El 'goteo' de militantes de UCD hacia partidos centristas rivales, clave de la convocatoria anticipada

Cuando, en noviembre de 1981, Francisco Fern¨¢ndez Ord¨®?ez, al frente de nueve diputados, anunciaba su salida definitiva de Uni¨®n de Centro Democr¨¢tico para constituir un partido socialdem¨®crata propio, se daba el primer paso hacia la convocatoria de elecciones. Su salida era un duro golpe para el Grupo Parlamentario Centrista, ya muy mermado respecto a los 168 diputados que obtuvo en 1979.Diez meses ha durado la lucha de Calvo Sotelo por agotar la legislatura, mientras los esca?os centristas disminu¨ªan de d¨ªa en d¨ªa. El presidente del Gobierno consideraba una cuesti¨®n de prestigio personal mantener abiertas las C¨¢maras durante cuatro a?os completos. Mediada la primavera de 1982, comprendi¨® que era imposible. Agosto, con el continuo crecimiento, a costa de UCD, de partidos centristas rivales, ha sentenciado la cuesti¨®n.

Los rumores largamente desmentidos, de un inminente abandono de UCD por Oscar Alzaga, al frente de un grupo democristiano, hicieron ver que el desmembramiento se aceleraba. Era, acaso, la primera vez en la historia que un partido en el poder estallaba en pedazos sin que mediasen unas elecciones. Junto con una docena de diputados, Alzaga segu¨ªa, en julio, el camino marcado en febrero por Miguel Herrero y abandonaba UCD para aproximarse a una coalici¨®n con Manuel Fraga.

El 'puente'

El abandono de Miguel Herrero de Mi?¨®n, junto con dos diputados centristas de escaso relieve, Ricardo de la Cierva y Francisco Soler, levant¨® sospechas de que se fraguaba una operaci¨®n puente entre el sector m¨¢s conservador de UCD y Alianza Popular. Oscar Alzaga cruzar¨ªa el puente medio a?o despu¨¦s. Y, de acuerdo con algunas versiones, el tr¨¢nsito no ha concluido a¨²n.El 23 de mayo marca otra fecha importante en la curva descendente de UCD. El fracaso estrepitoso en las elecciones andaluzas servir¨¢ para acelerar los abandonos. Las reuniones de los ¨®rganos directivos s¨®lo pueden constatar las irreductibles divergencias entre las distintas familias de UCD desde su creaci¨®n, en mayo de 1977.

Los suaristas no olvidan los agravios recibidos desde el congreso de Palma, en febrero de 1981, cuando el sector af¨ªn al reci¨¦n dimitido presidente del Gobierno se erigi¨® en vencedor num¨¦rico frente al sector cr¨ªtico. Una victoria ef¨ªmera, ya que, en noviembre, el consejo pol¨ªtico fuerza a los suaristas Rodr¨ªguez Sahag¨²n y Calvo Ortega a abandonar, respectivamente, la presidencia y la secretar¨ªa general del partido, conquistadas en Palma. Ser¨ªa Calvo Sotelo, sucesor de Su¨¢rez, quien se apoderar¨ªa tambi¨¦n de la presidencia del partido, mientras un neutral, Migo Cavero, pasaba a la secretar¨ªa general.

A finales de julio, Su¨¢rez concluye las negociaciones tripartitas con Calvo Sotelo y Lavilla. La pretensi¨®n del ex jefe del Ejecutivo de alzarse con la presidencia de UCD se estrella frente a un Calvo Sotelo dispuesto a dejar el poder sobre el partido, pero no a favor de su antecesor y rival. Finalmente, Lavilla aceptar¨ªa la presidencia acelerando el abandono de Su¨¢rez y sus fieles.

Las ¨²ltimas semanas, claves

Apenas cinco diputados hab¨ªan acompa?ado a Su¨¢rez en su aventura de crear un nuevo partido, el segundo en cinco a?os, cuando se presenta el Centro Democr¨¢tico y Social. El d¨ªa anterior, Calvo Sotelo convocaba una de sus escasas conferencias de Prensa en la Moncloa. All¨ª reiter¨® su decisi¨®n de agotar la legislatura.Todo hace pensar que ha sido a lo largo de este mes cuando Calvo Sotelo se vio obligado a modificar sus deseos. El continuo goteo de parlamentarios y militantes desde UCD hacia el CDS y, en menor medida, hacia el PDP de Alzaga, habr¨ªa sido el factor ¨²ltimo que ha acelerado las elecciones. De los 149 diputados en que hab¨ªa quedado el Grupo Parlamentario Centrista, 16 han pasado al CDS y 12 al PDP. Y aunque todos ellos se mantienen en el mismo grupo parlamentario, nadie puede asegurar su total fidelidad de voto en las Cortes.

Tres mil bajas

Pero, sin duda, m¨¢s que su debilidad parlamentaria, ha sido el deseo de evitar el crecimiento del gran partido rival, el CDS, lo que ha forzado a Calvo Sotelo a acelerar la disoluci¨®n de las Cortes y convocar unas elecciones precipitadas, para las que apenas queda ya tiempo. La opini¨®n un¨¢nime ayer entre la clase pol¨ªtica subrayaba que el goteo desde UCD hasta el CDS oblig¨® al decreto de disoluci¨®n. La acci¨®n corrosiva combinada de CDS, PDP y, en menor medida, del Partido Dem¨®crata Liberal de Antonio Garrigues -mucho m¨¢s pr¨®ximo a UCD que los dos anteriores- ha desguarnecido la infraestructura local ucedista en casi una veintena de provincias, de acuerdo con c¨¢lculos solventes.M¨¢s dif¨ªcil resulta calcular los militantes perdidos por UCD en beneficio de los partidos recientemente surgidos, pero, atendiendo a las cifras facilitadas desde el PDP y el CDS, se podr¨ªan elevar a unos tres mil.