Carta abierta a don Antonio Tejero
Respetable se?or don Antonio Tejero Molina: en principio, quisiera hacer constar que el comienzo de mi carta no implica mi simpat¨ªa hacia usted; es simple y llanamente que desde muy peque?a me inculcaron el sentido del respeto humano, del cual hago gala en esta ocasi¨®n. Dudo mucho que mi carta llegue a sus manos, ya que, pienso, usted no leer¨¢ este peri¨®dico, por sus tendencias ideol¨®gicas. Sin embargo, por estas mismas es por lo que me inclino a publicarla aqu¨ª, y no en otro que pudiera caer m¨¢s f¨¢cilmente en su poder, lo cual no quiere decir que lo desprecie o lo deje a un lado: no dejan de contener una informaci¨®n m¨¢s o menos cierta o m¨¢s o menos objetiva. Sin m¨¢s dilaciones, paso a exponer el objeto de esta carta.Sinceramente, usted me asombra, o me deja perpleja, o simplemente no alcanzo a comprender su manera de proceder, por muchas y variadas razones. No quisiera remover un suceso un tanto manoseado; sin embargo, me veo en la necesidad de hacerlo para explicarme mejor.
Una tarde, usted, se?or Tejero, retuvo al Parlamento y peg¨® unos cuantos tiros al techo del hemiciclo y, sin embargo, no disparaba contra ¨¦ste, sino contra la democracia, una democracia de la cual parece ahora querer hacer uso. Usted quiere hacer valer sus derechos de ciudadano y presentarse a unas elecciones; se?or Tejero, ?c¨®mo puede reclamar unos derechos de los que quiso privar a todos los espa?oles? Yo pens¨¦ que usted no cre¨ªa en esas cosas. Usted ha pedido la baja en la Guardia Civil: en ese sentido, ten¨ªa otro concepto de usted.
Yo pertenezco a una familia de militares y considero que conozco esa vida, por lo cual, digo con firmeza que amo al Ej¨¦rcito, y por la misma raz¨®n, tambi¨¦n dudo que usted lo ame; en primer lugar, para formar parte de esa instituci¨®n hay que pagar muchos tributos, y uno de ellos es el apartidismo, y ya no caigo en el t¨ªpico t¨®pico de emplear la palabra apoliticismo, ya que, a mi modo de ver, toda persona con una mentalidad bien formada debe tener sus ideas acerca de la pol¨ªtica, lo cual no implica que, necesariamente, sea de alg¨²n partido pol¨ªtico o que por fuerza deba expresar sus opiniones. Este tributo, se?or Tejero, no ha podido pagarlo del todo, y ahora afloran sus aficiones ocultas, dejando atr¨¢s una carrera.
En segundo lugar, usted, con sus acciones, desde mi punto de vista, ha manchado la imagen del Ej¨¦rcito a los ojos de la opini¨®n p¨²blica, que s¨®lo lo ve de puertas afuera. Tambi¨¦n me pregunto si verdaderamente ama usted a Espa?a. Me explico: usted quiso, y todav¨ªa pretende, hacer algo dif¨ªcil de entender, es decir, levantar un edificio nuevo sobre los escombros de otro. Espa?a ya no puede ir hacia atr¨¢s, y pretenderlo es, desde mi punto de vista, un tanto absurdo, y en cierta ocasi¨®n usted mismo pudo comprobarlo, porque Espa?a, hoy en d¨ªa y felizmente, ser¨¢ lo que todos los espa?oles queramos que sea, y la mayor¨ªa no queremos eso. Eso s¨®lo lo quieren unos pocos, los de "mucho ruido y pocas nueces".
Y todav¨ªa usted protesta, reclama sus derechos, renuncia a su carrera y se cree con el derecho de impugnar unas elecciones si no acceden a su petici¨®n (cosa l¨®gica, ya que no encuentro ¨¦tico que ante su ejemplo, todos los reclusos de Carabanchel prese:ntaran su candidatura). Y ?claro (que podr¨ªa impugnarlas! Gracias a esa democracia que usted quiso degollar. Con la vana esperanza de ver clara su postura, me despido atentamente. /
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