Noam Chomsky: "La pol¨ªtica exterior de Reagan es id¨¦ntica a la de Kennedy"
Noam Chomsky es un trabajador infatigable que combina el trabajo docente, la investigaci¨®n y una intensa actividad pol¨ªtica. La devastadora cr¨ªtica con la que lleva a cabo su an¨¢lisis pol¨ªtico, unida a su gran honestidad personal, hacen de ¨¦l una figura central en los c¨ªrculos de izquierda norteamericanos.Nacido en Filadelfia, de ascendencia jud¨ªa, tiene 54 a?os, est¨¢ casado y con tres hijos, y acaba de publicar dos libros: en el campo de la ling¨¹¨ªstica, Lectures on Government and Binding, y en el de la pol¨ªtica, Towards a New Cold War (Hacia una nueva guerra fr¨ªa). Noam Chomsky est¨¢ vinculado de un modo muy especial a Espa?a, como se ver¨¢ a continuaci¨®n.
Pregunta. ?Que corrientes ideol¨®gicas considera usted que han tenido especial incidencia en su pensamiento pol¨ªtico?
Respuesta. En mi adolescencia estuve influenciado por publicaciones marxistas antileninistas y anarquistas. La guerra civil espa?ola, hecho muy comentado en los c¨ªrculos anarquistas neoyorquinos, me caus¨® un tremendo impacto, y m¨¢s tarde, cuando empec¨¦ a estudiarla en profundidad, las corrientes y experiencias anarquistas espa?olas proporcionaron el marco adecuado a mi pensamiento pol¨ªtico. Tengo un inter¨¦s especial por las corrientes de opini¨®n que van desde marxistas antileninistas, como Luxemburgo, Pannekoek o Paul Mattich, hasta una larga serie de autores individuales que se mantienen tambi¨¦n en torno a la misma l¨ªnea pol¨ªtica.
P. ?Cu¨¢ndo comenz¨® sus actividades pol¨ªticas?
R. Debido a circunstancias familiares, desde muy joven he estado interesado por la pol¨ªtica. Recuerdo, como an¨¦cdota, que el primer art¨ªculo pol¨ªtico lo escrib¨ª en 1.939, despu¨¦s de la ca¨ªda de Barcelona. Por aquel entonces ten¨ªa diez a?os y se trataba de un art¨ªculo para el peri¨®dico de la escuela. De todas formas, es a partir de los a?os sesenta cuando comenc¨¦ a participar m¨¢s activamente en movimientos de resistencia pol¨ªtica y en movimientos pacifistas: manifestaciones a favor de los derechos civiles, por la libertad de expresi¨®n...
P. Usted trabaja en el Massachusetts Institute of Technology, una de las universidades que participa m¨¢s estrechamente en los programas militares, colaborando de una manera abierta con el Gobierno y las multinacionales norteamericanas. ?Le ha sido f¨¢cil trabajar en esta instituci¨®n y mantener, al mismo tiempo, sus actividades pol¨ªticas?
R. No ha habido nunca, desde que vine al MIT, en 1955, ninguna interferencia directa en contra m¨ªa por parte de la universidad. En aquel per¨ªodo yo no estaba de acuerdo con hacer algunas de las cosas que la direcci¨®n de la universidad sol¨ªa exigir a los profesores. Por ejemplo, un individuo pod¨ªa someterse voluntariamente a un examen ideol¨®gico que le hac¨ªa la misma universidad. A cambio obten¨ªa una autorizaci¨®n que le daba acceso a informaci¨®n secreta. Esto, por supuesto, no lo hice nunca.
'El Pent¨¢gono es quien dirige la pol¨ªtica industrial'
P. Se acusa a la Administraci¨®n Reagan de no tener unos planteamientos definidos en pol¨ªtica exterior. ?Qu¨¦ opina usted?
