La vocaci¨®n filos¨®fica de Pep Calsamiglia
En 1932, a poco de terminar su licenciatura, Pep Calsamiglia se incorpor¨® con entusiasmo a la configuraci¨®n de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona (1933), cuya l¨ªnea de fuerza la constitu¨ªa la facultad de Filosof¨ªa y con ella los profesores Bosch Gimpera y Joaquim Xirau.Por su lealtad a los ideales de aquella Universidad y por su valor en defensa del buen nombre de sus maestros fue expulsado de la docencia en 1939. A?os m¨¢s tarde, en 1969, Calsamiglia se reincorpor¨® a la Universidad Aut¨®noma de Bellaterra y dio testimonio de su vocaci¨®n filos¨®fica y universitaria, a pesar de las urgencias de negocios editoriales a los que tuvo que sacrificar sus mejores a?os.
Calsamiglia representaba la continuaci¨®n del esp¨ªritu de la Aut¨®noma de 1933; por una parte, la pervivencia de la Universidad catalana, que todos evocamos con nostalgia; por otra, la confianza en la autonom¨ªa de la v¨ªa intelectual, concretamente y en su docencia filos¨®fica, la aspiracion al saber por puro amor a la verdad. Todo ello a pesar de su conocimiento de las muchas modalidades de la cr¨ªtica cultural contempor¨¢nea y de los an¨¢lisis de las condiciones e infraestructuras del saber.
An¨¢lisis de la vida espiritual
Sea o no sea verdad la existencia de una escuela de Filosof¨ªa de Barcelona, es evidente que la filosof¨ªa universitaria catalana ha mostrado una persistente predilecci¨®n por ciertos temas y por una manera especial de enfocarlos. Calsamiglia, siguiendo a sus maestros, Xirau y Landsberg -incorporado a Barcelona-, supo continuar con fidelidad este estilo de pensamiento, que superficialmente puede denominarse an¨¢lisis de la vida espiritual. Arrancaba de San Agust¨ªn y llegaba hasta la fenomenolog¨ªa con las explicables derivaciones a Kant y Nietzsche.
Era caracter¨ªstica su actitud docente: con lentitud, especialmente cuidadoso en no perturbar el equilibrio y la articul¨¢ci¨®n del pensamiento que expon¨ªa o comentaba, parec¨ªa estar oyendo la voz del autor, de cuya comprensi¨®n eran testimonio sus palabras.
Calsamiglia, por su formaci¨®n, por el ambiente que merecidamente le rode¨® en la Universidad de Bellaterra, pudo seguir practicando la ense?anza de la filosof¨ªa seg¨²n el noble y eficaz modelo del di¨¢logo plat¨®nico. As¨ª consigui¨®
antener en toda su fuerza la vertiente formativa, educadora, de la filosof¨ªa.
Tanto o m¨¢s que un profesor, en el sentido de un docente que transmite una informaci¨®n ¨²til, en su caso, para enriquecer una erudici¨®n o para preparar el adecuado contexto de una investigaci¨®n, Pep Calsamiglia ha sido una gu¨ªa en la exploraci¨®n y cultivo de la vida intelectual, un hermano mayor que ha conseguido intimar con temas y autores y que generosamente ofrece a quienes se lo piden luz y consejo. Por esto se ha repetido, con justicia, que ha inspirado a muchos de nuestros m¨¢s brillantes pensadores. Pienso, claro est¨¢, en los creadores del Colegio de Filosof¨ªa de Barcelona.
Recordaremos siempre a este hombre, a la vez muy serio y sonriente, reflexivo y dotado de un gran sentido pr¨¢ctico y de una juventud espiritual sorprendente, equilibrado y abierto generosamente a todo, sin reservas.
Pep Calsamiglia ten¨ªa una rara virtud: al atender a un tema o a una cuesti¨®n no s¨®lo los clarificaba, sino que los ennoblec¨ªa. Supo poner en pr¨¢ctica la filosof¨ªa "como saber de salvaci¨®n", tal como suger¨ªa Ortega. A la vez, el interlocutor se sent¨ªa dignificado.
No podr¨ªamos dejar de recordarlo.
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