La visita del Papa
La sociedad espa?ola todav¨ªa necesita de mucha comprensi¨®n, de mucho aguante, de mucha tolerancia. Hemos ganado terreno en estos a?os ¨²ltimos, para alejar el viejo t¨®pico y la triste verdad sobre las dos Espa?as fratricidas. Queda mucho que andar, de todos modos, a base de di¨¢logo, de explicaciones mutuas y razones, que nos ayuden a entendernos, por lo menos; a soportamos mutuamente y, mejor a¨²n, hasta a querernos con nuestras discrepancias.Tambi¨¦n los miembros de la Iglesia debemos ayudar en la tarea. Ya no se identifican, real ni legalmente, Iglesia cat¨®lica y Espa?a. Somos un estamento m¨¢s en el cuerpo social, hoy pluralista. Ante el viaje del Papa parece necesario que aportemos nuestras explicaciones y presentemos nuestros puntos de vista, que ayuden a esa comprensi¨®n de la que hablaba m¨¢s arriba. Y ello tanto hacia el interior de la comunidad cat¨®lica, donde hay m¨¢s pluralismo que el que se piensa desde fuera, como hacia el resto de ciudadanos espa?oles, con los que nos sentinios vinculados tambi¨¦n por fuertes lazos y a los que debemos fidelidad y solidaridad.
Con tal prop¨®sito ofrezco en este art¨ªculo los puntos de vista de un espa?ol-cristiano-cat¨®lico-obispo ante el v¨ªa ' je del Papa, como una confesi¨®n de mis esperas y esperanzas, de mis temores y rechazos, de mis interrogantes y tambi¨¦n -?por qu¨¦ no?- de mis disculpas.
Perd¨®n y comprensi¨®n
Y empiezo por aqu¨ª, por el final. Como cat¨®lico pido disculpas a los dem¨¢s cristianos y al resto de los espa?oles por las molestias que causemos con el viaje del Papa, por los gastos, por las dificultades en el tr¨¢fico, por el hueco ocupado en los medios de comunicaci¨®n social y un largo etc¨¦tera. Aunque los organizadores del tinglado hagan un gran esfuerzo de sencillez, que creo que lo hacen., es de prever, de todos modos, que el acontecimiento invada un poco por todas partes la vida espa?ola de unos d¨ªas, aun de aquellos que no lo desear¨ªan. Les pedimos perd¨®n.
Les pedimos, tambi¨¦n, que nos comprendan, precisamente por vivir en una sociedad plural y democr¨¢tica, donde hemos recibido en unos a?os a diversas figuras extranjeras, con diferentes matices y tendencias: jefes de Estado, grandes pol¨ªticos, cient¨ªficos, escritores, artistas, deportistas, etc¨¦tera. Y, aunque no todos comparti¨¦ramos todo, les hemos acogido con respeto y hasta satisfacci¨®n, recordando por contraste los tiempos en que viv¨ªamos en un cierto aislamiento respecto al mundo.
La visita del Papa se inscribe as¨ª, aun para no cat¨®licos, en la ya larga lista de visitas de personalidades extranjeras, ni m¨¢s n¨ª menos importante y leg¨ªtima que otras.
No quiero ni pensar, por otra parte, qu¨¦ ocurrir¨ªa o se dir¨ªa si se viese que el Papa esquivaba su
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presencia entre nosotros, a?o tras a?o, habiendo estado ya en tantos pa¨ªses de Oriente y Occidente. Puede que entonces nos quej¨¢ramos, y que aun los no cat¨®licos pensaran que nos menospreciaba injustamente.
Va a coincidir en mala fecha, es la verdad, por razones pol¨ªticas. Habr¨¢ que reconocer honestamente que era algo imprevisible, y que, si el Papa no hubiera sufrido el dram¨¢tico atentado de la plaza de Roma, ya har¨ªa justamente un a?o que la visita se habr¨ªa celebrado. Cualquiera entender¨¢ tambi¨¦n que no parece ni seno ni correcto estar cambiando al dos por tres el calendario de un acto semejante, que implica a tanta gente y complica tantas cosas.
Esperas y esperanzas
Como espa?ol, espero que nos recuerde a los cat¨®licos nuestro deber de colaborar al bien com¨²n de Espa?a, respetando nuestra Constituci¨®n, la vida democr¨¢tica, las relaciones c¨ªvicas, pol¨ªticas y sindicales; la solidaridad para disminuir el inmenso problema del paro y para aliviar en lo posible sus dram¨¢ticas consecuencias, compartiendo mejor lo que tenemos, el trabajo y el sueldo, con los que no lo tienen; descalificando claramente como cristianos el terrorismo, el golpismo y toda clase de violencias; recordando sus luminosos y valientes principios en la enc¨ªclica Laborem exercens, para una reforma cada vez m¨¢s justa de las relaciones laborales y empresariales, etc¨¦tera.