R. La pol¨ªtica de la Administraci¨®n Reagan es una continuaci¨®n de la de Carter. En oto?o de 1978 Carter propon¨ªa un incremento del presupuesto militar y una reducci¨®n de los programas sociales. En 1979, cuando los sovi¨¦ticos invaden Afganist¨¢n y se produce la crisis de Ir¨¢n, Carter aprovecha estos acontecimientos para llevar a cabo los programas previstos con anterioridad. Lo ¨²nico que hace la Administraci¨®n Reagan es acelerar a¨²n m¨¢s los programas de Carter. Aunque parezca sorprendente, la pol¨ªtica de Carter y la de Reagan presentan los mismos rasgos, aunque con una diferencia fundamental: la presente Administraci¨®n quiere hacer de cada problema una crisis internacional. El caso de El Salvador es muy significativo. Durante la Administraci¨®n Carter se trataba de resolver un problema local, est¨¢bamos luchando contra la resistencia campesina. De acuerdo con la Administraci¨®n Reagan, estamos luchando contra la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Esta tendencia a internacionalizar cada problema es el resultado directo del programa dom¨¦stico de Reagan basado en: 1. Un sistema de impuestos regresivos con transferencia de recursos de pobres a ricos; y 2. En un esfuerzo por reconstruir la econom¨ªa estatal a trav¨¦s de un notable incremento en industria militar. En ¨²ltima instancia, es el Pent¨¢gono quien coordina y dirige la pol¨ªtica industrial del pa¨ªs. De esta forma, Estados Unidos vende armamento a distintos reg¨ªmenes dictatoriales en diversas partes del mundo, al mismo tiempo que se asegura unas inversiones muy rentables en unos pa¨ªses en los que toda resistencia activa es eliminada.
P. ?C¨®mo es posible que la poblaci¨®n norteamericana acepte esto?
R. Cada crisis se presenta como si fuera un ejemplo de agresi¨®n sovi¨¦tica: nuestras vidas est¨¢n en peligro y tenemos que defenderlas luchando contra el poderoso enemigo. En este sentido, la pol¨ªtica de Reagan es un duplicado de la de Kennedy, aunque resulta asombroso que nadie reconozca las similitudes. Esto es una clara indicaci¨®n de lo bien lavado que tiene el cerebro la intelligentsia norteamericana, que no ha contribuido sino a salvaguardar actitudes e interpretaciones conformistas siempre cercanas a los c¨ªrculos gubernamentales. Rusia invade Afganist¨¢n y Polonia. Sin embargo, el bombardeo masivo del Ej¨¦rcito americano contra Vietnam del Sur, los ataques de Israel en Jordania, L¨ªbano y Egipto y la invasi¨®n de Timor Este por parte de Indonesia no son consideradas como tales por la intelligentsia del pa¨ªs.
P. ?C¨®mo valora el resultado de las elecciones en El Salvador?
R. Estados Unidos esperaba que las elecciones servir¨ªan para legitimar no s¨®lo el r¨¦gimen democristiano, sino tambi¨¦n la importante ofensiva militar que Estados Unidos hab¨ªa planeado con anterioridad mediante el env¨ªo de armas y el entrenamiento de oficiales militares. Esto no ha funcionado, y un Gobierno de extrema derecha en El Salvador va a hacer menos viable cualquier ofensiva militar futura. Si el sistema americano de propaganda consigue que el nuevo presidente, que sabe tanto de pol¨ªtica como los militares, sea presentado como la gran figura moderada, y si es capaz de consolidar el proceso pol¨ªtico, no ser¨¢ dif¨ªcil justificar la matanza del campesinado en defensa de la democracia.
P. ?Cree usted que la crisis de las Malvinas tendr¨¢ efectos inmediatos en la pol¨ªtica exterior de Estados Unidos con respecto a Latinoam¨¦rica?
R. Este conflicto va a tener m¨¢s repercusiones de las que en principio se esperaban. El hecho de que Estados Unidos no pueda utilizar a Argentina como potencia complementaria en la crisis de Am¨¦rica Central obligar¨¢ a una mayor relaci¨®n entre Estados Unidos e Israel, con el fin de que las armas y los t¨¦cnicos sean canalizados hacia Latinoam¨¦rica a trav¨¦s de este pa¨ªs. Por otro lado, la invasi¨®n de las Malvinas ha acentuado los deseos de Venezuela de reclamar el derecho sobre el 70% del territorio de Guyana, en el que recientemente se ha descubierto petr¨®leo. Desde 1.970 existe un tratado entre ambos pa¨ªses por el que se establece la no discusi¨®n de la soberan¨ªa de Guyana. Este acuerdo termina a finales de junio. Venezuela ha. estado apoyando la pol¨ªtica norteamericana en Am¨¦rica Central, pero en caso de que ataque a Guyana pondr¨ªa en serias dificultades a EE UU. Considero que los esfuerzos de Reagan por encontrar apoyo en su pol¨ªtica sobre Am¨¦rica Central no han funcionado. Los programas de Kennedy y de Reagan son similares, con la diferencia de que el de Kennedy funcion¨®. Tanto en EE UU como en Europa, el programa Kennedy fue aceptado, pero en la actualidad la reacci¨®n del p¨²blico es muy distinta. Ya no sirve utilizar la t¨¦cnica de propaganda de la guerra fr¨ªa. Ya no sirve utilizar de nuevo la historia de la amenaza sovi¨¦tica. Esto es lo que refleja el declive del poder americano. Si en 1.960 EE UU era la potencia mundial m¨¢s importante, en 1982 tiene que enfrentarse no s¨®lo con la Uni¨®n Sovi¨¦tica, sino tambi¨¦n con Europa y Jap¨®n.
