El Ramad¨¢n espa?ol
La exig¨¹idad de la confesi¨®n musulmana en Espa?a hace que sus pr¨¢cticas pasen casi inadvertidas. Pero sus seguidores cumplen con los ritos del Cor¨¢n con el mismo rigor que sus hermanos de los pa¨ªses isl¨¢micos
.El madrile?o Jaled Abu Usamah se levant¨® esta madrugada con la lengua pegada al paladar y los labios resecos. Eran las cuatro de la ma?ana y no necesit¨® asomarse a la ventana para comprobar que a¨²n imperaba la noche. Pero tuvo que hacer un esfuerzo para enderezar sus primeros andares trastabillados, mientras elevaba al cielo su primer pensamiento. Apenas hab¨ªa cabeceado un sue?o de una hora durante esta noche de s¨¢bado, especialmente sagrada dentro del Ramad¨¢n. Abu Usamah, hab¨ªa pasado el grueso de la noche rezando, tal como hacen los musulmanes cumplidores, en recuerdo de que el Cor¨¢n hab¨ªa sido revelado tal d¨ªa como hoy, en la vigilia de los d¨ªas 26 al 27 del Ramad¨¢n, que este a?o coincide con el 18 de julio del calendario cristiano. Abu Usamah se acerc¨® a la cocina y bebi¨® pausadamente un mediano vaso de agua. Despu¨¦s tom¨® queso, un par de huevos fritos y t¨¦ reci¨¦n hecho. M¨¢s tarde, hizo la primera oraci¨®n del d¨ªa, denominada fayer. Desde ese momento ya no pod¨ªa tomar alimento hasta el crep¨²sculo. Empezaba una nueva jornada de ayuno total e inclemente "de sol a sol". El Cor¨¢n, con su reglamentaci¨®n minuciosa, lo dice muy claro: durante la noche "comed y bebed hasta que disting¨¢is un hilo blanco de un hilo negro en el alba. Inmediatamente despu¨¦s, observad el ayuno".
Cuando el Ramad¨¢n cae en verano, como este a?o, los d¨ªas son tan largos que el ayuno se hace implacable durante cerca de diecisiete horas. Y Abu Usamah, como el resto de los musulmanes espa?oles, no come, no bebe, no fuma y no puede hacer el amor durante esas horas. Debe guardar la pureza y ni siquiera le est¨¢ permitido pecar con la vista o desear hacer el amor con su mujer. Y mucho menos desear a otras. Su esposa, madrile?a de Arg¨¹elles, vestida seg¨²n la rigurosa etiqueta isl¨¢mica, sin duda m¨¢s cubriente que la de una monja convencional, tampoco puede ponerse perfume mientras haya rastro de claridad.
Hay d¨ªas que la f¨¢brica en que trabaja Abu Usamah. registra calores equivalentes a los 50?. Pero ¨¦l no puede tragar ni una gota de agua. El Cor¨¢n s¨®lo permite enjuagar la boca y remojarse el cuerpo como alivio contra el rigor del verano. Los m¨¢s estrictos, sin embargo, no osan humedecerse los labios, aunque la sequedad se los apergamine durante horas.
Las cinco oraciones diarias que obligan a los seguidores del Islam contribuyen a cortar en trocitos el tiempo y con ¨¦l, el hambre y las posibles tentaciones. Muchos musulmanes, que a lo largo del a?o olvidan a menudo sus oraciones, son m¨¢s exquisitos cumplidores durante el Ramad¨¢n. "Pero el verdadero musulm¨¢n tiene que cumplir el Cor¨¢n siempre y no s¨®lo en Ramad¨¢n", puntualiza Abu Usamah. Lo cierto es que cuando aprieta el cansancio, a mediod¨ªa, la preocupaci¨®n por cumplir la segunda plegaria aleja de su imaginaci¨®n el fantasma del mantel vac¨ªo. Antes de que se oculte el sol hay que satisfacer una tercera oraci¨®n. El cuarto rezo debe elevarse antes de que el cielo oscurezca. Entre ¨¦ste y la primera oraci¨®n del d¨ªa siguiente, queda tiempo para realizar la quinta plegaria obligatoria. Por si fuera poco, en el mes de Ramad¨¢n existen unas preces peculiares, denominadas tarawih, que deben rezarse tras la primera comida de la noche.
Pero el d¨ªa es muy largo en Ramad¨¢n. S¨®lo los musulmanes antiguos como el sirio Bahig Maya, residente en Madrid y fundador del Centro Isl¨¢mico en la capital de Espa?a, han conocido a?os en los que el mes del ayuno transcurr¨ªa en invierno, ¨¦poca en la que las horas de la noche son m¨¢s largas que las del sol. Cada veinte a?os aproximadamente, el Ramad¨¢n, noveno mes lunar del calendario ¨¢rabe, vuelve a la estaci¨®n fr¨ªa. Este a?o, en Espa?a, el mes sagrado se inici¨® el 23 de junio y terminar¨¢ el 22 de este mes.
Desayuno en familia
A las ocho de la tarde, Najatz y su amiga Aida inician los preparativos para el desayuno o iftar. Es la comida que rompe el ayuno y que tiene lugar a las 10 menos cuarto de la noche. Los olores culinarios se convierten as¨ª en una avanzadilla festiva, en un lento despertar del cuerpo mientras se va despidiendo el sol. A las nueve y media, ya no hay huellas de sol en el aire, pero todav¨ªa flota su luz ¨¢mbar en el cielo y a¨²n no se puede empezar a servir el desayuno. Pero diez minutos despu¨¦s s¨ª, la mesa est¨¢ dispuesta. "La vida social se relega a la noche en estos d¨ªas y acostumbramos a reunimos varias familias para comer y rezar juntos". Arrellanados en el suelo y enfundados en chilabas los maridos comen una sopa espesa, seguidas de varias bandejas de arroz y carne pi cada aderezadas con unas guindillas junto a unos platos de fruta En otra habitaci¨®n, las mujeres toman un men¨² id¨¦ntico, envueltas en sus largos e inc¨®modos vestidos.
