Los Rolling como pretexto
LA GIRA europea del grupo brit¨¢nico Rolling Stones incluye 35 conciertos en ocho naciones, la mayor¨ªa de los cuales tienen como marco los m¨¢s importantes campos de f¨²tbol. Las actuaciones programadas en Espa?a, en el marco del confuso pero bienintencionado Mundial Cultural, ten¨ªan como escenario el estadio del Manzanares -el 7 de julio-, en Madrid, y el campo de la carretera de Sarri¨¢ -el 9 de julio-, en Barcelona. Seg¨²n algunas informaciones, se han vendido ya cerca de 100.000 entradas, compradas en colas interminables, y se han recaudado hasta el momento cerca de doscientos millones de pesetas. Los Rolling Stones, un mito juvenil contempor¨¢neo s¨®lo comparable al dejos Beatles, han movilizado toda la capacidad de entusiasmo de decenas de miles; de personas, deseosas de escuchar y ver en directo a unos ¨ªdolos legendarios. Pero hete aqu¨ª que, de la noche a la ma?ana, los rumores de la suspensi¨®n de los conciertos comienzan a tomar cuerpo y a convertirse en una noticia pr¨®xima a la certeza.Mientras el CD Espa?ol -propietario del estadio de Sarri¨¢- parece aferrado a la negativa, la actitud delAtl¨¦tico de Madrid -propietario del Manzanares- sigue marcada por la reticencia. Hasta ayer, a trav¨¦s de una nota tan ambigua que parec¨ªa dictada -por el arrepentimiento o por el poder de convicci¨®n que tiene el dinero, la gestora rojiblanca que preside el ex ministro Agust¨ªn Cotorruelo Sendagorta no anunci¨® que estaba dispuesta a ceder el Manzanares a los Rolling Stones. Faltan las razones s¨®lidas y sobran los pretextos f¨²tiles para justificar la eventual decisi¨®n negativa del Espa?ol y las vacilaciones del Atl¨¦tico de Madrid. Los organizadores afirman que las p¨®lizas de seguro por posibles da?os a las instalaciones de ambos campos est¨¢n ya suscritas y pagadas. El deterioro del c¨¦sped tambi¨¦n estar¨ªa cubierto de riesgos y la temporada futbol¨ªstica no se reanudar¨¢ hasta finales de agosto o comienzos de septiembre. Por esa raz¨®n, parece m¨¢s ajustado atribuir a la ceguera de las directivas de los clubes, con el respaldo sigiloso tras los cortinones del presidente de la Federaci¨®n de F¨²tbol, la decisi¨®n de prohibir a los espa?oles que puedan contemplar, sin cruzar la frontera, al legendario grupo brit¨¢nico.
Pablo Porta ha estado siempre estrechamente vinculado al CD Espa?ol, del que fue directivo, y no es dif¨ªcil imaginar que, aunque esconda ahora la mano, es quien ha arrojado la piedra de la suspensi¨®n. El penoso espect¨¢culo de las rivalidades rid¨ªculas y de los celos infantiles entre Pablo Porta y Raimundo Saporta tal vez constituya la clave ¨²ltima de esta operaci¨®n censora en la que se dan cita la aversi¨®n por la modernidad y el desprecio hacia la opini¨®n p¨²blica. Al presidente de la Federaci¨®n tal vez no le haga demasiado feliz la idea de una prograiriaci¨®n paralela a la futbol¨ªstica, y por eso se ha desentendido de ella para que brillara mejor su protagonismo balomp¨¦dico. Todo el mundo sabe que Pablo Porta manda demasiado en el f¨²tbol espa?ol, en el que no se mueve ni una sola hoja sin su consentimiento, y que el apoyo del presidente de la Federaci¨®n a los conciertos de los Rolling Stones garantizar¨ªa, de forma autom¨¢tica, su celebraci¨®n.
En cualquier caso, los responsables de este desaguisado parecen m¨¢s o menos los mismos que en los a?os sesenta creyeron que los pelos largos eran el s¨ªmbolo de la subversi¨®n y que toda demostraci¨®n colectiva que no naciera del f¨²tbol o de los festivales verticalistas en el Bernab¨¦u eran cr¨ªmenes contra la seguridad del Estado. Todav¨ªa hay gente que recuerda en sus carnes los porrazos propinados en la plaza de Toros de Madrid a los espectadores de un concierto de los Beatles.
Los Rolling Stones son, evidentemente, subversivos para algunos sectores de la sociedad espa?ola. Pero la subversi¨®n a trav¨¦s del sonido de los Rolling Stones significa libertad y creatividad para decenas y centenas de miles de j¨®venes y adultos. Aunque el Ministerio de Cultura prefiera -loablemente- respetar las iniciativas sociales y no tutelar paternalistamente el funcionamiento de la vida colectiva, tambi¨¦n debe comprender que toda regla tiene excepciones. Garantizar a los barceloneses y madrile?os los conciertos de los Rolling Stones es una de ellas. Y otra magn¨ªfica excepci¨®n ser¨ªa entrar a saco en los patios de monipodio y los tinglados caciquiles del f¨²tbol espa?ol que tan perpetua como implacablemente controla Pablo Porta.
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