El Concurso de Piano Paloma O'Shea consolida su prestigio internacional

ENVIADO ESPECIAL

Tras la segunda prueba eliminatoria han sido proclamados los tres finalistas que se disputar¨¢n el gran premio en el VII Concurso Internacional de Piano Paloma O'Shea. Se trata del sovi¨¦tico Oleg Volkov, el franc¨¦s lveg Rault (ambos de veinticuatro a?os de edad) y el surafricano Marc Raubenheimer (nacido en 1958). La prueba final se celebrar¨¢ el pr¨®ximo mi¨¦rcoles, en la Plaza Porticada, de Santander.

Si en la edici¨®n anterior de este prestigiado concurso, celebrada en 1980, no pudo otorgarse el primer premio, el problema ahora es el contrario. El nivel de los concursantes es tan alto que el amplio jurado internacional debe desarrollar una dif¨ªcil tarea: elegir a los mejores entre un grupo de excepcional categor¨ªa t¨¦cnica y estil¨ªstica.

Pasada la primera eliminatoria, en la que, como es habitual, abundaron los participantes destinados a quedar en la cuneta, los quince seleccionados para la segunda han protagonizado tres jornadas de muy subido inter¨¦s, lo que ha mantenido al paraninfo de la Universidad Internacional Men¨¦ndez Pelayo rebosante de p¨²blico y encendido de pasi¨®n.

Como la intervenci¨®n de cada concursante consist¨ªa en un recital de alrededor de una hora de duraci¨®n, ha habido oportunidad de calibrar los distintos m¨¦ritos de todos los pianistas, muchos de ellos ya galardonados en otras importantes competiciones europeas y americanas.

Versiones de Mompou

Si la Iberia, de Alb¨¦niz, era cap¨ªtulo obligado en la primera eliminatoria -lo que sin duda ha servido para detener a int¨¦rpretes incapaces de abordarlo-, en la segunda deb¨ªan incluirse otros dos autores espa?oles: el dieciochesco Antonio Soler, en cualquiera de sus sonatas, y Federico Mompoii con la Sexta canci¨®n y danza. El decano de nuestros compositores, casi nonagenario, asiste a los ejercicios para recibir el homenaje y el cari?o de todos.Hay que destacar que, en general, la obra de Mompou tuvo versiones que van desde la m¨¢s seria fidelidad hasta la m¨¢s emocionante poes¨ªa. La forma en que Alec Chien, chino, residente en Estados Unidos, toc¨® la sutil e ¨ªntima m¨²sica de Mompou result¨® tan inolvidable como su creaci¨®n de Navarra, de Alb¨¦niz, en la primera eliminatoria.

El sovi¨¦tico Oleg Volkov luci¨® excelentes medios t¨¦cnicos en los Estudios sinf¨®nicos, de Schumann, que se tomaron avasalladores en la Primera sonata, de Shostakovich. Tambi¨¦n Schumann (en este caso la Sonata opus 14, n¨²mero 3) sirvi¨® de gran apoyo al surafricano Raubenheimer, junto a los Sarcasmos, de Prokofiev, y Scarvo, de Ravel.

El finalista franc¨¦s lveg Roult expuso con veracidad po¨¦tica una serie de preludios de Claudio Debussy, mostr¨® el poder¨ªo de su t¨¦cnica y su gran aliento conceptual en una sonata de Liszt, y ense?¨® a todos c¨®mo las Variaciones, de Webern, son, por derecho propio, algo cl¨¢sico de nuestro tiempo.

Las pruebas finales, una con el cuarteto Janacek y otra con la Sinf¨®nica de Radiotelevisi¨®n Espa?ola, dar¨¢n al jurado y al p¨²blico asistente la imagen completa de los tres pianistas, cuyas brillantes carreras parecen ya aseguradas.

La organizaci¨®n del concurso es no s¨®lo buena, sino superior, m¨¢s puntual y perfecta que la de cualquier otra prueba de su categor¨ªa.