P. ?Qu¨¦ opina usted sobre las futuras relaciones entre Estados Unidos y Europa?
R. En mi opini¨®n, en Europa tiende a erradicarse del sistema bipolar que ha venido funcionando desde 1.945. Los movimientos po-
pulares a favor del desarme pueden ser interpretados como parte de un proceso general en el que Europa trata de desvincularse de las dos superpotencias. A largo plazo, esto repercutir¨¢ en la OTAN. Creo que la OTAN perder¨¢ el sentido por el que fue creada. No cabe duda de que esto producir¨¢ tensiones. Sin embargo, a largo plazo, Europa se convertir¨¢ en un competidor m¨¢s importante que la Uni¨®n Sovi¨¦tica.
'En Estados Unidos no existe oposici¨®n pol¨ªtica'
P. ?Cree usted que esta inquietud pol¨ªtica que se observa en la sociedad norteamericana en estos momentos va a tener alg¨²n impacto?
R. Es dif¨ªcil predecirlo. En Estados Unidos, la protesta pol¨ªtica tiende a ser difusa y desorganizada. No hay oposici¨®n pol¨ªtica; esta es una de las razones por las que s¨®lo la mitad de la poblaci¨®n vota. No existe oposici¨®n ni a nivel intelectual ni en los medios de comunicaci¨®n. La ausencia de una izquierda organizada facilita el control ideol¨®gico. Por eso, cuando surgen movimientos de protesta suelen ser muy fragmentarios, de manera que cambian r¨¢pidamente sin llegar a cuajar. A veces, estos movimientos adquieren cierta fuerza, como ocurri¨® en los a?os sesenta. Los movimientos actuales como, por ejemplo, las campa?as contra la intervenci¨®n norteamericana en El Salvador, raramente llegan a arraigar.
P. ?C¨®mo valora usted la campa?a del desarme aqu¨ª, en Estados Unidos?
R. Ahora existe gran actividad entre los estudiantes sobre la cuesti¨®n del desarme, pero no creo que esto vaya a durar. Le falta significado pol¨ªtico. Los movimientos sobre el desarme en EE UU son ambiguos. Tanto los l¨ªderes como los medios de comunicaci¨®n est¨¢n tratando de restarle cualquier incidencia pol¨ªtica. En mi opini¨®n, se discute muy poco sobre la cuesti¨®n central: las condiciones en las que puede estallar una guerra nuclear. S¨®lo si sabemos c¨®mo puede iniciarse seremos capaces de prevenirla. Pero nadie se plantea esto, porque tan pronto como se enfrenta uno a ello resulta claro que ni la guerra nuclear va a estallar en Europa ni ninguna de las dos grandes potencias va a atacar Europa. Esto no empezar¨¢ en Europa. La guerra nuclear empezar¨¢ en el Tercer Mundo, en caso de que China invada Vietnam, o si Israel invade el sur de L¨ªbano.
[La entrevista fue realizada antes del ataque israel¨ª contra L¨ªbano]. En este sentido, las propuestas sobre la congelaci¨®n en la producci¨®n de armamentos o el tratado SALT II son irrelevantes. El problema real es que existe una serie de conflictos, en su mayor¨ªa centrados en el Tercer Mundo, que pueden enfrentar f¨¢cilmente a las dos superpotencias. A esta cuesti¨®n no se le suele dar publicidad. El problema reside en si el movimiento a favor del desarme podr¨¢ llegar m¨¢s all¨¢, en si realmente alcanzar¨¢ a afectar el sistema pol¨ªtico.
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