La campa?a electoral m¨¢s dura y costosa que se recuerda
Este derroche fara¨®nico es muy posible que apenas le rente al partido del Gobierno unos dos o tres millones de votos por encima de los diecis¨¦is millones con que ya pod¨ªa contar antes de iniciar su campa?a. Pero esto no parece preocupar mucho al equipo del futuro presidente, porque, al fin y al cabo, no era el prop¨®sito fundamental. Uno de sus prebostes, luego de aceptar en un lejano pueblo de Chiapas que, en efecto, todos daban por descontado el triunfo, explicaba as¨ª el despliegue de aviones y helic¨®pteros para llegar a cualquier apartado rinc¨®n de la Rep¨²blica: "Podr¨ªamos ahorrarnos mucho dinero centrando la campa?a en televisi¨®n y radio, pero la idiosincrasia mexicana exige que el pueblo conozca a su candidato y tenga oportunidad de hacerle llegar sus problemas".Para los sesenta millones de mexicanos que, pese al esfuerzo del PRI, no pudieron ver al candidato, se ha reservado una intens¨ªsima campa?a de televisi¨®n que ha mantenido en pantalla a Miguel de la Madrid unas veinticinco horas, sin contar con el espacio que le dedicaron los informativos, y que en ning¨²n caso fue inferior al doble.
Promesas electorales
El objetivo de que los mexicanos conozcan a su pr¨®ximo presidente, que por otra parte ya fue ministro de Programaci¨®n y Presupuesto, se ha cumplido con creces.
En ello han colaborado m¨¢s de un centenar de periodistas que le acompa?aron por todo el pa¨ªs, con todos los gastos pagados y unos vi¨¢ticos de unas 7.000 pesetas diarias.
La simbiosis PRI-Gobierno logr¨®, en fin, que all¨¢ donde fuera el candidato oficial se decretase d¨ªa festivo para escuelas, organismos oficiales y empresas p¨²blicas, con la obligatoriedad, t¨¢cita o formal, de acudir a vitorearlo. Miguel de la Madrid tuvo as¨ª plazas llenas donde sus opositores concentraron apenas a unos cientos de personas.
Esos nueve millones de mexicanos que fueron a ver a De la Madrid escucharon un mensaje electoral apoyado en tres o cuatro promesas repetidas hasta e infinito: eliminar la corrupci¨®n, construir una sociedad m¨¢s igualitaria y avanzar en el proceso de democratizaci¨®n.
Seis a?os atr¨¢s, Jos¨¦ L¨®pez Portillo, entonces candidato del PRI, describi¨® la corrupci¨®n como un c¨¢ncer que consume a la sociedad mexicana. Durante su mandato hubo algunos escarmientos individuales en las esferas m¨¢s altas de la Administraci¨®n, pero, en l¨ªneas generales, la corrupci¨®n floreci¨® como nunca. En parte porque el petr¨®leo trajo a las arcas p¨²blicas m¨¢s dinero.
Miguel de la Madrid ha hecho de la renovaci¨®n moral el eje de su campa?a. Tal vez ha sido el ¨²nico tema en el que se ha comprometido a medidas concretas en medio de un discurso caracterizado por las buenas intenciones y la falta de compromisos espec¨ªficos.
Lucha contra la corrupci¨®n
Para acabar con la corrupci¨®n ha dicho que instrumentar¨¢ "mecanismos legales que reduzcan e ¨¢mbito de la discrecionalidad en la Administraci¨®n p¨²blica". Ning¨²n presidente hab¨ªa prometido con tanta insistencia terminar con el saqueo de las arcas p¨²blicas, que ha solido concretarse en cifras billonarias.
Nadie espera que de la noche a la ma?ana toda la Administraci¨®n, la sociedad mexicana entera, supere este h¨¢bito con el que ya cuenta todo el mundo. En frase de un mexicano de a pie, "no importa que roben un poco, pero que no lo hagan tan descaradamente".