Como creyente, disc¨ªpulo de Aquel que dijo que donde en su nombre nos junt¨¢ramos estar¨ªa con nosotros, conf¨ªo en que la visita del Papa signifique para la Iglesia cat¨®lica de Espa?a un tiempo de gracia, y de conversi¨®n, de profundizaci¨®n y crecimiento de nuestra fe, confirmaci¨®n y est¨ªmulo del trabajo pastoral renovador emprendido desde el ¨²ltimo concilio; evaluaci¨®n y revisi¨®n de nuestra vida cristiana, individual y comunitaria, para mejorar en la oraci¨®n y en la liturgia, en disciplina y armon¨ªa dentro del pluralismo, y urgir tambi¨¦n el compromiso y la solidaridad con los dem¨¢s hombres que luchen por una sociedad m¨¢s justa, solidaria, digna y libre.
Temores y rechazos
Me da miedo, ante todo, el triunfalismo, la aparatosidad, el s¨¦quito imponente, avi¨®n especial , bullir de gente poderosa en torno suyo, alfombras y tapices, los tronos y tron¨ªos, el barroquismo popular o selecto volc¨¢ndose para agradar o hasta para epatar, a ver qu¨¦ di¨®cesis se lo monta mejor.
La politizaci¨®n del viaje es otro riesgo que parece innegable, y no f¨¢cil de superar, al menos totalmente. Dado que de hecho, nos guste o no nos guste -a m¨ª, es que nada-, es unjefe de Estado, nadie se va a extra?ar de que los Reyes, el Gobierno, representantes de partidos y de instituciones oficiales vayan al aeropuerto a recibir al Papa y luego a despedirle, y poco o nada m¨¢s. Pero si luego se les ve a unos o a otros en puestos destacados de los diversos actos pastorales, no solamente dir¨¢n sospechas razonables de que buscan sobresalir y chupar c¨¢mara con fines partidistas, sino que volver¨¢n al viejo vicio del nacionalcatolicismo, con raz¨®n superado en la teor¨ªa y los principios, pero que hay que aplicar en consecuencia al llegar la ocasi¨®n, y ¨¦sta es decisiva a ese respecto.
Algo distinto, aunque no muy lejano del peligro anterior, es el de la posible capitalizaci¨®n -?y nunca mejor dicho!- del viaje por algunos piadosos y cat¨®licos magnates econ¨®micos, que intenten ayu. dar en lo que puedan a los gastos del viaje, con tal de que se note, se vea y se les vea, potenciando su imagen, su mundo y sus empresas.
Espa?a siempre ha sido m¨¢s papista que el Papa; pero que mucho m¨¢s. Algunos, ya se pasan cantidad. Piensan que el Papa es infalible hasta en el ¨¢ngelus; que, en realidad, teniendo al Papa, casi se puede pres cindir de los obispos, y el comentar o interpretar cualquiera de sus normas es o falta de fe o de disciplina, o m¨¢s bien, las dos cosas. Ni que decir tiene que los papas saben muy bien lo que son y lo que no son en la Iglesia. Pero es que ocurre ahora que hay una cierta propaganda m¨¢s o menos larva da, seg¨²n la cual en estos tiempos los obispos de Espa?a han sido muy dejados, no han orientado bien al personal, y por eso, que pasa lo que pasa. Para esa gente, ahora, cuando venga el Papa, nos tirar¨¢ de las orejas, dar¨¢ el famoso golpe de tim¨®n a nuestra Iglesia y dir¨¢ bien clarito y por primera vez qu¨¦ es lo que habr¨¢ que hacer en el futuro, de j¨¢ndolo de esa manera atado y bien atado.
Y para no alargarme demasiado, recoger¨¦ el ¨²ltimo miedo: el involucionismo, muy unido, por cierto, al peligro anterior. Es palabra que suena ya hasta en el mercado del barrio. Algunos la ponen con interrogantes o la niegan sin mucha convicci¨®n para damos moral. No es momento de hablar de la extensi¨®n de este .fen¨®meno de tama?o mundial, pero respecto al viaje del Pont¨ªfice es un posible riesgo, tanto para la Iglesia como para la gociedad. Tambi¨¦n en nuestras filas hay intoxicaci¨®n desmoralizadora; un bombardeo constante, un goteo de noticias frustrantes sobre,la marcha de la Iglesia, la pastoral, de aplicaciones del concilio que dicen deformadas y de cosas as¨ª. Esta tendencia falsea la verdad, como si las reformas concililares estuvieran echando a perder a la Iglesia y fuera necesario volver ahora a empezar como antes del concilio. Dado este contexto, que creo muy real, aun no predominante todav¨ªa, si el Papa en sus discursos nos da una de cal y otra de arena, fifty-flfty, mitad y mitad, sin m¨¢s, s¨®lo con eso, ya sacar¨¢n las consecuencias de decir que quiere que frenemos, que ya est¨¢ bien, que ad¨®nde vamos a parar, y todo lo dem¨¢s. Y cu¨¢nto m¨¢s a¨²n, si es que se polariza en los problemas del matrimonio y la familia, donde el Papa tiende a potenciar m¨¢s los aspectos conservadores que los renovadores y apenas se vuelca en los compromisos de la Iglesia con la justica y la solidaridad con el hombre, donde es m¨¢s avanzado y hasta revolucionario en ocasiones.
