El poder saud¨ª en la soluci¨®n de la crisis
Quien reflexione sobre lo que sucede en estos momentos en L¨ªbano puede hacerlo, entre otros, desde uno de estos dos puntos de vista. Uno, que considerara sobre todo la seguridad internacional, tal vez estimara que la pr¨®xima vez la guerra podr¨ªa generalizarse con consecuencias imprevisibles para el mundo. Otro podr¨ªa preocuparse, antes de nada, no ya de los derechos nacionales del pueblo palestino, conculcados desde 1948, sino del intento de genocidio de este pueblo, que, al parecer, prosigue el Estado de Israel.Pero ambas ¨®pticas est¨¢n interrelacionadas, porque no habr¨¢ paz ni seguridad internacionales mientras no se respeten los derechos leg¨ªtimos de los palestinos. Por eso es urgente la b¨²squeda de una soluci¨®n al conflicto que contemple los derechos de todas las partes, incluida, por supuesto, la OLP.
Se ha producido recientemente la muerte del rey Jaled de Arabia Saud¨ª y la asunci¨®n al trono del hasta entonces pr¨ªncipe Fahd (autor del Plan para la Paz en Oriente Pr¨®ximo, que lleva su nombre).
Evitar la matanza
Es preciso recordar de entrada que no hay en marcha ning¨²n intento de diezmar al pueblo de Israel y, obviamente, se intenta eso precisamente con el pueblo palestino. Se trata, pues, antes que nada, de evitar la matanza a los palestinos. Y hay que constatar que, fuera de declaraciones ret¨®ricas, la mayor¨ªa de los llamados pa¨ªses ¨¢rabes radicales no se ha movido a tiempo (no ya militarmente, sino pol¨ªtica. Y diplom¨¢ticamente) en favor de la OLP. Sin embargo, el ministro saud¨ª de Asuntos Exteriores se plant¨® en Bonn, donde estaban reunidos los jefes de Estado y de Gobierno de la OTAN, incluido Reagan, en el mismo comienzo de la agresi¨®n israel¨ª.
Conviene advertir que de lo que se trata es de lograr la justa paz para Palestina y Oriente Pr¨®ximo y que no debe despreciarse ninguna participaci¨®n de cualquier Gobierno de la zona que persiga tal fin, por muy conservador que sea su sistema pol¨ªtico-social. No se trata aqu¨ª, pues, de juzgar el sistema saud¨ª, sino de valorar su capacidad y voluntad para incidir en la soluci¨®n del conflicto.
Y es precisamente el car¨¢cter de pa¨ªs "moderado" de que est¨¢ revestida Arabia Saud¨ª y la enorme red de intereses econ¨®micos que le ,unen a Estados Unidos, principal sostenedor de Israel, lo que hace a mi entender sugerente la potenciaci¨®n de este pa¨ªs en la soluci¨®n de la crisis.
Singularidad saud¨ª
Goza Arabia de dos caracter¨ªsticas que singularizan su posible papel. Una, que, a diferencia de otros aliados preferenciales de Estados Unidos en el mundo, hay un tema clave que produce serias grietas en la relaci¨®n norteamericano-saud¨ª: la cuesti¨®n palestinoisrael¨ª. Dos, la reciente asunci¨®n de la corona por el hasta ahora pr¨ªncipe Falid.
No es Arabia Saud¨ª un aliado incondicional de Estados Unidos. En ninguno de los grandes aliados estrat¨¦gicos" de este pa¨ªs en diversas zonas del mundo (por ejemplo, Zaire, ir¨®nicamente llamado el "Congo americano, y con quien Arabia acaba de romper relaciones por haberlas establecido este pa¨ªs con Israel; o el Ir¨¢n del sha, Sur¨¢frica o Brasil) se da la variante palestina que obliga a los dirigentes saud¨ªes a condicionar su alianza con Estados Unidos.
