El genocidio constante
En este art¨ªculo, su autor propone al Rey Juan Carlos, al Gobierno y a los partidos pol¨ªticos espa?oles la materializaci¨®n de la amistad hispano-¨¢rabe mediante adopci¨®n de la iniciativa de una conferencia de paz para el Oriente Pr¨®ximo, auspiciada por las Naciones Unidas y con representaci¨®n de todas las. partes, para zanjar establemente los espinosos problemas de la zona, hoy dram¨¢ticamente agudizados por la invasi¨®n israel¨ª de L¨ªbano.
El Ej¨¦rcito de Israel, quince a?os despu¨¦s de la guerra de junio de 1967, ha vuelto a sembrar el terror en el mundo ¨¢rabe. El hecho es la repetici¨®n de una conducta inalterable y no a?ade laurel alguno a sus aguerridos centuriones. Se trata de un cap¨ªtulo m¨¢s en la pr¨¢ctica expansionista de Israel, iniciada desde su mismo nacimiento en 1948. Y es que la existencia de Israel se basa en la reiteraci¨®n de dos factores: la iluminaci¨®n de sus vecinos y el genocidio del pueblo palestino. No cabe, por tanto, sorpresa alguna. Ahora, simplemente, le ha tocado el turno a L¨ªbano, que desde hace a?os, sufr¨ªa una guerra larvada y bien Cuidada por Israel con su apoyo a las milicias cristianas de Saad Haddad.Desde ahora, Israel, con m¨¢s de 40.000 hombres que ocupan la cuarta parte del territorio liban¨¦s, ha logrado uno de sus objetivos; pero ha fracasado nuevamente en el definitivo: la destrucci¨®n de la resistencia palestina. La primera de sus metas apunta a la constante de la diplomacia israel¨ª de alcanzar unas fronteras seguras, objetivo, por otra parte, geogr¨¢ficamente inalcanzable, Ya que sus fronteras reales limitan en los cuatro puntos cardinales con Estados Unidos.
La agresi¨®n perpetrada contra L¨ªbano, Estado que fue modelo multiconfesional, plurinacional y tolerante, ha revestido las mismas caracter¨ªsticas de todas las operaciones israel¨ªes: menosprecio de las leyes de la guerra y aterrorizaci¨®n de la poblaci¨®n civil. Estas haza?as traen a la memoria los ecos del Tercer Reich sembrando el p¨¢nico en Europa Central en los a?os treinta. La imagen, en modo alguno gratuita, no acaba en lo estrictamente militar. Habr¨ªa que a?adir, en junio de 1982, la insensibilidad de la opini¨®n p¨²blica mundial; y, por parte de los Gobiernos, la hipocres¨ªa de admitir en el seno de la comunidad internacional a un Estado que, por su mismo comportamiento, se mantiene al margen de cualquier legalidad, por no hacer menci¨®n al plano superior de la ¨¦tica que debe presidir las relaciones entre los pueblos.
Racismo y prepotencia
Israel, con su inagotable prepotencia, dicta las normas de la guerra e impone siempre las condiciones de su paz, que nunca ha ido m¨¢s all¨¢ de una suspensi¨®n de hostilidades, una vez alcanzados los objetivos apetecidos. Todo ello, sin una fisura: el chovinismo nacionalista de Israel engloba a todos sus partidos pol¨ªticos, incluido el laborista, tan dignamente representado en la Internacional Socialista. Todos marchan unidos para la construcci¨®n del Gran Israel, lanzado a la conquista de un espacio vital que, como pueblo elegido y, por tanto, superior, le corresponde por designaci¨®n divina.
Por ello, el expansionismo israel¨ª es tambi¨¦n esencialmente racista; y lo es no s¨®lo en el mero plano f¨ªsico, sino tambi¨¦n en el cultural, en el ideol¨®gico y en el religioso. Israel ans¨ªa que la naci¨®n ¨¢rabe pierda sus propias se?as de identidad; ¨¦ste era, entre otros, uno de los designios perseguidos por los acuerdos de Camp David y la fir ma del tratado con Israel. Dividir a la naci¨®n ¨¢rabe y pisotear la dignidad de? pueblo egipcio.
Ser¨¢ dif¨ªcil y pasar¨¢ mucho tiempo antes de que L¨ªbano supere la agresi¨®n de que ha sido v¨ªctima inocente; incluso al precio de alguna amputaci¨®n territorial. Por el contrario, tardar¨¢ muy poco la resistencia palestina, pr¨¢cticamente intacta, en continuar su ininterrumpido combate contra Israel. Y no se critiquen. los m¨¦todos: Israel naci¨®, en 1948, basada en la pr¨¢ctica del terror, y desde aquella fecha no ha cesado en tal pr¨¢ctica, ejercida sobre sus vecinos y contra el pueblo palestino. Pero, cegado por una orientaci¨®n elitista, Israel supone que asesinando a los l¨ªderes de la resistencia acabar¨¢ con el fen¨®meno pol¨ªtico; nada m¨¢s falso; un pueblo alzado en armas genera incansablemente l¨ªderes y dirigentes.
Hoy se vive un precario alto el fuego, tras unas consultas urgentes entre Reagan y Breznev, impuesto por Israel cuando ya ha logrado sus objetivos primarios: el desmembramiento del L¨ªbano y la paralizaci¨®n militar siria. El resto puede ser una historia conocida hasta la saciedad: una tierra de nadie, mal protegida por unas aparentes fuerzas internacionales, reh¨¦n con el que Israel negociar¨¢ lo que mejor se acomode con sus intereses. En el Pr¨®ximo Oriente, todos los d¨ªas se llaman Munich y 1938: diplomacia de fuerza, tierra quemada y poblaci¨®n civil aniquilada.
?Puede hacer algo Espa?a en este contexto? Dar contenido real a sus afirmaciones de amistad con los pa¨ªses ¨¢rabes. En esta ocasi¨®n, con oportun¨ªsima rapidez, el Gobierno espa?ol present¨® el mi¨¦rcoles 9 de junio, ante el Consejo de Seguridad de la ONU, un proyecto de alto el fuego inmediato y de retirada de todas las fuerzas israel¨ªes.
Nuestra propuesta qued¨® abortada por el veto norteamericano; l¨®gicamente, aquel d¨ªa, Israel a¨²n no hab¨ªa alcanzado sus objetivos militares. Esta es, por otra parte, una de nuestras grandes servidumbres con el aliado del Norte. Sin embargo, las iniciativas no deben terminar aqu¨ª. Los partidos pol¨ªticos guardan un cauteloso silencio.
Pero como la vida de un pueblo, el palestino, vale m¨¢s de un Consenso, e incluso aunque fuese una batalla perdida, ser¨ªa un gesto de repercusiones inapreciables que el Gobierno de Espa?a, encabezado por el propio jefe del Estado, y con el apoyo de los partidos pol¨ªticos, tomase la iniciativa de una conferencia de paz, bajo el patrocinio de las Naciones Unidas, y con la participaci¨®n de todos los interesados, comenzando ciertamente por el primer interlocutor v¨¢lido, la OLP, representante leg¨ªtimo del pueblo palestino. La amistad hay que completarla con gestos concretos. Y, por su parte, al pueblo espa?ol corresponde expresar, amplia y generosamente, la solidaridad fraterna que le une con el pueblo palestino y con toda la naci¨®n ¨¢rabe.
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