El defensor Perry Mason regresa por un d¨ªa a Televisi¨®n Espa?ola
Perry Mason regresa hoy, por un d¨ªa, a Televisi¨®n Espa?ola. La serie empez¨® a emitirse en Espa?a en octubre de 1960. La cita con el abogado pele¨®n era cada jueves por la noche. TVE ten¨ªa cuatro al¨ªos y el parque de televisores hab¨ªa empezado a crecer. Perry Mason fue una de las primeras series que conocieron un ¨¦xito masivo.
Erle Stanley Gardner, el padre de la criatura, hab¨ªa elaborado una ficci¨®n sobre la instituci¨®n judicial norteamericana en la que una chirriante apolog¨ªa del engranaje legal se compensaba con la denuncia de personajes sin escr¨²pulos que usufructuaban un poder p¨²blico en su beneficio. En Perry Mason fallaban los hombres, jam¨¢s el sistema. A pesar de la falsedad, todo eso, visto desde un pa¨ªs con jurisdicciones especiales a discreci¨®n, parec¨ªa el mejor de los mundos. El que doce c¨ªudadanos, citados arbitrariamente gracias al list¨ªn, tuvieran en sus manos la decisi¨®n final del pleito era una fant¨¢stica aproximaci¨®n a la menos sofisticada idea de justicia popular. Poco importaba que esos doce hombres sin piedad fueran tan susceptibles de error o sobomo como un juez titulado. El telespectador m¨¢s politizado pensaba, incluso, que aquello pudo haber sido as¨ª durante la Rep¨²blica.
El "malo" de la historia
Perry Mason ten¨ªa dos ayudantes, el detective Paul Drake y la guapa secretaria Della Street. El malo de la historia era, curiosamente, el fiscal, el oponente sistem¨¢tico del ilustre defensor. Al igual que ocurr¨ªa con el cine negro, en aquel tiempo era imposible hacer un calco espa?ol de la serie. De la misma manera que habr¨ªa resultado inaudito ver a un comisario castizo en connivencia con los maleantes, figura habitual del cine norteamericano, tampoco se habr¨ªa tolerado la aparente denuncia que expon¨ªa Perry Mason. A?os m¨¢s tarde, TVE intent¨® su propia serie judicial. Se llam¨® Visto para sentencia y, en la misma, la figura del h¨¦roe individual y togado quedaba desdibujada en favor de una descripci¨®n tecnicista, sopor¨ªfera de la instituci¨®n.Perry Mason no pretend¨ªa mostrar el camino procesal de un recurso contencioso-administrativo, ni hacer penetrar al telespectador en los arcanos de la jerga judicial. Lo verdaderamente importante era comprobar que en Estados Unidos jam¨¢s pagan justos por pecadores. Y lo consegu¨ªa a trav¨¦s de una narrativa de g¨¦nero que hac¨ªa veros¨ªmiles los ardides m¨¢s insospechados e imposibles ante una magistratura. Perry Mason era irreal pero cre¨ªble. Visto para sentencia no ten¨ªa ni el marchamo de la autenticidad, ni el de la verosimilitud. Raymond Burr protagoniz¨® m¨¢s de trescientos cap¨ªtulos de la serie. En Espa?a, el programa permaneci¨® nueve a?os en antena con un doblaje en espa?ol neutro importado. El idioma -occiso, carro, receso y otras lindezas- contribuy¨®, al principio, a crear un efecto de extra?amiento que alejaba, todav¨ªa m¨¢s, el modelo de la circunstancia espa?ola. Al cabo de nueve a?os, los muertos espa?oles corr¨ªan peligro de ser llamados occisos, pero sin la garant¨ªa de que Perry Mason los vengara. El seguimiento de la serie daba la sensaci¨®n de que nos evitaba leer los tomos del Cast¨¢n. Perry Mason era una reivindicaci¨®n del lenguaje, de su fuerza de ordenar el mundo, siempre que aqu¨¦l se usara can¨®nicamente, de acuerdo al Derecho.
M¨¢s tarde, la televisi¨®n sent¨® a Raymond Burr en una silla de ruedas e Ironside dio la r¨¦plica a los detectives fortachones, envidiosamente ligones. Su fragilidad f¨ªsica no era un inconveniente serio. Perry Mason ya hab¨ªa demostrado que la ley triunfa siempre.
Perry Mason se emite hoy a las 19.00 horas, por la primera cadena.
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