El PCE y las elecciones
EN EL discurso de clausura de la fiesta del PCE en la Casa de Campo, Santiago Carrillo ha ofrecido al Gobierno su apoyo para forzar el agotamiento de la legislatura y evitar la convocatoria de elecciones en el pr¨®ximo oto?o. De celebrarse los comicios generales dentro de tres o cuatro meses, el PCE, desangrado por la luchas entre la direcci¨®n oficial, la corriente renovadora y la tendencia prosovi¨¦tica, tendr¨ªa serias dificultades para invertir o frenar la tendencia a la p¨¦rdida de sufragios populares iniciada en las elecciones andaluzas. Tampoco es seguro que el alargamiento al m¨¢ximo de la legislatura pudiera conceder a los comunistas una cierta recuperaci¨®n, pero la tregua de esos meses les permitir¨ªa reagrupar fuerzas y mejorar sus posiciones en las urnas.La propuesta de Carrillo puede hacer tambi¨¦n que el PCE, tras viarios a?os de marginaci¨®n respecto a los centros gubernamentales de decision, recupere moment¨¢neamente la respetabilidad pol¨ªtica que en esas ¨¢reas le proporciona la coincidencia con Fraga, Calvo Sotelo y Lavilla en el objetivo com¨²n de prolongar la existencia de la legislatura. Los votos de la veintena de diputados comunistas ser¨ªan puestos a disposici¨®n del Poder Ejecutivo, en lorma de abstenciones o sufragios positivos, en la consumaci¨®n de este intento de celebrar elecciones la primavera pr¨®xima y no antes. Se volver¨ªa as¨ª a los buenos viejos tiempos de las Cortes Constituyentes, cuando el PCE colabor¨® con el Gobierno de Su¨¢rez, como testimonia Manuel A?c¨¢rate en sus reciente libro de memorias, para aprisionar a los socialistas en una garra de te?aza. La diferencia es que los socios de ocasi¨®n en l¨¢ actual maniobra. ser¨ªan Fraga y Calvo Sotelo.
Son respetables las motivaciones del PCE para consumir los plazos formales de la legislatura, pero algunas de las argumentaciones empleadas no resultan convincentes. De creer a Carrillo, unas elecciones anticipadas, con un PCE reducido a la inarginalidad y un PSOE mayor¨ªtario, aumentar¨ªan hasta tal punto los peligros de la bipolarizaci¨®n que el oto?o de 1982 ser¨ªa casi un calco de la terrible primavera de 1936. La debilidad del razonamiento es puesta de manifiesto en el propio.discurso de Carrillo cuando reclama para el PCE el Monopolio de la representaci¨®n de toda la izquierda y acusa al PSOE de ser hasta tal punto moderado que ni siquiera alcanza la condici¨®n de de socialdem¨®crata. ?C¨®mo podr¨ªa reproducir el clima de las v¨ªsperas de la guerra civil un PSOE alineado en posturas de moderaci¨®n y desvinculado de la tradici¨®n caballerista que el joven Carrillo aliment¨® decisivamente en los meses previos al 18 de julio?
La bipolarizaci¨®n exigir¨ªa, como condici¨®n previa, una alianza electoral, parlamentaria y de gobierno de soicialistas y comunistas, enfrentados, desde el poder, con el resto de las fuerzas pol¨ªticas. La campa?a andaluza del PCE, con su consigna Juntos podemos, es precisamente el modelo de esa estrategia. Que Adolfo Su¨¢rez o Francisco Fern¨¢ndez Ordo?ez sean invitados por Carrillo a unirse a esa alianza, a fin de desempe?ar papeles similares a los que representaron los dirigentes de Izquierda Republicana de la preguerra, s¨®lo indica que hay amores que matan. La simpat¨ªa con que los medios conservadores interpretan las ofertas comunistas en este terreno confirman que la estrategia del PCE en este terreno puede ser un buen regalo para la gran derecha.
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