Reflexiones ante el Partido Dem¨®rata Popular
El art¨ªculo 22 de la Constituci¨®n reconoce el derecho de asociaci¨®n. Es una de las grandes conquistas de la democracia que nos debemos esforzar en defender y potenciar. Utilizando ese derecho legal, un grupo de personas de relevancia pol¨ªtica han fundado el Partido Dem¨®crata Popular. No conocemos el grado de implantaci¨®n que tiene en la sociedad espa?ola ni se conocer¨¢ realmente hasta que pase la prueba de unas elecciones. Pero es evidente que est¨¢n en su derecho de hacerlo. Y lo han hecho.Sin embargo, ante la presentaci¨®n y ante las declaraciones de alguno de sus dirigentes procede, creo, hacer algunas reflexiones que tienen un fondo. de amistad con algunas de las personas que han promovido ese partido, aunque expresen preocupaci¨®n, perplejidad e incluso, en algunos supuestos, franca sorpresa.
Quiz¨¢ el primer contacto que tuve con la noticia se produjo al escuchar unas declaraciones de uno de sus fundadores, Lu¨ªs Vega Escand¨®n, quien lo bas¨® en la necesidad de volver a los principios, que en UCD no existen, seg¨²n afirm¨®. Esta tesis, de la vuelta a los principios ha sido ratificada en el acto de presentaci¨®n, el d¨ªa 21 de julio, y se la ha identificado con los viejos principios del humanismo cristiano.
Aunque me parece laudable esa intenci¨®n de volver a los principios, no se entiende bien que no tuviera el mismo arraigo en 1977 y que entonces consintiesen en sacrificarlos sin permanecer en la Democracia Cristiana, que se hundi¨® llena de principios y de honest¨ªdad frente a la UCD que los fundadores del Partido Dem¨®crata Popular contribuyeron a crear. Entonces esos principios quedaron depositados en torno a ese hombre ejemplar que se llama Joaqu¨ªn Ru¨ªz-Gim¨¦nez y a quienes corrieron la aventura con ¨¦l.
Por otra parte, si se profundiza un poco m¨¢s en los principios de ese vago concepto del humanismo cristiano, el planteamiento del partido reci¨¦n nacido no se aproxima a las posiciones mucho m¨¢s progresistas del personalismo de Mounier, dedicado a separar a los creyentes de la sociedad capitalista, en la que el hombre es propiedad de sus propiedades, y a construir una nueva sociedad. Tampoco parece que sus planteamientos se aproximen al humanismo integral de Maritain, mucho m¨¢s empe?ado en inspirar evang¨¦licamente a la sociedad que en crear guetos basados en la idea absurda de la unidad pol¨ªtica de los cat¨®licos.
En su obra Du r¨¦gime temporel et de la libert¨¦, Maritain ser¨¢ contundente contra empresas como la del Partido Dem¨®crata Popular.
"... ?Constituir¨¢n en la sociedad un partido cat¨®lico, una formaci¨®n pol¨ªtica de denominaci¨®n o de especificaci¨®n cat¨®lica? La muerte sin belleza ni sentimiento del centrum, alem¨¢n es suficiente para poner de relieve a aquellos que no lo hubieran ya comprendido, los inconvenientes esenciales de esa concepci¨®n h¨ªbrida que pertenece al siglo pasado. Un partido pol¨ªtico cat¨®lico dirigido espec¨ªfica y directamente a lo temporal (en tanto que partido pol¨ªtico) y calificado por la religi¨®n (en tanto que partido pol¨ªtico) corre el riesgo a la vez de comprometer el bien del catolicismo y de las almas en los asuntos.del mundo, de temporalizar, particularizar y envilecer lo espiritual, de crear confusi¨®n entre la religi¨®n y el comportamiento y la pol¨ªtica de un partido; y de traicionar, por otro lado, en ciertos momentos al bien temporal, al que tiene por objetivo servir, dudando en comprometer una denominaci¨®n demasiado imponente en las iniciativas y en los riesgos de orden puramente terrestres que a veces exigen para la salud terrestre de nuestros bienen terrestres precisamente ese riesgo..." (Descl¨¦e de Brouwer. Par¨ªs, 1933, p¨¢g. 176).
Maritain entend¨ªa bien que la humana debilidad pod¨ªa sufrir la tentaci¨®n de unir la religi¨®n, los valores evang¨¦licos, el llamado humanismo cristiano, con la mente de los ricos y de los poderosos. Algunas de las personas fundadoras de ese partido han estado conmigo a principios de los a?os sesenta:escuchando las diatribas contra los conservadores de Manuel Gim¨¦nez Fern¨¢ndez, el gran patriarca de la mejor Democracia Cristiana espa?ola. Por cierto, que los Hamaban con gracia los conservaduros. Parece que, al menos estas ense?anzas y estos principios, no los consideran necesarios en la construcci¨®n de su partido los fundadores del Partido Dem¨®crata Popular.
El antisocialismo
Pero quiz¨¢ donde la preocupaci¨®n y la perplejidad se convierten en radical sorpresa es en los aspectos estrat¨¦gicos y t¨¢cticos, que son inseparables de los principios, cuando vemos que el partido nace con una vocaci¨®n inicial: su antisocialismo.
La raz¨®n principal de su creaci¨®n es evitar el triunfo del PSOE en las pr¨®ximas elecciones. En el panorama europeo, en Italia, en los Pa¨ªses Bajos y en B¨¦lgica, e incluso en Alemania, los democristianos han gobernado con los socialistas, y aqu¨ª aparecen para coaligarse con Alianza Popular y hacer un frente que emprenda la cruzada de evitar el mal de una victoria socialista. Hay que reconocer que es m¨¢s un partido conservador, de derecha pura, salvo que su modelo de democracia cristiana sea el partido b¨¢varo de Strauss. Su presencia en la vida pol¨ªtica espa?ola, coaligados o en las listas de Alianza Popular, favorecen la bipolarizaci¨®n, la dial¨¦ctica amigo-enemigo que nos aproxima peligrosamente al modelo que condujo a la guerra civil. Yo que he tenido que soportar durante cinco a?os las inconsistencias de UCD, me quedo, si hay que elegir, con la UCD de Landelino Lavilla como interlocutor.
No parece que los principios ocupen un primer lugar en la creaci¨®n del Partido Dem¨®crata Popular, ni tampoco parece que se trate ni siquiera de un partido democristiano cl¨¢sico. Como espectador que ve el tema con una relativa neutralidad parece que las razones son m¨¢s pragm¨¢ticas y est¨¢n vinculadas a la posible disgregaci¨®n de UCD y a la potenciaci¨®n de Alianza Popular. No se me alcanzan otras razones.
Por fin, prescindiendo de algunas observaciones pintorescas de Oscar Alzaga, como la consistente en afirmar que hay m¨¢s franquistas en el PSOE que en Alianza Popular , que no merecen ning¨²n comentario, porque ellas mismas son su mejor comentario, quiz¨¢ en estas reflexiones, apresuradas, aunque ni mucho menos arbitrar¨ªas, lo que me parece m¨¢s serio y m¨¢s dram¨¢tico incluso es esa vocaci¨®n antisocialista de un partido que pretende calificarse como inspirado en el humanismo cristiano.
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