A efectos de lo que intentamos expresar en este art¨ªculo (la conveniencia de la participaci¨®n de Arabia Saud¨ª en un Plan de Paz para Oriente Pr¨®ximo, precisamente por la estrecha pero no incondicional vinculaci¨®n norteamericaposaud¨ª), es irrelevante si los saud¨ªes, con su particular concepci¨®n cultural del mundo y de la vida est¨¢n m¨¢s preocupados por preservar el car¨¢cter isl¨¢mico de Jerusal¨¦n que por la aut¨¦ntica solidaridad con los palestinos.
Lo relevante es que, sea porque aprecian que la estabilidad de Oriente Pr¨®ximo -y por tanto de su r¨¦gimen- depende de que se solucione el problema palestino, o porque sinceramente estiman que este pueblo, joya de la naci¨®n ¨¢rabe, ha sido expoliado de sus derechos por el sionismo, el sistema saud¨ª adopta una postura heterodoxa respecto a Estados Unidos.
Heterodoxia, fuertes intereses econ¨®micos comunes y ambivalencia de sentimientos ante Estados Unidos, son ingredientes que adecuadamente combinados pueden producir resultados interesantes de cara a una paz justa en la zona de conflicto. Los saud¨ªes, que ante la beligerancia de los pa¨ªses ¨¢rabes radicales, se han mostrado tradicionalmente cautos en pol¨ªtica exterior queriendo actuar m¨¢s que como l¨ªderes, como creadores de consenso, se encuentran ahora ante una situaci¨®n l¨ªmite.
Tras haber obtenido recientemente de Estados Unidos sofisticados medios de defensa (AWACS, cohetes aire-aire, etc¨¦tera), que durante a?os un Senado pro sionista norteamericano les hab¨ªa negado, contemplan lo que bien podr¨ªa calificarse de intento definitivo israelo-norteamericano para acabar con la OLP en L¨ªbano. Probablemente, lo que tradicionalmente ha sido un sentimiento ambivalente ante Estados Unidos, fuente simult¨¢nea de seguridad para su r¨¦gimen y de ansiedad y preocupaci¨®n por sus lealtades ¨¢rabes, ha llegado en la Casa de Saud a su cl¨ªmax.
Por ello cobra ahora toda su importancia la segunda caracter¨ªstica saud¨ª a que nos refer¨ªamos antes, la reciente llegada al trono del pr¨ªncipe Fahd. Creo que con rigor puede decirse que objetivo primordial del antes pr¨ªncipe y ahora rey Fahd -art¨ªfice clave de la pol¨ªtica exterior saud¨ª- es compatibiaar al m¨¢ximo el lado positivo de la relaci¨®n con Estados Unidos y simult¨¢neamente reducir la carga negativa que ante los hermanos ¨¢rabes implica para Riad el amigo americano. Y eso s¨®lo lo pueden lograr jugando un papel decente y brillante que ayude a librar a 10:3 palestinos de la aniquilaci¨®n que persigue el Gobierno Beguin.
No en vano el entonces pr¨ªncipe Fahd ejercit¨® en su momento las dotes de mediaci¨®n y creador de consenso a que antes alud¨ªamos. As¨ª, en 1975 logra consolidar las relaciones con el r¨¦gimen baasista-iraqu¨ª, tradicionalmente hostil al sistema saud¨ª. En ese mismo a?o obtiene Fahd un acuerdo sirio-iraqu¨ª sobre las aguas del E¨²frates, que ten¨ªa seriamente enfrentados a ambos pa¨ªses. As¨ª, la reciente iniciativa Falid en Washington sobre los AWACS, que ha supuesto un golpe para Israel y una reafirmaci¨®n del orgullo nacional saud¨ª. As¨ª, en fin, el propio Plan Fahd para la Paz en Oriente Pr¨®ximo, de agosto de 1981.
En virtud de los diversos factores que hemos se?alado, una iniciativa saud¨ª en Oriente Pr¨®ximo, en¨¦rgica en los principios y tolerante en las modalidades de soluci¨®n, una iniciativa que fuera apoyada inteligentemente por los Gobiefrios e instituciones europeas, no s¨®lo de la CEE, sino de cualquier pa¨ªs europeo, podr¨ªa- hallar un clima adecuado para avanzar en el camir¨ªo de una paz justa y duradera.
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