Vestidos y desnudos
Mi carta de 3 de agosto de 1982, que usted tuvo la amabilidad de publicar, ha motivado una destemplada r¨¦plica del se?or Herrera Amores. Abusando de su hidalgu¨ªa, quisiera hacer unas consideraciones a mi oponente:
1. Afirma el se?or ilerrera: "El oasis del que habla M. Soto son las playas del bonito pueblo de Vistahermosa, el Cangrejo Rojo, etc¨¦tera, coto privado...". Errada afirmaci¨®n. No he pisado tales playas. Yo me refer¨ªa a la de Valdelagrana, playa abierta a todas las clases sociales, limpia en sus aguas y en sus gentes. Estuve all¨ª del 3 al 10 de julio.
2. Afirma el se?or Herrera que hay m¨¢s personas interesadas en practicar el nudismo que padres preocupados por su proliferaci¨®n. Arriesgada afirmaci¨®n si se observa el n¨²mero de desnudos y el de vestidos, y tener muy presente que a ¨¦stos s¨®lo les impide desnudarse su propio pudor, ya que no la ley, orden o coacci¨®n alguna externa. Hoy se acotan las playas para.nudistas; cuando ¨¦stos sean mayor¨ªa, se acotar¨¢n al rev¨¦s.
3. Ensalza el se?or Herrera el nudismo: "Con lo bien que sientan a toda la piel y al cuerpo estos placeres naturales". Perm¨ªtame mi oponente que le recuerde que el hombre tiene algo m¨¢s que piel. Y que una sociedad organizada no puede basarse en el naturalismo. Debe poner un limite a los placeres naturales si no quiere caer en la aberraci¨®n. En aras de esa teor¨ªa naturalista habr¨ªa que admitir la realizaci¨®n en p¨²blico de ciertos actos que, por ser naturales, no habr¨ªa motivo alguno para ocultar. Y as¨ª, en este camino de progreso -todo se andar¨¢-, alcanzar¨ªamos la cota m¨¢s elevada, la situaci¨®n m¨¢xima de autenticidad y m¨ªnima doblez, que lloy ostenta un solo colectivo: el reino animal. En el terreno de la espontaneidad y en el libre ejercicio de los placeres naturales reconozcamos que perros y caballos est¨¢n mucho m¨¢s adelantados que nosotro!3./
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