo Escobar Bethancourt, doctor por las universidades de Panam¨¢ y de Madrid, de renombre y talante progresista, brind¨® al mundo un valioso testimonio escrito sobre la pen¨²ltima fase de esa epopeya, en su incitante libro Torrijos: ?colonia americana, no!
En esa l¨ªnea, Panam¨¢, bajo la gu¨ªa hoy de su presidente Ar¨ªstides Royo, que asume la voluntad convergente en este punto de todo su pueblo, se esfuerza, con singular br¨ªo, por obtener el respeto de Estad¨®s Unidos de Norteam¨¦rica y de otras grandes potencias, a la personalidad y a los derechos b¨¢sicos de las diversas naciones de Centroam¨¦rica y por contribuir a la instauraci¨®n de una paz verdadera, en aquel sangriento foco de violencias y opresiones. Por si fuera poco, Panam¨¢ lucha tambi¨¦n en este momento, mano a mano con Espa?a, en la cumbre de las Naciones Unidas, para que termine la sangrienta tragedia de las Malvinas, no por la fuerza de las armas, sino por el peso de la raz¨®n y del di¨¢logo.
Si un gran europeo, s¨ªmbolo de la modernidad, pudo decir: "Pienso, luego existo", con mucha mayor justificacion un pueblo puede gritar hoy, para ser bien o¨ªdo: "Lucho, luego existo". Y en ese grito est¨¢ el principal signo de identidad hist¨®rica de Panam¨¢, la peque?a y gran naci¨®n del mundo hisp¨¢nico. / Por la Asociaci¨®n de Amigos de Panam¨¢:
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.