M¨¢quinas contra hombres
(...) Invertir en tecnolog¨ªa empieza a ser sin¨®nimo de reducir puestos de trabajo. Poco importa, al parecer, que la innovaci¨®n, la renovaci¨®n de maquinaria obsoleta o la aplicaci¨®n de las m¨¢s modernas t¨¦cnicas de producci¨®n y know how sean necesarias para mantener un nivel de competitividad interior y exterior. Y apenas se cae en la cuenta de que sin esa actualizaci¨®n tecnol¨®gica, a plazo m¨¢s o menos largo, no s¨®lo desaparecer¨ªan unos pocos empleos que podr¨ªan hacer a las industrias competitivas, sino que irremediablemente las propias industrias desaparecer¨ªan dejando en el paro no a los trabajadores afectados, sino a la totalidad de la plantilla, a poco que la competencia nacional e internacional funcionasen con unos criterios de mercado. (...)Los m¨¢s recientes estudios sobre la composici¨®n cualitativa del ep¨ªgrafe Formaci¨®n Bruta de Capital Fijo -dentro del cuadro macroecon¨®mico- tienden a demostrar que de los tres tipos de inversi¨®n -de mantenimiento, de productividad y de expansi¨®n-, la primera de ellas, la inversi¨®n de mantenimiento, viene a ser en el caso de Espa?a del orden del 1,5% anual del valor de las instalaciones, cifra que se identifica, aproximadamente, con el 6% del producto industrial bruto (PIB) de cada a?o. La inversi¨®n de productividad, por el contrario, es fundamentalmente la que se efect¨²a en la automatizaci¨®n de los procesos industriales, agrarios o de servicios, es cerca de diez veces superior a la de mantenimiento, pero que inevitablemente elimina puestos de trabajo. La inversi¨®n de expansi¨®n, finalmente, es la que se hace en nuevas instalaciones y es la que, por tanto, genera empleo.
De los tres tipos de inversi¨®n, s¨®lo la de productividad y la de expansi¨®n llevan aparejadas normalmente la utilizaci¨®n de las tecnolog¨ªas m¨¢s avanzadas en el mercado, por lo menos a los precios que es posible pagar en funci¨®n de los resultados previsibles. Pero s¨®lo la inversi¨®n de expansi¨®n da lugar a la creaci¨®n de nuevos puestos de trabajo, siempre proporcionalmente menores a la relaci¨®n capital producto que exist¨ªa antes de la inversi¨®n, y s¨®lo la inversi¨®n de productividad reduce empleos de manera visible. (...)
Bastar¨ªa recordar la historia de la ciencia aplicada como origen de la revoluci¨®n industrial y apuntar la inevitable tendencia hacia una nueva divisi¨®n internacional de trabajo para comprender hasta qu¨¦ punto se convierten en reaccionarias unas posturas de apariencia social y hasta d¨®nde llega la incapacidad de algunos dirigentes sociales y pol¨ªticos para comprender la aut¨¦ntica dimensi¨®n, origen y posibles salidas a la actual crisis econ¨®mica internacional. En estas circunstancias parece claro que cuando desde todos los sectores sociales se est¨¢ pidiendo que aumente la inversi¨®n, la ¨²nica inversi¨®n que racionalmente puede aumentar es la inversi¨®n de productividad. Si no se puede invertir en expansi¨®n -con montones de sectores en crisis, con exceso de oferta y con capacidad infrautilizada-, ni es econ¨®micamente viable invertir en simple mantenimiento, est¨¢ claro que s¨®lo cabe invertir en aquello que permite mejorar la productividad y ese camino pasa, irremediablemente, por la inversi¨®n en tecnolog¨ªa.
3 de julio
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