Pistas de comportamiento sexual
El acto, por naturaleza, es ¨ªntimo, y la prueba es los equilibrios que tienen que hacer los c¨¢maras de cine porno para obtener planos decentes (desde el punto de vista art¨ªstico, claro) del coito. El acto es esencialmente secreto, y sigue si¨¦ndolo, a pesar de los tiempos que corremos. La "ola de erotismo que nos invade" se estrella en las paredes de los bien guardados dormitorios y por cada pareja que sale en la Prensa por hacer el amor en el taburete de un bar hay millones que albergan sus deseos mal reprimidos entre cuatro acogedores y encubridores muros.Dado este misterio, la ¨²nica pista para saber cu¨¢les son las aficiones o tendencias de los hombres de hoy puede ser la que nos muestra la publicidad, la oferta p¨²blica que a su vez implica una demanda concreta.
Recuerdo que cuando preparaba mi libro sobre los pecados capitales de Estados Unidos en los a?os sesenta intu¨ª una cifra que la puritana Am¨¦rica de entonces no me hubiese dado nunca. La cantidad de homosexuales que exist¨ªa en forma de ocultones me la dio el amplio espacio, una tercera parte del general, que las librer¨ªas pornogr¨¢ficas de la calle 42, en Nueva York, ofrec¨ªan a los libros de este tipo. Yo no tuve m¨¢s que recordar el valor alt¨ªsimo del espacio mercantil de Estados Unidos para llegar a la conclusi¨®n de que el n¨²mero de partidarios del amor de los efebos era mucho mayor de lo que se admit¨ªa p¨²blicamente. Cifras posteriores, en tiempos m¨¢s sinceros, confirmaron mi sospecha.
He intentado aplicar la misma t¨¦cnica, "oferta, luego demanda", a los anuncios que publican los peri¨®dicos sobre prestaciones corporales en la ciudad de Madrid, y he llegado a curiosas conclusiones. Por ejemplo, que se da mucho ¨¦nfasis al ambiente de tipo social alto -uno llega a conminar, "?median¨ªas, abstenerse!"- al anunciar confort, distinci¨®n, modernidad, "alto standing" (palabra americana que probablemente llega a trav¨¦s de Par¨ªs), categor¨ªa, elegante, ambiente distinto. Antes esa nota de elegancia iba siempre unida a la discreci¨®n, pero hoy se la ahorran muchos anunciantes convencidos "?a va sans dire" de que a ambos -clientes y casa- les conviene el secreto.
En cuanto al qu¨¦ y al c¨®mo, la larga serie de anuncios que he examinado muestra, como en el caso norteamericano, una tendencia acentuada de? espa?ol hacia la homosexualidad. Si no fuera as¨ª, no tendr¨ªa sentido la cantidad de publicidad que se ofrece sobre el tercer sexo. De cincuenta anuncios, siete ofrec¨ªan, al alim¨®n, "se?oritas, chicos y travestis", es decir, amplitud de elecci¨®n. En principio, podr¨ªa hablarse de un intento de atraer a los bisexuales, aquellos de los que Woody Allen recordaba sus ventajas, "porque el s¨¢bado por la noche sus posibilidades de divertirse son dobles", pero mi ¨ªrnpresi¨®n personal es que quien acepta esa pluralidad de entrada tiene ya plurales instintos. M¨¢s clara y abiertamente, otros seis anuncian s¨®lo personal masculino para un servicio total, con lo que resultan trece sobre cincuenta, cifra realmente alta para un pueblo que se ha pasado la vida blasonando de virilidad.
Otro dato descubierto por este voyeur period¨ªstico, y que le ha complacido como viejo universitario, es la vuelta a la cortesana culta, la Aspasia griega o la Tulia de Arag¨®n del Renacimiento romano. Porque, en varios casos, en la oferta, adem¨¢s de un cuerpo se menciona un cerebro; adem¨¢s del beso apasionado, la conversaci¨®n culta para relajarse "despu¨¦s de...", "para animarse a...". Eso me parece a m¨ª que es lo que se advierte al mencionar que las chicas son estudiantes en general o universitarias en particular.
Y finalmente (porque esas sesiones tambi¨¦n acostumbran a ser el ¨²ltimo acto) me ha impresionado la puesta al d¨ªa del negocio, de acuerdo con el standard del turismo internacional. No es ya que acepten los travellers cheques, aquellos que en una graciosa escena de Irma, la douce ofrec¨ªa el yanqui, agotado, su cash, a una triste Shirley Mac Lane. Hoy, en muchas de las hospitalarias casas que intentan promocionarse a trav¨¦s de la Prensa, un m¨ªnimo apartado indica que el caballero puede abonar el importe de los servicios prestados con una tarjeta de cr¨¦dito. M¨¢s facilidades, imposibIe.
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