Las c¨¢rceles espa?olas
En su edici¨®n del d¨ªa 25 de julio he tenido la fortuna de leer los art¨ªcuPasa a la p¨¢gina 8 Viene de la p¨¢gina 11
los publicados sobre las c¨¢rceles espa?olas.
No puedo dejar de felicitar a Juan Jos¨¦ Mart¨ªnez Zato por su excelente art¨ªculo La ye-ye y la ansiada libertad.
La gente lee, oye demagogia, escucha promesas de nuestros pol¨ªticos; pero creo que necesita estar mejor informada, del horror que hay en nuestros establecimientos penitenciarios, para as¨ª poder denunciar el caso, aunque sea con la Constituci¨®n en la mano.
Yo tampoco prestaba demasiada atenci¨®n al tenia; pero, por una infeliz circunstancia, fui detenido en Barcelona, donde fui privado de la libertad por espacio de veintinueve horas. En ese tiempo pas¨¦ una noche en una comisar¨ªa; luego fui llamado para ser trasladado a la central, en V¨ªa Layetana y, finalmente, me ingresaron en la Modelo.
Puedo decirle que si el trato en la comisar¨ªa fue malo, en la central fue p¨¦simo (la Polic¨ªa Nacional tiene la custodia de estos sitios); pero el entrar en la Modelo es una experiencia tan horrenda, tan nefasta, que la persona queda marcada para un muy largo tiempo.
No hay el m¨ªnimo respeto a la persona. Se te humilla, se te insulta, se te rebaja... Y todo ello, sin tener la preocupaci¨®n de averiguar si has sido condenado o no, etc¨¦tera.
Las instalaciones, las celdas, la comida, el hacinamiento, la suciedad rayan en lo dantesco..
Gracias a Dios, mi estancia en la Modelo dur¨® cuatro horas. Honestamente, me pregunto si habr¨ªa sido capaz de estar all¨ª un mes o un a?o. Ahora comprendo los suicidios, las autolesiones, las huelgas de presos... /
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