Las necesarias y difif¨ªciles relaciones con Francia
LO QUE se sabe oficialmente de la visita del presidente franc¨¦s a Espa?a no permite hacer un an¨¢lisis detallado de sus resultados para las relaciones bilaterales. Lo esencial de las conversaciones ha transcurrido entre bastidores. Con el Rey primero, con el jefe de Gobierno despu¨¦s y con el l¨ªder de la oposici¨®n m¨¢s tarde, Fran?oise Mitterrand habr¨¢ tenido ocasi¨®n de comprobar la realidad de la opini¨®n p¨²blica en nuestro pa¨ªs respecto al suyo y la entidad de los problemas pol¨ªticos.La visita, que se realiz¨® a requerimiento franc¨¦s, parece haber cosechado algunos frutos positivos para las dos partes. Comenzando parad¨®jicamente por la crudeza de los discursosdel Rey y del presidente en la primera noche de la estancia de ¨¦ste en Madrid. El choque frontal que-ambos parlamentos representaban ten¨ªa una virtud objetiva: por primera vez se impon¨ªan las realidades por encima del protocolo y se afrontaban los problemas, en p¨²blico, tal como son. Bien es verdad que se hubiera podido evitar el tono de impertinencia que algunos p¨¢rrafos de las palabras del se?or Mitterrand tuvieron para con el pa¨ªs y el Gobierno anfitri¨®n. Pero los sesenta y cinco a?os no son la mejor edad para educar a nadie, y menos a un presidente de Francia. Y hay que decir que, con toda su rudeza, Mitterrand ha hecho gala de una sinceridad y una honestidad de di¨¢logo que le honran y que son muy de agradecer, pues s¨®lo desde esas bases ser¨¢ posible el entendimiento.
Posible no quiere decir ni f¨¢cil ni temprano. En los dos frentes abiertos en nuestro contencioso con Francia el mejor parado de la visita parece el del tema vasco. Aunque resulta inadmisible, a nuestros efectos pr¨¢cticos, la suposici¨®n francesa de que hay terrorismos de varias especies que permiten dar la extradici¨®n al abogado Croissant, o a Piperno, y no d¨¢rsela a los terroristas de ETA, parece qu¨¦ Mitterrand se ha mostrado m¨¢s que dispuesto a perseguir las actividades ?legales de los etarras en Francia con mayor ¨¦nfasis y eficacia que su predecesor en el cargo. Esto incluye lo mismo la vigilancia de fronteras que la represi¨®n del tr¨¢fico de armas o la del vergonzante pago del impuesto revolucionario. Tambi¨¦n, seg¨²n todos los indicios, una atenci¨®n superior a los movimientos de la direcci¨®n de ETA militar en el pa¨ªs vecino.
Mayores problemas sugiere la actitud francesa respecto a nuestras negociaciones con la CEE, donde el mantenimiento de requisitos previos (prealables) y de restricciones severas a nuestros productos sider¨²rgicos y agr¨ªcolas y a nuestra capacidad pesquera aparecen como obst¨¢culos enormemente dif¨ªciles de salvar en la negociaci¨®n. La impresi¨®n de los observadores es que esta debilidad inicial nuestra en el planteamiento de las conversaciones con la Comunidad, puede ser aprovechada por Francia como un elemento de chantage a la hora de solicitar la eventual cooperaci¨®n espa?ola en las relaciones francesas con Am¨¦rica Latina y en el apoyo a un hipot¨¦tico liderazgo franc¨¦s en la construcci¨®n de, un Mediterr¨¢neo a su medida. Eso incluir¨ªa un dise?o espec¨ªfico de la influencia europea -l¨¦ase francesa- en el Norte de Africa y del papel a jugar en el Oriente Cercano, con Espa?a, dicho sea claramente, como comparsa. Pero aun si es pronto para saber el tama?o de las diferencias en estas cuestiones, el hecho de que se hayan celebrado conversaciones parece un dato m¨ªnimamente positivo.
Por lo dem¨¢s, Mitterrand es el presidente de los franceses y resultar¨ªa rid¨ªculo suponer que no son los intere ses franceses -en una ¨¦poca de creciente nacionalismo y proteccionismo en todos los pa¨ªses- los que trata de defender primordialmente. Pero su inter¨¦s demostrado por apoyar la democracia espa?ola y su voluntad de acercamiento han resultado patentes. La explotaci¨®n del sentimiento del 2 de Mayo frente a los intentos de nuestro poderoso y poco simp¨¢tico vecino por tender puentes que logren una mayor cooperaci¨®n conjunta en el futuro nos parece por eso una de las cosas, m¨¢s inoperantes y al tiempo in¨²tiles que pueden hacerse. No es -en esto, como en el caso de Gibraltar- con la irritaci¨®n y el desmelenamiento barato como podremos solucionar nues tros problemas y progresar en nuestra vinculaci¨®n a Europa. Antes bien la serenidad de ¨¢nimo y la selecci¨®n de aquellos puntos en los que podemos exhibir mayor fortaleza parecen mejor sistema para tratar de romper el aislamiento hist¨®rico que comenz¨® a ser derrumbado con la desaparici¨®n de la dictadura. Pero ni la historia se construye en un d¨ªa ni es fruto de los grandes titulares de los peri¨®dicos. Mitterrand no ha venido solo ni mayor mente a hacer desplantes. Las conversaciones peri¨®dicas previstas entre los ministros de Asuntos Exteriores de ambos pa¨ªses son un signo de la voluntad de cooperaci¨®n. El tono de los discursos y de las declaraciones resultan expresi¨®n de la claridad del di¨¢logo emprendido. No vayamos entonces a envolver con barato patrioteris mo la nada recomendable determinaci¨®n de hacerle un corte de mangas al di¨¢logo con Europa. Que, de una u otra forma, pasa para nosotros por las coordenadas de Par¨ªs.
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