La microelectr¨®nica comienza en Espa?a con pocos medios y menos iniciativas
El lunes comienza en el Instituto de Electr¨®nica y Telecomunicaciones Torres Quevedo un curso de Tecnolog¨ªa de realizaci¨®n de circuitos integrados, organizado por la Unidad de Microelectr¨®nica del mismo centro. En ¨¦l se utilizar¨¢, por primera vez en Espa?a, la tecnolog¨ªa MOS (metal-¨®xido-semiconductor) para la elaboraci¨®n de los circuitos integrados; tecnolog¨ªa que constituye la vanguardia en microelectr¨®nica, de la que Espa?a se nutre en el exterior.
Cada vez que los laboratorios espa?oles de investigaci¨®n necesitan un circuito integrado para sus trabajos no tienen m¨¢s remedio que fabricarlo fuera de nuestras fronteras, una vez determinado el dise?o. En una palabra, la microelectr¨®nica espa?ola depende enteramente de la tecnolog¨ªa extranjera.En este punto radica, precisamente, la importancia del curso que dar¨¢ comienzo el pr¨®ximo lunes en el Instituto Torres Quevedo. Por primera vez, los t¨¦cnicos espa?oles tendr¨¢n a su alcance la formaci¨®n y los m¨¦todos necesarios para desarrollar y obtener la autonom¨ªa en una tecnolog¨ªa hoy fundamental para la microelectr¨®nica: la tecnolog¨ªa MOS.
Todo ello gracias a la labor que a lo largo de casi siete a?os vienen realizando los componentes de la Unidad de Microelectr¨®nica de dicho centro.
"En este tiempo", dice G. Pastor, uno de los t¨¦cnicos de la Unidad de Microelectr¨®nica, "hemos definido una tecnolog¨ªa MOS que, aunque no es competitiva, constituye una base para ense?ar lo que tenemos. Por eso organizamos ahora este curso, cuyo objetivo m¨¢s ambicioso es el de desarrollar una tecnolog¨ªa microelectr¨®nica a nivel nacional y evitar, de este modo, la dependencia del exterior".
No obstante, decir que con esta tecnolog¨ªa se pueden hacer microproce s adores de fabricaci¨®n espa?ola es un paso verbal enorme; entre medias existe una considerable cantidad de pasos intermedios que Espa?a tiene todav¨ªa que dar.
Con la microelectr¨®nica se pretende ahora algo similar a lo que sucede con la bomba at¨®mica, que, seg¨²n los expertos en pol¨ªtica y estrategia de armamento, no hace falta tener, sino que basta con saber que se puede hacer. Una raz¨®n estrat¨¦gica similar es la que ha movido a la organizaci¨®n de este primer curso.de tecnolog¨ªa de realizaci¨®n de circuitos integrados.
"Lo que interesa", dice G. Pastor, "es que haya gente capaz de interpretar este lenguaje de microelectr¨®nica que se est¨¢ hablando en todo el mundo. Quiere esto decir que, si en el futuro se presenta la necesidad de lanzarse a la microelectr¨®nica, debe existir un n¨²cleo de t¨¦cnicos con formaci¨®n apropiada, que evite el encontrarse completamente en blanco".
Las siglas MOS significan para los t¨¦cnicos metal-¨®xido-semiconductor. Pero para los no versados en las artes de la microelectr¨®nica implican una t¨¦cnica que permite conseguir cotas o niveles de integraci¨®n cada vez mayores: actualmente, superar los mil transistores MOS por mil¨ªmetro cuadrado significar¨ªa entrar en el campo de lo que se conoce como VLSI (Vary Large Scale Integration), es decir, la gran escala de integraci¨®n. Es ¨¦sta una t¨¦cnica que permite abordar dise?os y circuitos integrados que necesitan de muchos dispositivos elementales, como los microprocesadores.
Sin embargo, esto es algo que los escasos medios con que cuenta la Unidad de Microelectr¨®nica del Instituto Torres Quevedo no permitir¨¢n realizar en un plazo razonable. Y es que esta unidad de investigaci¨®n tan s¨®lo cuenta con los medios fundamentales de una cadena b¨¢sica para la elaboraci¨®n de dispositivos semiconductores y circuitos integrados en tecnolog¨ªa MOS de mediana complejidad. Se necesitan, por tanto, m¨¢s medios, pero tambi¨¦n iniciativas de orden pol¨ªtico y empresarial que permitan el desarrollo de esta ya antigua tecnolog¨ªa, como es la microelectr¨®nica, que en Espa?a a¨²n no ha superado el estado embrionario.
Est¨¢ claro que la actual tendencia de la m¨ªcroelectr¨®nica es la de concentrar la mayor cantidad de elementos en el menor espacio posible. Un claro ejemplo de ello lo constituye la vertiginosa carrera establecida con el fin de dotar a los chips de la mayor cantidad posible de unidades de memoria (bits). En este sentido, se ha pasado de los doce kbits (12.000 bits) que se consegu¨ªan en 1974 a hablar del megabit (un mill¨®n de bits).
Existen, sin embargo, dos factores limitativos, al menos por el momento, a la hora de aumentar estos niveles de integraci¨®n. Por un lado, hay que hablar de la definici¨®n de la geometr¨ªa de los elementos que se van a introducir en el circuito, para lo que se emplea una t¨¦cnica ¨®ptica denominada microlitograf¨ªa. Actualmente se utiliza para ello la litograf¨ªa de rayos X y un m¨¦todo de definici¨®n de estructuras por haces de electrones.
Todo ello ha permitido a la microelectr¨®nica pasar al nivel submicr¨®nico, habi¨¦ndose conseguido en el laboratorio definiciones del orden de 0,5 y 0,8 micras (una micra equivale a 0,001 mil¨ªmetros), mientras que, a nivel industrial, no se han rebajado todav¨ªa las dos micras.
No obstante, este aumento de la definici¨®n y, por tanto, de la integraci¨®n de circuitos trae consigo otro problema: el de la excesiva disipaci¨®n de potencia del conjunto. Si se tienen 5.000 elementos trabajando en una superficie de cinco, diez o quince mil¨ªmetros cuadrados, el sistema se calienta como consecuencia de la elevada disipaci¨®n de energ¨ªa; una disipaci¨®n de potencia que, f¨ªsicamente, tiene unos l¨ªmites que no se pueden sobrepasar.
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