Una sanidad para la mayor¨ªa
Parece que no le cae bien al doctor Rivera la Constituci¨®n. Ya hace unos d¨ªas al tomar posesi¨®n de su flamante cargo de presidente del Consejo General de Colegios M¨¦dicos (CGCM) hizo unas declaraciones claramente inconstitucionales.El "s¨ªndrome de los defensores de la sanidad p¨²blica" est¨¢ caracterizado, como todo s¨ªndrome, por un conjunto de s¨ªntomas y signos: el s¨ªntoma debe ser la sanidad p¨²blica y los signos nosotros, sus defensores, con nuestras frustraciones, nuestra incapacidad, la afiliaci¨®n o simpat¨ªas pol¨ªticas de algunos y el compromiso apartidista de la mayor¨ªa, nuestro deseo de promoci¨®n por v¨ªas nuevas o an¨®malas (debe referirse a la v¨ªa democr¨¢tica), etc¨¦tera, etc¨¦tera.
Doctor Rivera: dejemos la f¨®rmula tan conocida del r¨¦gimen anterior, de los insultos personales y vayamos a los hechos. Nosotros queremos racionalizar y apoyar nuestras instituciones. Tenemos una sanidad p¨²blica con ?ingentes presupuestos" (de los cuales casi el 50%, se derivan hacia los conciertos -con cl¨ªnicas privadas y gastos de farmacia, no lo olvide) que, naturalmente, necesita racionalizaci¨®n y clarificaci¨®n, la misma actitud que la Diputaci¨®n de Madrid ha preconizado en el Hospital Provincial. Nosotros, doctor Rivera, no estamos en contra de la medicina privada, simplemente defendemos una sanidad p¨²blica de su deterioro. La Seguridad Social, con sus defectos, es una herencia positiva del r¨¦gimen anterior que queremos mantener a toda costa, as¨ª como el programa de residentes, las comisiones de especialidades, la optimizaci¨®n de la ense?anza de la medicina, etc¨¦tera, etc¨¦tera.
Y una de las cosas que queremos por encima de todo es la verdad. Dec¨ªa Unamuno, en el c¨¦lebre pr¨®logo a Don Quijote y Sancho, que cuando algo no es cierto hay que gritar ?mentira! y ?adelante! Y es mentira, doctor Rivera, decir que usted sabe lo que cualquier paciente quiere : elegir el m¨¦dico, exponerle largamente sus problemas, tener un examen detenido, resolver dudas nocturnas llamando a su m¨¦dico por tel¨¦fono..., cuando oculta lo que el enfermo puede. ?Qui¨¦n puede acceder a esa medicina? Exclusivamente una minor¨ªa muy pudiente, que paga directamente al m¨¦dico, y como el propio doctor Rivera sabe muy bien, incluso por anticipado. Nosotros abogamos por una sanidad para la mayor¨ªa, apoyada no en personas, sino en instituciones que garanticen las condiciones m¨ªnimas y aun m¨¢ximas de la asistencia sanitaria, esto es: un lugar digno, un tiempo de dedicaci¨®n suficiente al paciente, una t¨¦cnica sofisticada cuando sea necesaria y siempre un control de calidad, como se hace en la mayor¨ªa de los centros m¨¦dicos de Europa y Estados Unidos. Pero esto, para todo el ¨¢mbito del Estado espa?ol: red hospitalaria, ambulatorios que hay que reconvertir, medicina rural, medicina preventiva, etc¨¦tera, Una asistencia adecuada a la totalidad del pa¨ªs y no una asistencia limitada a una elite econ¨®micamente poderosa, que, por otra parte, ya la tiene.
M¨¦dicos frustados
En el pa¨ªs m¨¢s rico del mundo, en Estados Unidos, hay m¨¢s de diez millones de americanos sin asistencia m¨¦dica. En nuestro pa¨ªs, que es mucho m¨¢s modesto, queremos que nuestros recursos sanitarios lleguen al ¨²ltimo espa?ol que le cupo en suerte nacer aqu¨ª. Pero, en cualquier caso, el modelo sanitario que se aplique es una opci¨®n pol¨ªtica que decidir¨¢ el Parlamento.