En las sesiones de los ayuntamientos suele haber al final un turno de ruegos y preguntas, donde se puedan expresar las opiniones del hombre de la calle, aunque a los t¨¦cnicos parezcan muchas veces utop¨ªas imposibles. Un poco as¨ª, quisiera yo a?adir algunos sueflos de un obispo de barrio ante el viaje del Papa:
- ?Ser¨ªa tan dif¨ªcil que llegase en un via e regular, con s¨¦quito modesto y. funcional, en vez de aterrizar en Barajas con un inmenso avi¨®n fletado especialmente y rodeado de un s¨¦quito de cincuenta personas, m¨¢s otros tantos periodistas? Un representante de Jesucristo no puede hoy viajar andando ni venir a Madrid en una mula blanca, pero entre diversas posibilidades, en cada circunstancia hay que elegir aquella que m¨¢s se le parezca al estilo de Jes¨²s de Nazaret.
- Si es que las normas actuales espa?olas exigen f¨¦rreamente que las autoridades locales reciban a un jefe de Estado cuando llega, para este caso tan distinto, ?no se podr¨ªa realizar un protocolo elemental, reci¨¦n llegado, retirarse despu¨¦s, y as¨ª que no veamos por la tele al Papa yendo arriba y abajo rodeado de gobernadores civiles y militares, uniformes, maceros, sables, fajines y otros s¨ªmbolos, que representan a toda la sociedad y no solamente a los cat¨®licios? Los cat¨®licos que tengan un cargo representativo, que asistan de paisano y entre el pueblo, y no figuren en las celebraciones de manera oficial, presidi¨¦ndo las misas con el Papa.
- ?Se podr¨ªa pedir a los medios de comunicaci¨®n social -Prensa, televisi¨®n y radiomesura y comprensi¨®n? Que los comentaristas partidarios no suban "a la parra del triunfalismo demasiado; que no hagan del viaje bandera partidista; que no canten el tr¨¢gala, aprovechando la ocasi¨®n. Que los comentaristas adversarios del viaje y / o del Papa no caigan en simplismos burdos y baratos; que hagan sus cr¨ªticas con conocimiento de causa, con razones y con mesura; que no hieran con sadismo la conciencia de los cat¨®licos. Como disc¨ªpulo del Maestro estoy dispuesto a recibir los salivazos que hagan falta, mas, como ciudadano, me doler¨ªa que busc¨¢ramos, una vez m¨¢s, tambi¨¦n en este acontecimiento, motivos de rencillas, de contenciosos y de divisiones.
- ?Quedar¨¢ bien claro, por el texto y el contexto, que el Papa no viene a adoctrinar a los espa?oles en general, sino a los espa?oles cat¨®licos? Claro est¨¢ que su palabra no ser¨¢ dicha al o¨ªdo, sino que tendr¨¢ el privilegio de que sea o¨ªda por encima de las azoteas. Pero cambia mucho de que se comprenda que se dirige a los creyentes, y con principios y argumentos que valen para ellos, a que parezca que la Iglesia cree tener recetas para todo y para todos. Sin descartar, ni mucho menos, que se pueda y se deba decir una palabra para el resto de la sociedad, debe quedar bien claro que tanto la autoridad con que se habla como los argumentos que se esgrimen y hasta los temas que se tratan no son lo mismo, ni mucho menos, cuando un pastor habla a su comunidad que cuando habla hacia la sociedad.
Ya s¨¦ que el Papa sabe esto, pero quiero recordar algo que nosotros sabemos a¨²n mejor, y es la hipersensibilidad que tiene hoy la sociedad espa?ola, despu¨¦s de un per¨ªodo de constantinismo doctrinal de la Iglesia, ante el que hoy se reaccionar¨ªa de manera agresiva e hipercr¨ªtica, que puede que se exceda a veces, pero que tiene cierta explicaci¨®n, si recurrimos a la memoria hist¨®rica.
- ?C¨®mo conseguiremos, finalmente, el Papa y los cristianos, vivir y recordar, por encima, y por debajo de todo, que el que nos re¨²ne es Jesucristo; que es El al que anunciamos, celebramos y adoramos? Por supuesto que la ocasi¨®n hist¨®rica y visible es la presencia f¨ªsica del obispo de Roma entre nosotros y es lo que palparemos. Pero hemos de despertar siempre la fe para acordamos de qui¨¦n es el ¨²nico Pastor, fuera del cual somos todos hermanos, somos siervos in¨²tiles. En la Iglesia no puede haber culto a la personalidad, ni a la del Papa ni a la de nadie. Todo lo que se insista ser¨¢ poco para tener despiertas las antenas de la fe en la presencia del Se?or Resucitado, centro de toda la vida cristiana, tambi¨¦n del viaje del Papa.
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