Centro pol¨ªtico y partidos de centro
Pocas veces en nuestra historia el centro pol¨ªtico ha ofrecido unos contornos tan amplios. Participan de ¨¦l todos los que formalizaron el pacto constitucional y cuantos se adhirieron al mismo. Es cierto, sin embargo, que existen muchos reticentes que gustar¨ªan de corregir el pacto a su favor.El pacto constitucional no es un traje a medida. Por el contrario, ante un eventual triunfo socialista, permitir¨ªa a ¨¦stos orientar un conjunto de pol¨ªticas para cubrir sus objetivos. Caso de que triunfara Alianza Popular y sus aliados, podr¨ªa el Gobierno resultante poner el acento, por ejemplo, en una interpretaci¨®n restrictiva del concepto nacionalidades.
En todo caso, la adhesi¨®n a nuestra Carta Magna reduce la condici¨®n de enemigos a la de simples adversarios y establece las reglas de juego con las que llegan a modificar incluso a aqu¨¦lla.
Cuando este centro pol¨ªtico se hundiera y fuera sustituido por dos bandos radicales que presionaran a los ciudadanos -una vez m¨¢s, con voto ¨²til incluido- a optar por uno u otro, estar¨ªamos a un paso del batacazo final.
Esto no es veros¨ªmil, pero s¨ª posible. Bastar¨ªa que la mayor¨ªa que surja de las pr¨®ximas elecciones quiera utilizar el margen que le concede la Constituci¨®n para realizar sus prop¨®sitos, sin apreciar la voluntad de los perdedores. En democracia, el respeto de las mayor¨ªas por las minor¨ªas es un elemento esencial y, bien sabido es que la consideraci¨®n al pr¨®jimo no es una virtud de nuestros conciudadanos.
Dentro del entorno que forma el centro pol¨ªtico, se ubican partidos que enfatizan su actitud tomando para su espacio pol¨ªtico el nombre que, en principio, es patrimonio com¨²n. A semejanza de los partidos de inspiraci¨®n cristiana que no han resistido la tentaci¨®n de monopolizar el apellido.
Estos partidos de centro tienen un prop¨®sito inmediato que consiste en reforzar el equilibrio ante un planteamiento simplista del debate: los dos modelos de sociedad. Estos existen, evidentemente, y se enfrentan desde posiciones dogm¨¢ticas sin reparar que, en ¨²ltimo t¨¦rmino, su an¨¢lisis y esquema ideol¨®gico subsiguiente apunta al mismo fin de alcanzar la libertad con justicia.
La justificaci¨®n de los partidos de centro, que ya nacieron como correctores de los excesos de las dos corrientes principales del pensamiento pol¨ªtico, el liberalismo y el marxismo, reside en ocupar una zona que da estabilidad a la demanda y oferta social.
En efecto, toda sociedad genera una demanda de servicios que se sit¨²a indefectiblemente por encima de los recursos disponibles para satisfacerlos. Componemos la demanda todos los ciudadanos, pero piden m¨¢s los que deben pagar menos y ofrecen menos quienes deben pagar m¨¢s, Compatibilizar demanda y oferta equivale a crear una zona de estabilidad. Esta es la vocaci¨®n centrista servida inicialmente por la democracia cristiana y la social democracia, a las que se han unido segmentos importantes de las corrientes corregidas.
Parad¨®gicamente, los partidos de centro han sido combatidos por sus dos flancos. Los motivos habr¨ªa que buscarlos en esta proclamada vocaci¨®n mayoritaria que muestra el poder como se?uelo y act¨²a de bander¨ªn de enganche para toda clase de oportunistas.
La UCD, con pretensiones de monopolio centrista, no ha fracasado tanto por el desgaste que ocasiona el ejercicio del poder, como por haber equivocado su vocaci¨®n originaria. Es lamentable que del proceso de descomposici¨®n a que est¨¢ sometida, y muy probablemente condenada, no resurgieran con humildad y coraje las familias ideol¨®gicas, recuperadas y afirmadas sus se?as de identidad.
Porque, dentro de poco, los partidos de centro tendr¨¢n la importante tarea de moderar radicalismos y realizar su segundo prop¨®sito: proseguir con paciencia y esperanza el arduo camino que alcance la s¨ªntesis. Ahora mismo, el ideal ser¨ªa una sociedad homogeneizada que diera una representaci¨®n pol¨ªtica muy centrada.
Pero en la nuestra, a su pluralidad hay que a?adir insuficiente capacidad para el an¨¢lisis, que viene sustituido por la pasi¨®n o el instinto.
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