El Estatuto de la Villa de Par¨ªs aviva la confrontacion izquierda-derecha
La batalla de Par¨ªs, provocada por el proyecto gubernamental que reduce a poca cosa el brillo y el peso pol¨ªtico de la alcald¨ªa de la capital, al crear veinte municipios con plenos poderes, se ha convertido en una guerra pol¨ªtica nacional, que revigoriza la confrontaci¨®n entre la derecha y la izquierda.
El alcalde, Jacques Chirac, que recibi¨® el apoyo de Giscard, invita a la movilizaci¨®n total a los pansienses y pide un refer¨¦ndum local, que el Gobierno le niega, para que decidan los vecinos sobre el Estatuto de la Villa.A¨²n no se conoce con todo detalle el nuevo Estatuto de la Villa de Par¨ªs, pero las indicaciones ofrecidas por el Gobierno el mi¨¦rcoles pasado no dejan lugar a dudas sobre lo esencial: el m¨¢s poderoso y prestigioso Ayuntamiento de Francia, y su alcalde en primer lugar, desaparecen pr¨¢cticamente como tales. Los veinte distritos en los que se divide Par¨ªs, seg¨²n el proyecto en cuesti¨®n, en las pr¨®ximas elecciones, de marzo de 1983, se convertir¨¢n en otros tantos municipios, con su alcalde, poderes, medios financieros y competencias independientes.
En consecuencia, el Ayuntamiento de Par¨ªs y su alcalde perder¨¢n las prerrogativas absolutas que le concede el Estatuto, elaborado en 1975, y qu¨¦ hizo de la capital francesa un municipio de derecho com¨²n, como los dem¨¢s del territorio galo, y a la alcald¨ªa de Hoysera, una comunidad urbana, en la que el presidente, Chirac, jugar¨ªa un papel de ¨¢rbitro y de coordinador.
En tres d¨ªas, la batalla de Par¨ªs ha incendiado a todo el pa¨ªs, que ¨²ltimamente se sum¨ªa en las rabias e incomodidades del plan de austeridad, que en cuatro meses, estima el Gobierno, va a yugular definitivamente la inflaci¨®n, la cual pone en peligro toda su estrategia econ¨®mico-social.
El bloqueo de salarios y el de los precios hab¨ªa desdibujado el cambio representado por el mitterrandismo. El golpe de efecto conseguido por la bomba que despedazar¨¢ a Par¨ªs en veinte municipios en cosa de horas ha despertado la pol¨ªtica pura. Otra vez, la derecha, simbolizada por Chirac, y la izquierda se han enzarzado frontalmente, y cada cual ya se frota las manos pensando en lo que va a dar de s¨ª esta presumiblemente dura batalla.
En efecto, las m¨²ltiples explicaciones del Gobierno no convencen a nadie, salvo a los convencidos de antemano, esencialmente al responsable oficial, Gaston Defferre, ministro del Interior, que justifica su decisi¨®n con argumentos democr¨¢ticos: el nuevo Estatuto, dice, responde a la l¨®gica descentralizaci¨®n iniciada por el poder socialista. Se trata, pues, de repartir los poderes de la capital, de "devolverles Par¨ªs a los parisienses". Y para ello no hab¨ªa m¨¢s que una soluci¨®n: bombardear el poder absoluto chiraquista que le concede la ley que entr¨® en vigor en 1977.
Este razonamiento, te¨®ricamente v¨¢lido para algunos, se minimiza, salvo los socialistas y los comunistas (los dos partidos mayoritarios de la coalici¨®n gubernamental). Toda la opini¨®n, incluida la que es favorable al mitterrandismo, sospecha que el proyecto de nuevo Estatuto de Par¨ªs est¨¢ cargado de segundas intenciones pol¨ªticas, dirigidas contra el enemigo potencial n¨²mero uno del socialismo a la frances, Chirac.
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