Hasta aqu¨ª los t¨¦rminos objetivos en que se sit¨²a el problema. Pero hay algo m¨¢s: el doctor Rivera ha sido elegido presidente del CGCM en unas elecciones en las que, como ¨¦l mismo confiesa, la "opini¨®n p¨²blica tiene pocas posibilidades de incidir", porque el cuerpo electoral est¨¢ constituido por los 52 presidentes de los Colegios M¨¦dicos Provinciales: o sea, que son unas elecciones antidemocr¨¢ticas, en las que no s¨®lo la opini¨®n p¨²blica, sino donde tampoco la opini¨®n de los colegiados (medios anticonstitucionales obligados a cotizar para ejercer su profesi¨®n) tiene audiencia, ni mucho menos voto.
El doctor Rivera se ha aficionado a un tono provocador, madurado en la pugna personal contra la Diputaci¨®n de Madrid, que lo ha sancionado por encontrar comportamientos y actividades fraudulentas. Cuando se pretende la descalificaci¨®n personal y profesional mediante la invocaci¨®n de posiciones ideol¨®gicas y pol¨ªticas, se nos est¨¢ remitiendo a los argumentos propios del m¨¢s negro autoritarismo.
La actitud mantenida por el nuevo presidente de los colegios m¨¦dicos nos confirma que ¨¦stos jam¨¢s han sido apol¨ªticos, en contra de lo que sus propios dirigentes han tratado de hacer creer a los m¨¦dicos a lo largo de los a?os. Es evidente, en este sentido, que el doctor Rivera est¨¢ utilizando pol¨ªticamente la estructura colegial en aras de su lanzamiento en el seno de Alianza Popular.
Se equivoca quien afirma que la Asociaci¨®n para la Defensa de la Sanidad P¨²blica tiene "muy pocas posibilidades de influir sobre los m¨¦dicos espa?oles". Al contrario, cada d¨ªa somos m¨¢s los m¨¦dicos que rechazamos unos colegios m¨¦dicos antidemocr¨¢ticos y no representativos, pues ya va llegando la hora de que dejemos de financiar las aventuras y veleidades de un tipo muy concreto de intereses m¨¦dicos.
Si en algo hemos de darle la raz¨®n es cuando dice `que somos ?m¨¦dicos frustrados". Nosotros y la mayor¨ªa de los m¨¦dicos espa?oles estamos frustrados, pero por motivos muy distintos. Nosotros porque hemos comprobado el continuo deterioro que sufre nuestra sanidad, la dificultad cada vez mayor que existe de realizar una asistencia digna y eficaz en los centros p¨²blicos, y a la vez el avance continuado de los sectores profesionales que han hecho del fraude y la corrupci¨®n su modo de vida (le recomendamos que ojee los art¨ªculos dedicados a la situaci¨®n de la sanidad canaria o algunos expedientes a m¨¦dicos que en horas de trabajo en los centros p¨²blicos se dedicaban a la medicina privada), no es de extra?ar que haya frustraci¨®n ante tanta corrupci¨®n y tan poco inter¨¦s de la Administraci¨®n en acabar con ella. Tambi¨¦n hay otros m¨¦dicos frustrados, ah¨ª est¨¢n los m¨¢s de 18.000 parados que han visto frustrada su posibilidad de ejercer la medicina, al lado de otros que acaparan m¨¢s de tres y cuatro puestos, en la mayor¨ªa de los casos con horarios notoriamente incompatibles. Por fin, hay otro grupo, bien que reducido, de m¨¦dicos frustrados, los que han visto que su negocio de derivar enfermos del ¨¢rea p¨²blica a la privada se ha cortado de ra¨ªz, los que han empezado a observar una actitud de control, de exigencia d¨¦ dedicaci¨®n completa y de eliminaci¨®n de las innumerables corruptelas en las que hoy parasitan. Por lo que puede observar el doctor Rivera los m¨¦dicos frustrados somos todos, o casi todos, pero por suerte, por motivos muy diferentes.
No quisi¨¦ramos que el ciudadano medio espa?ol se sintiera al margen de la pol¨¦mica sobre un tema que tan directamente le ata?e, para evitar esa marginaci¨®n emplazamos a la organizaci¨®n m¨¦dica colegial a un debate p¨²blico que sirva para plantear el modelo sanitario que conviene a nuestro pa¨ªs y perfile el tipo de relaciones que tienen que darse entre la sanidad p¨²blica y la medicina privada. Entendiendo que este debate s¨®lo podr¨ªa darse en un contexto en que los argumentos racionales y cient¨ªficos primen sobre las arrogancias y los insultos.
Adem¨¢s de los doctores
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