La luz de esta memoria
"'Puesto ya un pie en el estribo'/ para saltar la barrera,/ estoy esperando al toro, / ?ay! pero el toro no llega. / Me est¨¢ dando al coraz¨®n/ que al fin tendr¨¦ que tirarme/ de cabeza al callej¨®n". Con estos versos en los que la iron¨ªa trasluce su filosof¨ªa de la vida, y de la muerte, Jos¨¦ Bergam¨ªn, poeta del veintisiete, convaleciente en Aracena (Huelva) de una fractura de f¨¦mur, salud¨® al auditorio que en la Universidad Internacional Men¨¦ndez Pelayo, en el palacio de la Magdalena de Santander, asisti¨® el pasado jueves a un acto que al tiempo era la inauguraci¨®n oficial de los cursos veraniegos de este centro y un homenaje a los cincuenta a?os de historia de la instituci¨®n y a las mismas cinco dif¨ªciles d¨¦cadas de la vida intelectual espa?ola, representada por Bergam¨ªn y por otros premiados con los galardones que llevan los nombres de Pedro Salinas y Francisco Giner de los R¨ªos.Todos los discursos de los premiados giraron en torno a su respectiva impremiabilidad para significar, quiz¨¢, que el homenaje deb¨ªa entenderse como un gesto m¨¢s general y trascender a la propia universidad, que su rector, Ra¨²l Morodo, ha querido que sirva en los tres a?os de su m¨¢s reciente historia de foco para "una pol¨ªtica cultural de Estado que contribuya a una convivencia democr¨¢tica firme", y a los personajes que titulan los respectivos galardones entregados.
Jos¨¦ Luis L. Aranguren y Enrique Tierno Galv¨¢n, que recibieron al alim¨®n el Francisco Giner de los R¨ªos de Ciencias Sociales, y Jos¨¦ Bergam¨ªn y Rafael Alberti, que recibieron tambi¨¦n en igualdad de m¨¦ritos el Pedro Salinas de Poes¨ªa, hablaron, cada uno a su modo, de la impremiabilidad de generaciones sucesivas de espa?oles que han sufrido el silencio, la intolerancia y, en muchos casos, el destierro. Bergam¨ªn, cuyas palabras fueron le¨ªdas por Alberti, relat¨® el ¨²nico premio que mereci¨® en su vida (el "premio de excelencia", en el colegio; "aquel premio me dio tanta verg¨¹enza recibirlo, que me promet¨ª hacer m¨¦ritos suficientes para no obtener en toda mi vida ning¨²n otro. Y me hice inmediatamente el prop¨®sito de ser un mal estudiante, de p¨¦sima conducta, escolar, primero, y despu¨¦s, universitaria. Lo consegu¨ª con creces").
Para el autor de Esperando la mano de nieve, la significaci¨®n del jurado que le ha dado el Salinas, el propio nombre del galard¨®n po¨¦tico y la instituci¨®n que se lo ha otorgado, han borrado la palabra premio de esta honra, lo que le produce tanta alegr¨ªa, "que lo es (repito una vez m¨¢s los maravillosos versos de Lope): 'a pesar de la sangre que procura/ cubrir de noche oscura/ la luz de esta memoria'".
Versos c¨¢ntabros
Rafael Alberti, ya con su propia voz, a?adi¨® a la alegr¨ªa de Bergam¨ªn el recuerdo suyo de versos c¨¢ntabros de cuando ten¨ªa veinte a?os: "La luna va resbalando/ sola, por el ventisquero./ La luci¨¦rnaga del tren/ horada el desfiladero. / De m¨ª olvidada, mi novia,/ va so?ando con las playas/ gris-perla del Sardinero". Aranguren aludi¨® al largo par¨¦ntesis que le impuso la vida universitaria, un ostracismo que se hab¨ªa unido a una impremiabilidad que juzga cong¨¦nita: "Hay personas que no servimos para ser premiadas y hay otras a las que les sienta bien el premio, quiz¨¢ porque unos tienen el orgullo reconocido por dentro y otros precisan que tal orgullo se les reconozca por fuera".
Pero tanto a ¨¦l como a Tierno, que vivi¨® en tiempos de Franco una historia de similar postergaci¨®n acad¨¦mica, que el nombre de Giner garantice el homenaje que les rinde la Universidad Internacional Men¨¦ndez Pelayo confiere al premio una funci¨®n terap¨¦utica que le quita la aureola que de bombo fatuo ha tenido siempre el concepto del premio.
Mirando a los premiados, con la perplejidad hist¨®rica que siempre ha tenido su semblante de novelista, estaba en la primera fila Camilo Jos¨¦ Cela, para quien ayer tarde un grupo de escritores espa?oles y latinoamericanos pidi¨® el homenaje internacional que merece el autor de La familia de Pascual Duarte, la novela de cuya sorpresa como revulsivo de la desanimada literatura de entonces se cumple este a?o el cuarenta aniversario.
Fue un d¨ªa de retornos y de premios a espa?oles impremiables en los que la imagen de la convivencia democr¨¢tica firme que propone la universidad de Morodo estaba en el propio estrado, desde la chaqueta azul chillona del poeta Alberti a la presencia enjuta y emocionada del militar Guti¨¦rrez Mellado, pasando por los rostros ensimismados de Areilza y de Tierno y la cabellera an¨¢rquica y vol¨¢til del profesor Aranguren.
En esa atm¨®sfera, en la que el ministro de Educaci¨®n, Federico Mayor, quiso poner el toque biol¨®gico, las palabras de Manuel Aza?a, tra¨ªdas por Ra¨²l Morodo para incitar al intelectual a ahondar en la realidad "para acrecentar as¨ª la, libertad civil", las del rey don Juan Carlos sobre la capacidad del foro abierto de la cultura y de la libertad que debe atesorar la universidad espa?ola, y las de Bertrand Russell en defensa de la ley, "porque cuando no hay ley manda el m¨¢s fuerte", sonaron como una reflexi¨®n sobre la libertad, en contra de quienes, neg¨¢ndola, niegan tambi¨¦n la cultura y la posibilidad de convivencia que fue festejada en medio del calor veraniego de Santander cincuenta a?os despu¨¦s de que la UIMP comenzara a andar en un clima de tolerancia intelectual al que el acto de anteayer quiso que retorn¨¢ramos.
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