El pa¨ªs, que en estos 250 d¨ªas de campa?a ha podido conocer a Miguel de la Madrid, le ha hecho llegar un aut¨¦ntico clamor, seg¨²n sus palabras, para que termine con la corrupci¨®n. El segundo clamor popular ha sido por la eliminaci¨®n de las tremendas diferencias sociales que colocan a M¨¦xico en una situaci¨®n virtualmente explosiva.
El pr¨®ximo presidente no ha rehuido el contacto con las gentes m¨¢s humildes. Desde su discreta casa burguesa del barrio capitalino de Coyoacan (dos plantas, un peque?o jard¨ªn) ha llegado hasta los barrios m¨¢s abandonados (sin agua, luz ni alcantarillas) y a los pueblos remotos, donde ni?os de panzas hinchadas semejan estampas de miseria casi africana.
Miguel de la Madrid ha reconocido que la riqueza petrolera no lleg¨® a los cuarenta millones de mexicanos (dos terceras partes de la poblaci¨®n) y que luchar¨¢ por lograrlo. S¨®lo que no ha explicado c¨®mo llegar a esa sociedad m¨¢s igualitaria que pregon¨® durante la campa?a.
Promesas de este tenor contrastan vivamente, por lo dem¨¢s, con el propio derroche de la campa?a. Un anciano indio totonaca de edad indefinible que escuchaba al candidato presidencial en Chiapas sin mover un m¨²sculo bajo un sol de fuego, apenas abri¨® la boca al final para murmurar: "As¨ª era tambi¨¦n hace seis a?os". Un sexenio que vino cargado de promesas y en el que no ha hecho sino pelear con Pemex para que, a cambio de las tierras petroleras que le quit¨®, le devuelva otras en las que seguir cultivando ma¨ªz.
Millones de mexicanos que cuando desayunan no comen y cuando comen no almuerzan han visto con mirada esc¨¦ptica las promesas de un hombre que se ha movido por todo el pa¨ªs con una corte de cinco aviones, diez helic¨®pteros y decenas de autobuses. Para autojustificarse, Miguel de la Madrid ha dicho: "Prefiero el coste de las campa?as pol¨ªticas al coste de la represi¨®n que llevan consigo los reg¨ªmenes dictatoriales".
Pero a pesar de los 1.300 discursos pronunciados durante ocho meses y medio, son muy pocos los que se atreven a predecir c¨®mo ser¨¢ el gobierno de Miguel de la Madrid. Fuera de la pol¨ªtica exterior, en la que seguir¨¢ las l¨ªneas maestras de L¨®pez Portillo (relaciones de buena vecindad con Estados Unidos, sin renunciar a la cooperaci¨®n con Cuba y Nicaragua), ha rehuido las promesas por las que puedan pedirle cuentas posteriormente.
Decir que se va a combatir la inflaci¨®n (60%), el desempleo (40%), la desigualdad social, la concentraci¨®n de la riqueza es decir bien poco si no se explica c¨®mo. Esto es lo que, en definitiva, ha hecho este economista descendiente de santanderinos tradicionalistas venidos a M¨¦xico hace ya m¨¢s de dos siglos, que desarroll¨® toda su carrera profesional en la Administraci¨®n p¨²blica y que el pr¨®ximo domingo, a sus 47 a?os, va a ser elegido presidente de M¨¦xico.
Apuestas sobre diferencia de votos
Una idea de lo que puede ser la votaci¨®n la han dado los respectivos m¨ªtines de cierre de campa?a. El PSUM (comunista) concentr¨® a unas 60.000 personas en el Z¨®calo de la capital, una de las mayores plazas cerradas del mundo. Y todos lo consideraron un ¨¦xito. El PRI congreg¨® el pasado domingo a cientos de miles en el recorrido de catorce kil¨®metros que va desde la casa de Miguel de la Madrid hasta ese mismo Z¨®calo donde se encuentra el Palacio Nacional.
Aqu¨ª ya se hacen apuestas sobre la diferencia de votos entre el PRI y los otros seis partidos que presentan candidatos a la presidencia. Hay quien cree que la diferencia ser¨¢ tan abultada como en el partido que jugaron en el Mundial de f¨²tbol Hungr¨ªa y El Salvador: 10-1.
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