Voluntad pol¨ªtica y liderazgo
El centrismo, en Espa?a, es la expresi¨®n de una voluntad pol¨ªtica: consolidar la democracia mediante la modernizaci¨®n del pa¨ªs. Y ello comporta como exigencia radical un car¨¢cter reformista que el partido del Gobierno ha ido perdiendo a lo largo del ¨²ltimo bienio.Los antecedentes de esta p¨¦rdida de sentido est¨¢n ya en la primavera de 1978, cuando quien ahora preside UCD comenz¨® a utilizar en el seno de la comisi¨®n parlamentaria la llamada mayor¨ªa mec¨¢nica de 19/17 en la elaboraci¨®n del proyecto constitucional. ?En qu¨¦ situaci¨®n pol¨ªtica qu¨¦ grado de aceptaci¨®n tendr¨ªa hoy una Constituci¨®n elaborada, no desde el compromiso, sino desde la imposici¨®n de los votos de UCD m¨¢s AP sobre el resto de la C¨¢mara, es decir, de los espa?oles?
Aquella primera tentaci¨®n fue tajantemente cortada, y precisamente en cumplimiento de la promesa electoral con que el presidente Su¨¢rez se present¨® ante las urnas el 15 de junio de 1977: "Intentar elaborar una Constituci¨®n en colaboraci¨®n con todos los grupos representados en las Cortes, cualquiera que sea su n¨²mero de esca?os".
El entonces partido centrista reemprendi¨® su vocaci¨®n integradora y progresista, puesta de manifiesto pocos meses antes, en el oto?o de 1977, con los pactos de la Moncloa. Pero ya nada ser¨ªa igual; hab¨ªa quedado patente la dificultad de vertebrar en un mismo proyecto de este car¨¢cter a componentes heterog¨¦neos unidos, fundamentalmente, en unos casos, por el car¨¢cter no autoritario de sus talantes pol¨ªticos y, en otros, por poco m¨¢s que no fuera la participaci¨®n en los mecanismos de poder.
Si los precedentes de la p¨¦rdida del centro por parte de UCD caben ser rastreados en los comienzos de 1978, la historia posterior, hasta hoy, arranca de las mismas elecciones de marzo de 1979, tiene por actores principales el grupo parlamentario de UCD y se desarrolla en el escenario de la vida pol¨ªtica de los ¨²ltimos tres a?os y medio.
Los rasgos generales de la peripecia son bien conocidos. Baste recordar a un partido socialista no recuperado entonces de lo que calific¨® como desastre electoral. Toda su t¨¢ctica se orient¨® a descalificar al l¨ªder centrista y entonces presidente del Gobierno, Adolfo Su¨¢rez, al tiempo que recompon¨ªa su imagen externa por medio del 29 y siguiente Congreso extraordinario, provocando formalmente un proceso similar al que vivieron los socialistas alemanes con ocasi¨®n del congreso de Badgodesberg. Con este doble movimiento t¨¢ctico, el PSOE trataba de allanar los dos graves obst¨¢culos que, a juicio de sus analistas y colaboradores, propiciaron su derrota electoral en las reiteradas elecciones de 1979: un l¨ªder rival que personificaba n¨ªtidamente el centro y un programa propio lastrado por la acumulaci¨®n ideol¨®gica propiciada por la clandestinidad.
Por su parte, la derecha autoritaria del pa¨ªs, con una menguada representaci¨®n parlamentaria en la llamada Coalici¨®n Democr¨¢tica, inici¨® la legislatura que ahora concluye con una pol¨ªtica contumaz de descalificaciones aprior¨ªsticas y desgaste personal en la que ha proseguido, y con ciertos ¨¦xitos, hasta la actualidad, promovida por puros intereses electorales y alentada desde ¨¢mbitos de poder ultraconservadores e incluso antidem¨®cratas en ocasiones.
La repercusi¨®n de todo esto en la opini¨®n p¨²blica se hizo manifiesta a lo largo de 1980 y sobre ella comenz¨® a manifestarse con claridad la irrupci¨®n en la escena pol¨ªtica de los poderes f¨¢cticos.
Es muy poco conocida la intrahistoria del acoso a que fue sometida por parte de determinados c¨ªrculos econ¨®micos de influencia la operaci¨®n centrista. En la misma primavera del a?o 1979, reci¨¦n revalidada por los votos populares, se produjeron las primeras tentativas para alcanzar la direcci¨®n de la pol¨ªtica econ¨®mica del Gobierno y ponerla en manos de hombres de confianza. Como resulta evidente, no hubo de transcurrir mucho m¨¢s de un a?o para que Calvo Sotelo alcanzara aquella vicepresidencia econ¨®mica. Fue en septiembre de 1980. Cinco meses despu¨¦s, era presidente del Gobierno y, en un a?o, tambi¨¦n presidente del partido de UCD.
La irrupci¨®n de estas esferas de influencia, los poderes f¨¢cticos, en el seno del propio partido centrista aprovech¨® el deficiente grado de cohesi¨®n interna entre las diversas tendencias o familias presentes en el grupo parlamentario de UCD.
El tiempo transcurrido permite ahora afirmar que exist¨ªan dentro de ¨¦l dos concepciones, cuanto menos, del centrismo. Hoy est¨¢ claro que quienes han orientado sus pasos a Alianza Popular -bien directamente o bien a trav¨¦s del PDP, promovido por el se?or Alzaga- ten¨ªan una concepci¨®n del centro meramente instrumental. El centro como salvavidas de una derecha amedrentada ante el cambio de r¨¦gimen; un centro lampedussiano, porque algo era necesario cambiar para que nada cambiara realmente.
A medida que fueron percibiendo que los cambios eran reales y se cumpl¨ªan programas, que las reformas no eran verbales, como estos c¨ªrculos esperaban, lleg¨® la hora del asalto y voladura del centro.
Apareci¨® el mito de la clarificaci¨®n; el centro no pod¨ªa existir. O se es de derechas o se es de izquierdas. Como los espa?oles tuvieron que ser de Joselito o de Belmonte, de Franco o comunistas.
Era la negaci¨®n radical del centro: o escuela p¨²blica o escuela privada; divorcio s¨ª o divorcio no, y m¨¢s recientemente, OTAN s¨ª u OTAN no. Blanco o negro. Reacci¨®n o revoluci¨®n.
Ese mito de la clarificaci¨®n ha presidido la UCD de Calvo Sotelo, deslizada d¨ªa a d¨ªa hacia un alineamiento conservador y una obsesi¨®n de cara a las pr¨®ximas elecciones: impedir el triunfo socialista aun a costa de la propia desaparici¨®n confundidos en la derecha.
Un sistema de valores fundado en la persona y su dimensi¨®n social, en la integraci¨®n y no en la lucha de clases que mueve hoy tanto a la izquierda como a la derecha autoritaria, en el m¨¦rito, en la libertad de crear cultura o empresas econ¨®micas, s¨®lo se realiza en un partido reformista. Eso es el centro, algo sustantivo, diferente de la izquierda cultural, estrat¨¦gica y t¨¢cticamente. Distinto de la derecha, ¨¦tica, estrat¨¦gica y t¨¢cticamente tambi¨¦n.
La esencia del centro es el reformismo, frente a la conservaci¨®n derechista o la ruptura izquierdista y su car¨¢cter integrador, la solidaridad, frente al privilegio elitista de la derecha o el igualitarismo imposible de la izquierda. Por eso ha cuajado el CDS.
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