El miedo nacional
( ... ) Se respira en el aire. Todos intentamos disimularlo con eufemismos m¨¢s o menos sinceros: preocupaci¨®n, inquietud, desconfianza, comp¨¢s de espera, tensa calma. Pero si nos atrevi¨¦semos a decir la verdad completa dir¨ªamos que, de verdad, tenemos miedo. No miedo irracional, gen¨¦rico y absoluto, sin¨®nimo de espanto, p¨¢nico, terror o pavor; no un miedo pasivo, o una falta de esperanza; tenemos una serie de miedos encadenados por el recelo, la sospecha, el terror, el asombro, la alarma, el sobresalto, la turbaci¨®n y el desasosiego permanente. Una especie de miedos de segunda categor¨ªa, cuya suma, sin embargo, est¨¢ muy cerca de lograr los mismos efectos paralizadores del miedo visceral. En el terreno pol¨ªtico hay miedo al vac¨ªo de poder, miedo a la falta de autoridad y miedo al sistem¨¢tico incumplimiento de las leyes vigentes, que, por obsoletas que sean, deben aplicarse hasta que sean sustituidas por otras m¨¢s de acuerdo con la nueva situaci¨®n. Hay miedo a la crisis del centro, a la desuni¨®n de la derecha y a la crispaci¨®n de la izquierda. Hay miedo a la inoperancia del Gobierno y miedo a las minor¨ªas auton¨®micas. Miedo a que se frustre la esperanza de un sugestivo proyecto de vida en com¨²n, que se alumbr¨® con la reforma pol¨ªtica y con la Constituci¨®n. Miedo, en fin, a afrontar unas elecciones generales en las que puede dar un vuelco el actual equilibrio inestable de las fuerzas pol¨ªticas.Pero en el ¨¢mbito econ¨®mico y social hay tambi¨¦n muchos peque?os miedos que perturban el sue?o de empresarios, trabajadores y espectadores todos de esta larga y dolorida agon¨ªa de la legislatura. Hay miedo al impacto econ¨®mico que va a representar el previsible aumento de los productos energ¨¦ticas, miedo a lo que puede pasar en las f¨¢bricas y en la calle, porque el ¨ªndice de precios al consumo ha superado las cotas previstas para la revisi¨®n de los convenios. Hay miedo a las cargas crecientes de los impuestos y la Seguridad Social, a un retroceso en el camino de la reactivaci¨®n, la financiaci¨®n y el poder adquisitivo real de los salarios. Miedo a que la peseta siga su ca¨ªda por el tobog¨¢n y miedo a que los debates sobre el presupuesto general del Estado no lleguen a producirse y se retrase la financiaci¨®n del sector p¨²blico y sus proveedores.( ... )
Si logr¨¢ramos todos transformar ese miedo negativo, generador de desconfianza, inhibidor de decisiones y oscurecedor del futuro en ese otro tipo de miedo positivo que busca soluciones, ideas, estrategias y fija objetivos, ser¨ªa suficiente. La libertad y el progreso, unidos, nunca han llegado a una sociedad por el camino del miedo.
, 2 de julio
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