Su¨¢rez se relaja en Torremolinos jugando al tenis con Santana y al mus con Jes¨²s Viana
El duque de Su¨¢rez examina receloso la baraja antes de sentarse a la mesa, bromea con sus contrincantes e imparte instrucciones a Viana: "T¨², Chus, no te pongas de cara a la piscina, que si empiezas a ver pasar a las chavalas no ligas una jugada". Viana protesta y recibe los ¨²ltimos consejos. "Y ahora, a marcar a estos dos como si fueran Marcelino (por Marcelino Oreja)". Los cuatro jugadores se han retirado hasta un sal¨®n solitario del lujoso complejo tur¨ªstico de Torremolinos, donde el duque pasa los fines de semana debido a la proximidad de la cl¨ªnica granadina donde trabajan los doctores que atienden a su hijo menor.El opulento Coh¨ªbas humea, sujeto entre los labios de Adolfo Su¨¢rez, mientras ¨¦ste va cantando jugadas y lanzando faroles: "No. S¨ª. Cinco. T¨² quieres, ?no?, echales el humo a la cara, Chus, que as¨ª los despistamos. Yo las quiero". "No sabe n¨¢ ¨¦ste", espeta uno de los contrarios. "Llevo cantidad de reyes, van a decir que me paso de mon¨¢rquico. Y yo no miento", asegura convincente, con gesto concentrado. Un contrincante aconseja a su compa?ero: "T¨² no te lo creas, que mira lo que pas¨® con el puedo prometer y prometo". La carcajada brota espont¨¢nea de los cuatro jugadores, que no bajan la guardia un solo instante.
Adolfo Su¨¢rez se ha quedado este a?o sin vacaciones convencionales. El accidente de autom¨®vil de su hijo y la aventura pol¨ªtica en la que se ha embarcado, como ¨¦l mismo gusta de calificarla, le obligan a desplazarse los fines de semana a la Costa del Sol para reunirse con los suyos por unas horas.
El duque aparece distendido y pasea un bronceado envidiable por las instalaciones hoteleras, mientras comenta sus distracciones veraniegas. Quienes le quieren poco afirman que es un lector solamente regular, pero ¨¦l afirma estar leyendo un ensayo titulado Cr¨ªtica de la tolerancia pura, escrito, entre otros, por el legendario te¨®rico revolucionario Herbert Marcuse, y las memorias de Galbraith, cuyos puntos de vista pol¨ªticos dice admirar. De cuando en cuando, el ex presidente del Gobierno, al que sus allegados contin¨²an tratando de "presidente", parte de pesca, con resultados m¨¢s bien desoladores: "Fuimos a pescar tiburones y no vimos ni uno."
Si las circunstancias hubiesen sido otras, el duque hubiese preferido veranear en Avila y acudir a las fiestas de su pueblo natal, Cebreros, "aunque ya no estoy en condiciones de correr delante de los toros-toros del campo". ?Y de los otros toros, de ciudad?. Su¨¢rez exhibe la mejor de sus sonrisas por respuesta. "En ?vila tengo una casa donde me encuentro muy a gusto". Es una casa ya legendaria, como legendarias son tambi¨¦n las propiedades que se atribuyen al duque. "El otro d¨ªa recib¨ª una amable misiva en la que un caballero me ofrec¨ªa una finca en Burgos, puesto que, seg¨²n ¨¦l ya hab¨ªa adquirido las tres colindantes. Le contest¨¦ agradeci¨¦ndole la oferta y dici¨¦ndole que, para mi desgracia, no tengo ninguna finca en Burgos".
El resto de la semana, Su¨¢rez permanece en su despacho madrile?o, perfilando las ponencias del congreso fundacional del CDS, ultimando el anagrama del partido ("tendr¨¢ como color base el verde y har¨¢ juego con las siglas del grupo") y estructurando la organizaci¨®n con los adeptos procedentes de UCD o de otras coordenadas pol¨ªticas.
Ha querido el destino que el centro de veraneo de los Su¨¢rez durante esta temporada est¨¦ situado a pocos metros de una discoteca de Torremolinos, inaugurada recientemente y regentada por el hermano fr¨ªvolo del ex presidente, Chema Su¨¢rez. El duque a¨²n no se ha desplazado a visitarla, tal vez para no interferir con su presencia en los quehaceres de su hermano, pero quienes s¨ª se, dejan ver con frecuencia por ella son los hijos del ex presidente. El pasado s¨¢bado, centenares de j¨®venes danzaban con ah¨ªnco al ritmo de fren¨¦ticas melod¨ªas de moda. La hija mayor de Su¨¢rez tomaba breves sorbos de un vaso, atenta a la evoluci¨®n de los danzantes y rodeada de un grupo de amigos, entre los que estaba el joven que la acompa?a habitualmente, y su hermano Adolfo, el hijo primog¨¦nito del duque. Por los altavoces, Chema Su¨¢rez anunciaba un inminente desfile de modelos, portados por jovenc¨ªsimas maniqu¨ªes, entre las que se encontraba su sobrina, la hija menor del ex presidente.
La ma?ana del domingo la dedic¨® Adolfo Su¨¢rez a perfeccionar su ya depurado estilo de tenista. Formando pareja con un amigo septuagenario, obtuvo un m¨¢s que honroso empate frente al t¨¢ndem formado por el m¨ªtico Manolo Santana y su hijo Adolfo.
Santana evoluciona desmelenado por la pista, disparando lo que un comentarista hubiera calificado de drives inapelables, envenenadas boleas y smash con dinamita. El legendario tenista acompa?aba sus golpes magistrales con comentarios que hallaban respuesta en el campo adversario: "Esos viajes que haces a Madrid no los dedicas al partido. Estoy seguro de que tomas lecciones de tenis a escondidas", exclamaba el dentudo veterano. "Aqu¨ª no hay trampa ninguna", replicaba Su¨¢rez, "todo lo que s¨¦ en este terreno lo he aprendido de ti, Manolo".
El duque luce, en pleno fragor ten¨ªstico, su flamante peinado de siempre. Tras un buen rev¨¦s, se vuelve hacia los espectadores y, mirando hacia el enviado especial de EL PAIS, comenta, satisfecho del juego de su mu?eca: "Este ejercicio me va a venir bien dentro de unas semanas para blandir el spray".
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