El Parlamento portugu¨¦s elimina el ¨²ltimo vestigio de la Revoluci¨®n del 25 de Abril
Con dos votaciones, realizadas el pasado mi¨¦rcoles con escasas horas de diferencia, el Parlamento portugu¨¦s ha borrado del r¨¦gimen constitucional del pa¨ªs los ¨²ltimos vestigios del golpe militar del 25 de abril de 1974, que derrumb¨® la m¨¢s antigua dictadura europea.
Alianza Democr¨¢tica y el Partido Socialista han aprobado la extinci¨®n del Consejo de la Revoluci¨®n (CR), desplazando el poder del presidente de la Rep¨²blica, para confiarlo al Gobierno, de nombrar los altos mandos militares. Los medios pol¨ªticos y los ¨®rganos de informaci¨®n son un¨¢nimes: se trata de una decisi¨®n de importancia hist¨®rica, del verdadero cierre de la transici¨®n democr¨¢tica portuguesa.A pesar de las convulsiones que marcaron los primeros a?os del nuevo r¨¦gimen, los j¨®venes oficiales del Movimiento de las Fuerzas Armadas (MFA) han respetado su compromiso, y los ¨²ltimos de ellos que ejerc¨ªan a¨²n funciones pol¨ªticas -los actuales miembros del Consejo de la Revoluci¨®n- abandonar¨¢n el poder en septiembre pr¨®ximo.
No hay sorpresas: la transici¨®n estaba prevista, consagrada por la Constituci¨®n de 1976, aceptada por los consejeros de la Revoluci¨®n y, en principio, por los partidos pol¨ªticos, aunque el comunista hubiese querido encontrar una f¨®rmula que permitiera seguir asociando las fuerzas armadas al "poder democr¨¢tico y a la defensa del r¨¦gimen".
En cambio, profundas divergencias se registran en las reacciones: la derecha y la ultraderecha manifiestan su satisfacci¨®n; los comunistas y la ultraizquierda hablan de traici¨®n y de liquidaci¨®n de abril, y los consejeros de la Revoluci¨®n manifiestan una cierta amargura.
El diario derechista de Lisboa O Dia anunciaba ayer que hab¨ªa llegado "el primer d¨ªa de la democracia". El comentario oficial del partido democristiano de Gobierno, el CDS, m¨¢s moderado, iba en el mismo sentido: las fuerzas pol¨ªticas democr¨¢ticas han alcanzado una victoria hist¨®rica, liber¨¢ndose de la tutela militar, que imped¨ªa el funcionamiento pleno de la democracia, e infligiendo al partido comunista "su mayor derrota".
Socialistas y socialdem¨®cratas mezclan, a su gusto, un postrero reconocimiento hacia los militares, que, despu¨¦s de devolver al pueblo portugu¨¦s el pleno derecho a decidir su destino, han aceptado el veredicto del Parlamento. Un diputado socialista, Nu?es de Almeida, que tuvo un papel importante en la negociaci¨®n -con Alianza Democr¨¢tica- de la nueva Constituci¨®n lusa, propuso incluso al Parlamento celebrar una sesi¨®n solemne de despedida y de homenaje al Consejo de la Revoluci¨®n.
El Consejo de la Revoluci¨®n, reunido en una agitada sesi¨®n bajo la presidencia del general Ramallo Eanes, no escond¨ªa su sorpresa y su amargura; para el portavoz oficial del Consejo, el teniente coronel V¨ªctor Alves, Alianza Democr¨¢tica y el Partido Socialista hab¨ªan decidido, inexplicablemente, "complicar lo que no era complicado", adoptando un procedimiento de, dudosa legitimidad y creando artificiosamente "un nuevo per¨ªodo de transici¨®n".
El calendario adoptado por Alianza Democr¨¢tica y el PS para la entrada en vigor de la nueva Constituci¨®n es algo complejo. Hasta el 15 de agosto, el Parlamento se compromete a concluir la regvisi¨®n constitucional, que deber¨¢ ser promulgada por ¨¦l presidente Eanes en el plazo de un mes.
Alianza Democr¨¢tica y el PS han instaurado para el Consejo de la Revoluci¨®n un r¨¦gimen de excepci¨®n: debe entregar todos sus poderes en la fecha de la promulgaci¨®n de la nueva Constituci¨®n y, para evitar un vac¨ªo de poder, ser¨¢ el presidente de la Rep¨²blica quien decidir¨¢ sobre la constitucionalidad de las leyes hasta la entrada en funciones del Tribunal Constitucional.
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