Tras el desayuno nocturno hombres y mujeres rezan por separado en casa o en la mezquita. Abu Usamah y sus compa?eros se dirigen a la mezquita de la Asociaci¨®n Isl¨¢mica de Espa?a, situada en la calle de Francos Rodr¨ªguez de Madrid. El andaluz Emilio Qu¨ªlez, que tras su conversi¨®n al islamismo se hace llamar Bilal, de paso en Madrid, se acerca a la mezquita del Centro Isl¨¢mico, en la calle de Alonso Cano. Hay otra tercera mezquita en la capital de Espa?a, la de la Comunidad Musulmana de Espa?a, frecuentada por espa?oles y diplom¨¢ticos, y cuyo secretario es el periodista musulm¨¢n espa?ol Alvaro Machord¨®n. En estos d¨ªas, la mezquita permanece abierta hasta la madrugada y los grupos de fieles con sus salmodias y postraciones se suceden cada cinco minutos. "En algunos pa¨ªses de poblaci¨®n isl¨¢mica la mezquita est¨¢ abierta las veinticuatro horas del d¨ªa este mes, pero aqu¨ª procuramos respetar las horas de sue?o de los dem¨¢s y cerramos algunas horaa".
Inevitablemente, los cumplidores trasnochan entre rezo y tertulia. Los que trabajan al d¨ªa siguiente se retiran pronto a dormir. Los matrimonios tienen ahora tambi¨¦n la ocasi¨®n de hacer el amor. "Os est¨¢ permitido durante la noche del ayuno cohabitar con vuestras esposas. Ellas son una vestidura para vosotros. Vosotros sois una vestidura para ellas", dice el Cor¨¢n.
Huir de los extremos
"El Ramad¨¢n rompe la rutina del a?o", explica Emilio Qu¨ªlez. "Es una ¨¦poca de reflexi¨®n". "Pero en el Islam se huye de los extremos y se busca la moderaci¨®n y la libertad", apostilla Bahig Maya. "Los enfermos o los que realizan trabajos forzosos y duros como los mineros, no est¨¢n obligados a ayunar". Tampoco ayunan las embarazadas y lactantes y las mujeres con el per¨ªodo. Los fieles que se encuentran de viaje tambi¨¦n pueden optar por retrasar el ayuno para la vuelta. "Hay que recuperar los d¨ªas perdidos al final del mes o antes del siguiente Ramad¨¢n".
"A las cuatro de la madrugada se hace una segunda comida que pone fin a la noche e inaugura la vuelta al ayuno. Es al empezar la aurora cuando uno debe decidir si ayuna ese d¨ªa o si lo pospone por razones de salud o de otro impedimento" comenta Emilio Qu¨ªlez. "Yo anoto los d¨ªas que me faltan y los cumplo en otro momento". Hay otra segunda opci¨®n para los que se consideran imposibilitados, de hacer el ayuno: alimentar a un pobre o entidad ben¨¦fica, por un importe aproximado a lo que le cuesta el sustento diario, durante el tiempo equivalente a los d¨ªas de ayuno incumplidos.
La sombra de la guerra del L¨ªbano entristece la fiesta religiosa del Ramad¨¢n entre los musulmanes espa?oles, "porque no es un problema palestino solamente, sino algo que afecta a todos los musulmanes. En Espa?a se estima que hay 150.000 musulmanes, aunque Emilio Qu¨ªlez considera que s¨®lo son estrictos cumplidores unos 6.000. De ellos, quinientos son espa?oles de nacimiento y en su mayor¨ªa convertidos al Islarri tras un bautizo cristiano. El andaluz Emilio Qu¨ªlez, 47 a?os, especialista en estuco y contratista de obras, se hizo musulm¨¢n hace siete a?os. Abu Usamah, 25 a?os y, vecino de Cascorro, se convirti¨® casi de adolescente y asegura que no quiere recordar su nombre cristiano, "porque muri¨® con mi vida anterior", aunque parece ser que lo oculta por problemas familiares. "Para mi familia, mi conversi¨®n supuso un choque tremendo".
"Estamos en minor¨ªa y nuestro Ramad¨¢n es m¨¢s discreto que en otros pa¨ªses, en los que todo gira en torno al Ramad¨¢n. Pero no consideramos ejmplar a ning¨²n. Gobierno de los llamados isl¨¢micos. Si te pasas por cualquier embajada, encontrar¨¢s a la gente fumando puros y tomando copas en pleno mes de ayuno. Son los grandes hip¨®critas que utilizan el Islam como fachada", denuncia Abu. Usamah. El Islam, seg¨²n sus seguidores, "es un sistema de vida, integrista y totalitario. Es m¨¢s que una religi¨®n. Es tambi¨¦n una pauta para organizar una sociedad pol¨ªtica". Y los musulmanes que viven en Espa?a, sirios, palestinos y marroqu¨ªes, adem¨¢s de los espa?oles, creen que todav¨ªa no existe esa sociedad isl¨¢mica perfecta. De mayor¨ªa sunnita, los espa?oles cumplidores como Abu Usamah, que trae su chilaba de Arabia Saud¨ª, confiesa que "ahora hay un boom isl¨¢mico entre la juventud. Algunos nos llaman integristas y extremistas, pero simplemente somos musulmanes".
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