Vivir al d¨ªa en espera de un futuro prometedor
El presidente Numeiri, insatisfecho por el escaso eco con que acogi¨® la clase dirigente su pol¨ªtica de austeridad y molesto por las cr¨ªticas que dirigieron a su ejercicio excesivamente personalista del poder, decidi¨® a finales de enero licenciar a las altas instancias pol¨ªticas del pa¨ªs. Relev¨® a todos los altos cuadros del partido ¨²nico, la Uni¨®n Socialista Sudanesa; disolvi¨® el Gobierno y pas¨® a la reserva a la c¨²pula de las Fuerzas Armadas.Esta dr¨¢stica soluci¨®n, que puede haber aumentado el n¨²mero de sus enemigos, es una pr¨¢ctica a la que recurre con cierta astucia el presidente sudan¨¦s en los momentos cr¨ªticos. De esa manera ha conseguido una fidelidad entre los cuadros j¨®venes del. Ej¨¦rcito y de la Administraci¨®n, porque consideran que esa devoci¨®n es la mejor manera de lograr una promoci¨®n en cualquier momento. Las depuraciones repetidas que practica Numeiri les abren la posibilidad de encaramarse hacia el poder.
A sus 52 a?os de edad, Numeiri parece un hombre envejecido prematuramente y desgastado por trece a?os 'de ejercicio del poder. Con sus rivales pol¨ªticos utiliza una h¨¢bil pr¨¢ctica: los asocia a las instancias dirigentes del pa¨ªs. Al igual que capt¨® a los dirigentes tribales del Sur a partir de 1972, tras m¨¢s de una d¨¦cada de guerra civil, lo mismo ha hecho con los Hermanos Musulmanes, la peligrosa secta fundamentalista que tantos problemas ha causado en Egipto y Siria, y que en Sud¨¢n es una minor¨ªa activa.
As¨ª, su m¨¢ximo dirigente ha sido colocado al frente del Ministerio del Interior, y ¨¦ste ha pagado a Numeiri con una. sensata moderaci¨®n: "El Islam tiene tradiciones que hay que conservar.
Con sus enemigos, el presidente sudan¨¦s' es implacable. Cuando en 1971 los comunistas estuvieron a punto de alcanzar el poder ,el presidente sudan¨¦s logr¨® salvarse. y controlar la rebeli¨®n con la ayuda -iron¨ªas die la historia- del dirigente libio Muamar el Gadafi. fueron aplastados sin remisi¨®n y a¨²n no han conseguido levantar cabeza.
Quienes organicen huelgas pueden ser condenados a muerte, y quienes siguen las consignas de paro o tratan de organizar sindicatos, al margen del oficial son despedidos de sus trabajos sin contemplaciones.
La gasolina, un drama
Mientras tanto, el pa¨ªs, la Administraci¨®n, vive al d¨ªa, en espera de las divisas y de las ayudas exteriores que permitan comprar el petr¨®leo para hacer funcionar 'las f¨¢bricas, los medios de comunicaci¨®n.A partir de mediados de abril, las temperaturas empiezan a superar los cuarenta grados y los acondicionadores de aire funcionan a tope. Y la energ¨ªa no llega para todo. Resultado, los cortes de corriente el¨¦ctrica son diarios. Durante dos, tres,. cuatro, incluso cinco horas, la vida queda semiparalizada.
Encontrar gasolina en Jartum es una aventura. Primero hay que superar pesados tr¨¢mites burocr¨¢tico para conseguir la c¨¦dula, que permita llenar ¨¦l dep¨®sito, y luego, largas colas ante una gasolinera en espera de conseguir el preciado y escaso l¨ªquido. Y puede ocurrir que, despu¨¦s de esperar desde las seis de la ma?ana, a las once haya que dejar abandonado el veh¨ªculo en una larga fila porque el dep¨®sito de la estaci¨®n de servicio ha agotado sus mermadas reservas.
Y este problema, en un pa¨ªs de las dimensiones de Sud¨¢n -m¨¢s de dos millones de kil¨®metros cuadrados, es decir, casi cuatro veces mayor que Espa?a-, es dram¨¢tico.- Los aviones de las l¨ªneas a¨¦reas sudanesas permanecen durante d¨ªas en tierra por falta de combustible (a Sudan Airways la llaman Inch'Allah Airways, lo que quiere decir que los aviones volar¨¢n... si Dios quiere), y las compa?¨ªas extranjeras
-procuran repostar en las escalas inmediatamente anterior o posterior, fuera de Sud¨¢n, para evitar sorpresas desagradables.
Las calles de la polvorienta capital de Sud¨¢n esperan siempre la reparaci¨®n de sus aceras o una nueva capa de asfalto. Pero los medios econ¨®micos s¨®lo llegan para adecentar las grandes arterias. El resto va siendo cubierto, poco a poco, por fin¨ªsima capa de arena.
La poblaci¨®n corriente trata de habituarse a esta situaci¨®n de escasez, sacando dinero como puede. Los taxistas, por ejemplo, pueden cobrar, por la misma carrera, desde una libra sudanesa (m¨¢s de cien pesetas) hasta cinco (cerca de seiscientas pesetas).
Resignaci¨®n, paciencia, son palabras claves en este pa¨ªs. Si un trabajador estropea una m¨¢quina costosa, si un camarero tropieza y vasos, platos y botellas quedan destrozados sobre el. suelo, el estropicio es acogido por todos con una expresi¨®n com¨²n: maleche, no importa nada. Para cualquier asunto o desplazamiento son necesarios los pertinentes permisos administrativos o policiales. Y el funcionario de turno puede aplazar la aut¨®rizaci¨®n pertinente con un ambig¨¹o bukra, ma?ana.
Por eso, los residentes europeos en Jartum dicen, entre ir¨®nicos y resignados, que Sud¨¢n es el pa¨ªs tecnol¨®gicamente m¨¢s avanzado del mundo, por que todo ¨¦l se rige por el sistema IBM. Estas siglas corresponden a las iniciales de inch'Allah (si Dios quiere), bukra (ma?ana), y maleche (no importa).
Sin embargo, este Sud¨¢n, que vive en la miseria, tiene un futuro prometedor. Seg¨²n los expertos, est¨¢ llamado a ser el granero de Africa. Tiene una tierra f¨¦rtil, aunque est¨¦ improductiva y semides¨¦rtica por las condiciones clim¨¢ticas del pa¨ªs; tiene una arteria fluvial, como es el Nilo, capaz de vivificar esos arenales con sistemas de irrigaci¨®n racionales. Pero para todo esto y para superar las distancias, que alejan los productos de los mercados en este vasto pa¨ªs hace falta una materia prima tan vital como el agua: el petr¨®leo.
En cualquier caso, para el resto de los inversores extranjeros, Sud¨¢n es un pa¨ªs con futuro. Los occidentales llegan a Jartum con proyectos de todo tipo: desde refiner¨ªas hasta f¨¢bricas de jab¨®n. O para financiar la construcci¨®n de carreteras o v¨ªas f¨¦rreas (en lo primero, los yugoslavos han tomado la delantera).
De momento, todos invierten un poco a fondo perdido, porque saben que los actuales recursos sudaneses y la falta de divisas frenan los pagos.
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