Propaganda y realidad las START
LAS SIGLAS START corresponden a las conversaciones que iniciaron ayer en Ginebra Estados Unidos y la Uni¨®n Sovi¨¦tica para la reducci¨®n de armas estrat¨¦gicas; las letras, unidas como una palabra, significan en ingl¨¦s salida o punto de partida. Una coincidencia que puede haber sido deliberadamente buscada para dar una sensaci¨®n de optimismo. El desarme, el pacifismo, la huida de los riesgos de guerra, tienen un valor electoral muy preciso. Conseguir algo es importante para la Casa Blanca y para el Kremlin, o, por lo menos, fingir que se consigue algo.En la Comisi¨®n de Asuntos Exteriores de la C¨¢mara de Representantes americana, una mayor¨ªa se ha pronunciado a favor de la congelaci¨®n de las armas nucleares; dentro de ella, siete diputados del partido republicano, que votaban as¨ª contra la Casa Blanca. En Minneapolis, la reuni¨®n anual de alcaldes de las ciudades m¨¢s grandes de Estados Unidos ha terminado urgiendo a Reagan para que haga lo posible porque en estas negociaciones se consiga dicha congelaci¨®n, y el mismo tema ha sido aclamado en la conferencia del partido dem¨®crata en Filadelfia, que prepara las elecciones de "medio t¨¦rmino" (renovaci¨®n del Senado y de la C¨¢mara en noviembre) y para iniciar la carrera hacia las presidenciales de dentro de dos a?os (entre otros candidatos aparecen destacados el senador Edward Kennedy y el anterior vicepresidente, Walter Mondale, partidarios de la misma congelaci¨®n). Esta presi¨®n popular, que comenz¨® en Europa -y alcanza a los pol¨ªticos europeos-, va creciendo en Estados Unidos. Reagan no puede ser insensible a ella en el momento en que todos los candidatos se embarcan (posiblemente, tambi¨¦n el disidente Alexander Haig).
En cuanto a la Uni¨®n Sovi¨¦tica, sucede que ya no puede ser insensible, como en otros tiempos, a la presi¨®n popular: despu¨¦s de la sucesi¨®n de acontecimientos hist¨®ricos en Hungr¨ªa, Checoslovaquia y Polonia se sabe que ning¨²n pa¨ªs es ya invulnerable a su propia opini¨®n. Breznev debe ser consciente, adem¨¢s, de que el propio r¨¦gimen s¨®lo puede mantenerse si se reduce la tensi¨®n armamentista, y necesita a toda costa llegar a conclusiones aceptables. Su retracci¨®n en las Malvinas y en L¨ªbano indica cu¨¢l es su necesidad de negociar y qu¨¦ cantidad de problemas internos -no pocos de ellos econ¨®micos y de abastecimiento- est¨¢ sufriendo la URSS.
Lo m¨¢s temible es que en estas negociaciones se utilice exclusivamente la propaganda: el tipo de palabras y de ofertas de las que se sabe que no va a haber una continuidad pr¨¢ctica. Descargar siempre sobre el otro la responsabilidad de la paz y la guerra es algo tan frecuente que ya las opiniones p¨²blicas mundiales est¨¢n vacunadas. El lenguaje t¨¦cnico y distante de que se rodean las conversaciones no debe, por lo dem¨¢s, enga?ar a la opini¨®n espa?ola, poco sensibilizada todav¨ªa, por desgracia, en las cuestiones de la guerra nuclear. Los espa?oles debemos saber que existe un peligro de guerra real a escala mundial y un peligro a?adido de que esta guerra sea nuclear. La capacidad de destrucci¨®n at¨®mica ha puesto en manos de los hombres un futuro insensato de poder y sumisi¨®n, seg¨²n los casos. Las tensiones pol¨ªticas internacionales, las diferencias y desigualdades econ¨®micas, est¨¢n llevando a una crisis internacional, para la que la salida habitual en otros tiempos de la historia hubiera sido una guerra. Ahora, la guerra es tanto m¨¢s imposible en funci¨®n de que es cada vez m¨¢s destructora. Pero ni es imposible del todo ni es desechable que esta generaci¨®n nuestra acabe por vivir la gran hecatombe nuclear. Las negociaciones de Ginebra, en este aspecto, tienen un objetivo muy limitado y bastante tragic¨®mico: tratan de garantizar que el mundo s¨®lo ser¨¢ destruido unas cuantas, decenas de veces menos que si se contin¨²a con la carrera armamentista. Pero si se llega a un acuerdo, ¨¦ste encerrona un s¨ªmbolo de optimismo: la capacidad de negociaci¨®n de los hombres, de dirimir los conflictos mediante el di¨¢logo y el acuerdo, el comienzo quiz¨¢ de una reducci¨®n paulatina de armamento nuclear y de una aceptaci¨®n mayoritaria de una autoridad internacional sobre este armamento que evite la utilizaci¨®n del mismo. Algo ut¨®pico, probablemente, a la altura del mundo en que vivimos. Pero una utop¨ªa de la que es necesario seguir participando.
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